Laura Castaño es médica cirujana, nació en Venezuela, pero sus padres son manizaleños. Ella a pesar de su trabajo durante años en organizaciones como Médicos Sin Fronteras y los Cascos Morados, a su llegada a Colombia no ha podido ejercer: “A mí aún no me validan el título aquí en Colombia. Lo obtuve en Venezuela y allí ejercí, acá aún no puedo hacerlo”.
Junto a su familia, compuesta en su mayoría por ciudadanos migrantes del vecino país, esta profesional decidió crear la Fundación Aires de Esperanza, una organización que busca ayudar a los venezolanos a tener una estadía más amable en la capital caldense.
Su día comienza temprano, se levanta a solicitar ayudas y a gestionar recursos para atender a los cerca de 11 venezolanos que llegan a diario a Manizales.
“A ellos se les entrega un kit de aseo, ropa, cobijas, sábanas. A los chiquitos que llegan con alguna patología base, les entregamos algunos medicamentos y leche de fórmula”, explica.
Según Migración Colombia, en Manizales hay cerca 2 mil 800 venezolanos. Autoridades expresan que la cifra puede ser mucho mayor.
Laura, junto a su familia va todos los días a la carretera, allí se encuentra con los caminantes que cruzan la Avenida Panamericana rumbo a otras ciudades como Pereira, Armenia o Cali:
“Allí les damos suero, alimentos, medias y calzado. Sabemos que erradicar esta problemática es difícil, pero coordinamos con Defensoría del Pueblo y Bienestar Familiar para al menos aliviar un poco la situación”, señala.
Los venezolanos que se acercan a ella la buscan como ‘doctora Laura’, es madrina de muchos de los niños que ha ayudado y aunque no puede ejercer, busca la manera de ayudar desde su carrera a los venezolanos que llegan a Manizales.
Foto: Juliana Villanueva.
“Cómo médico los atiendo con el objetivo de no colapsar los hospitales. Los reviso cuando necesitan atención primaria para evitar que lleguen a las clínicas con patologías que yo puedo tratar”, dice.
Como Laura, hay otras personas en la ciudad y en Colombia que buscan ayudar a los ciudadanos venezolanos que llegan a nuestro país en búsqueda de un mejor futuro.
Las organizaciones ciudadanas se convirtieron en la fórmula para que los venezolanos puedan obtener una ayuda rápida.
Funcionarios a lo largo del Camino del Migrante expresaron que ante los vacíos estatales para atender a la población migrante, las organizaciones civiles se convirtieron en una mano amiga para el venezolano y que muchas veces alcaldías y gobernaciones prefieren subsidiar de alguna manera estas iniciativas y no crear programas exclusivos para los venezolanos por los altos costos que esto acarrearía.
Gustavo Betancurth, por ejemplo, coordina el hogar de paso Charlene, que pertenece a su vez a la Fundación La Merienda, allí atiende a venezolanos que llegan al municipio de Villamaría a buscar trabajo.
La fundación fue creada con el espíritu de ayudar a habitantes de calle y a personas que llegaban del campo en búsqueda de un futuro mejor en la ciudad. Sin embargo, con el éxodo venezolano, la Fundación cambió un poco su rumbo.
“Hace un año y medio yo estaba pasando por la vía Panamericana, vi a una chica venezolana con un bebé de brazos y otro en un coche, le dije que me acompañara y la traje al albergue, allí comenzamos la atención a la población venezolana”.
Gustavo no logra precisar a cuántos venezolanos ha logrado ayudar en este año y medio, pero expresa que en uno de los días más movidos atendió a cerca de 380 venezolanos en la vía Manizales – Tuluá. “Incluso aquí han nacido algunos bebés”, agrega con orgullo.
“Yo llevo 22 días aquí en Villamaría, los 22 días he logrado estar aquí en el albergue. Entre todos nos ayudamos, hacemos aseo y comida. No nos cobran nada. En la fundación tenemos un techo y un lugar donde dormir, eso es una bendición”, asegura Belki Coromoto, venezolana atendida por esta organización.
Foto: Juliana Villanueva.
El cambio de ruta
Hasta hace pocos meses, el paso por Manizales era importante para el migrante venezolano. Sin embargo, al encontrar que desde Medellín podían evitar el paso por sectores fríos como el Páramo de Letras o incluso la misma ciudad de Manizales, prefirieron desviarse hacia Ibagué.
En esta ruta encuentran el alto de la Línea donde muchos transportadores les dan “una cola o un aventón”, para llegar más rápido a la ciudad de Ibagué.
Según los transportadores, la Policía de carreteras les da permiso en esa vía para movilizar dentro de sus furgones a los ciudadanos venezolanos que cruzan por la Línea.
Es por esto que el flujo de venezolanos ya no es tan fuerte en la capital caldense, sin embargo, a su llegada a la ciudad, las fundaciones están listas para darles una mano.
La migratón
El pasado 5 de octubre en Manizales se realizó la primera Migratón. Allí, cerca de 400 venezolanos se acercaron y recibieron atención médica, jurídica y psicológica.
“Con esto queríamos también que la ciudadanía manizaleña entendiera que más allá de la nacionalidad todos somos sujetos de derecho”, indicó Sergio Gaviria, alcalde juvenil de Manizales.
Esta actividad fue organizada por la Red Humanista por Latinoamérica, allí los venezolanos también lograron encontrarse con fundaciones como la de Laura, para así generar lazos interinstitucionales para mejorar su calidad de vida.
Desde la administración, según Gaviria, se hace una caracterización primaria, revisan si los venezolanos tienen algún tipo de enfermedad para que sean atendidos y si es del caso por medio de una acción de tutela ayudan a defender su derecho a la salud.
Foto: Juliana Villanueva.
“Además, ayudamos en los procesos de nacionalización de niños con padres colombianos o de niños de padres venezolanos que nacieron aquí en Colombia. Ayudamos además a que los chicos que llegan puedan ingresar a alguna escuela a estudiar”, anota.
Ciudades como Manizales y Medellín se convirtieron en ciudades claves para la migración porque los venezolanos suelen quedarse allí. “Aquí y en Medellín uno encuentra muchas oportunidades, el clima es bueno y las personas también. Aquí en Manizales nos recibieron con cariño y amor. Nosotros nos vamos a quedar aquí, aquí le daremos un buen futuro a nuestra bebé”, argumentó Axel Vásquez, migrante venezolano.
En el departamento de Caldas, según Migración Colombia, hay cerca de 3 mil 800 venezolanos, de ellos, 2 mil 300 residen de manera legal en Manizales.
Fuente: Radio nacional.co
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