Nueve de cada diez recolectores de café en Colombia son venezolanos, así lo confirmó Roberto Vélez, Gerente de la Federación Nacional de Cafeteros.
Este dato que muestra una cara amable de la inmigración y rechaza —al mismo tiempo— los brotes de xenofobia por causa de las recientes manifestaciones, en donde un porcentaje mínimo de ciudadanos venezolanos se han visto involucrados.
La llegada de venezolanos a cubrir las plazas de recolección del café se debe al alza en la producción y exportación del grano. Desde que inició el fenómeno de la migración venezolana, uno de los espacios que ha encontrado la mano de obra ha sido precisamente el sector agrícola y particularmente la recolección de café.
Según Migración Colombia el número de venezolanos en el país creció en un 18,06 %, pasando de 1 260 594 a 1 488 373 ciudadanos.
Por su parte, el presidente Iván Duque, señaló que el café «ha sido un muro de contención de la ilegalidad». El Mandatario ejemplificó que donde llega el café a apoyar la sustitución de cultivos de uso ilícito siembra esperanza; además destacó que la mejor manera de construir país es como lo han hecho los cafeteros, a través del diálogo, conversación y no la imposición.
Cabe destacar que hay un malestar entre los cafeteros por el fin de la cosecha de temporada, pues la carga de café de 125 kilos alcanzó tener un precio de USD $293 ($1 015 000 pesos). Por ahora se están preparando para la cosecha de 2021 y 2022.
«HAY QUE ENTENDER QUE ESTA POBLACIÓN QUE VIENE DE UNA EMERGENCIA HUMANITARIA»
Se habló con Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio Venezuela de la Universidad del Rosario, y comentó sobre las implicaciones de estos datos y la afectación laboral que desplaza la mano de obra colombiana en el oficio agrícola.
«En este momento esa cifra es importante, es una cifra significativa, no es que se esté desplazando la mano de obra colombiana. De hecho, estamos teniendo problemas en sectores agrícolas y se da precisamente por la transformación en Colombia hacia las zonas urbanas, por conflicto armado, estructuras socioeconómicas, bajo nivel educacional».
El investigador acotó que los venezolanos, han llenado vacíos que se estaban dando en esos espacios agrícolas, pero son vacíos temporales.
«Muy seguramente cuando un ciudadano venezolano logre niveles de estabilización, es decir, que logre recibir unos ingresos que le permitan dirigirse hacia las zonas de la ciudad y buscar empleabilidad, el sector agrícola quedará nuevamente con un faltante, un déficit en mano de obra».
Agregó que hay que entender que esta población viene de una emergencia humanitaria y que en función de ello están dispuesta a ir a trabajos agrícolas que pueden llegar a ser de no muy alta remuneración.
«Son trabajos agrícolas caracterizados por la baja remuneración, por estar en zonas complejas de la geografía y topografía colombiana, que tienen o implican extensas jornadas de trabajo. Y en el caso de la migración venezolana se aprovecha esta mano de obra que llega para apoyar al Estado colombiano en la dinámica de recolección de la cosecha. No obstante, se debe tener claro que esto es un fenómeno pasajero. Es decir, los venezolanos realmente son una población que tiene una naturaleza urbana, la mayor parte de esta población vivía en ciudades».
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