Si bien es cierto que Internet, como dijo Pierre Levy, es una puerta abierta a la inteligencia colectiva, también lo ha sido, lamentablemente, a la estupidez colectiva.
Las redes sociales, que bien pudieran haber sido un espacio para compartir ideas, para entender mejor el siglo en el que vivimos, se han convertido en un vertedero de manipulación organizada de la información y en el canal para el desahogo individual de pasiones y de frustraciones.
Sin embargo, no todo en la red es motivo para la desesperanza. Surgen a diario iniciativas laudables de buen periodismo, que tratan de informar objetivamente a la colectividad y más que diagnosticar problemas, presentan soluciones.
En particular en nuestro país, los medios de comunicación serios y responsables están uniendo esfuerzos para combatir esa peste que son las llamadas fake news, que distorsionan la realidad con el objetivo de destruir aquello que va en contra de determinados intereses políticos o económicos.
No es una lucha fácil, pero los que creemos en la importancia de la información veraz y oportuna seguiremos transitando esa vía, a pesar de los obstáculos, y brindaremos a nuestras audiencias alguna luz en medio de los intentos de ciertos individuos de imponer la sombra.