Los argentinos están en la mira de la región. Y no es que se les esté apuntando; simplemente se les mira con expectativa por lo que van a decidir en las elecciones del próximo domingo 27. Si los kirchneristas vuelven al poder con Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidente, secundando a Alberto Fernández, a quien ella puso como primero en la fórmula, implicará un cambio sustancial en el mapa regional.
Alberto Fernández ya ha anunciado que si es presidente Argentina apoyará la dictadura de Nicolás Maduro sumándose a la posición del gobierno uruguayo y del mexicano.
Los peronistas que apoyan la fórmula kirchnerista dan por hecho el triunfo –y en primera vuelta–, en función del resultado de las elecciones internas realizadas en agosto pasado (PASO: Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias). Si bien solo se trató de una elección de candidatos partidarios, estas se toman como un anticipo de lo que va a pasar en las nacionales dos meses y medio después, con base en la concurrencia o apoyo que recibió cada partido. En aquella ocasión, por la fórmula kirchnerista se inclinó 47,79% de los votantes.(Macri logró 31,8%).
Las normas prevén que para ser elegido directamente el candidato debe obtener más de 45% de los votos o más de 40% con una diferencia de 10% sobre el segundo. Según las cifras de las PASO, Alberto Fernández sería electo de entrada.
Pero el presidente Mauricio Macri no pierde las esperanzas y confía en dar vuelta a aquellos resultados. Esta es en serio, dicen los macristas. “Una cosa es una elección interna para elegir una fórmula presidencial y otra cosa es votar el presidente que va a dirigir el país por cuatro años”, remarcan.
El domingo pasado se celebró un debate presidencial –con los 6 candidatos que compiten– que se centró en el duelo Macri-Fernández. Los otros fueron de relleno. Le fue un poquito mejor a Macri.
Solo un poquito, insuficiente para contrarrestar el efecto negativo de las cifras sobre inflación conocidas en esta semana: el índice de precios creció en septiembre 5,9%; la inflación para los 9 meses del año es de 37,7% y para los últimos 12 meses de 53,5%. La economía no ayuda en nada a Macri.
El gobierno se juega una de sus últimas cartas en el debate entre los candidatos. Uno de los temas centrales fue el de la corrupción y en este campo es muy posible que Macri se luzca y que Alberto Fernández salga muy deslucido. Es que para este no es fácil defender a su compañera. Y tendrá que hacerlo: según una última encuesta 80% de los argentinos creen que él hará lo que CFK y su gente le indiquen.
Decididamente, no es chica tarea defender a una gobernante o una familia gobernante cuyo patrimonio en una docena de años se incrementó en aproximadamente 1.500%. Y solo con el sueldo de funcionario. CFK ha sido procesada por la justicia –en más de seis casos– y se ha decretado su prisión. Si está libre es por sus fueros de senadora. Lo mismo pasa con su hijo Máximo, diputado. Florencia, el otro miembro de la familia, se guareció en Cuba, “por estar deprimida”, y su madre (en libertad condicional de hecho) la visita, con permisos de los jueces, cada dos o tres semanas. Toda una farsa.
El misterio, que solo habrá de develarse en la elección, es cómo incide todo esto en la decisión de los argentinos.
El tema de la corrupción es importante, pero pasa a segundo lugar frente a temas como el de la inseguridad y más aún frente a las urgencias y las necesidades del día al día.
“Piove, governo ladro”, y esta es la máxima. El problema no es cuánto se robó Cristina, sino que 40% de los argentinos hoy tienen problemas para comer y el responsable es Macri. Si le dejaron un país fundido, ese era su problema y su tarea la de cambiarlo; no pudo o no ha podido cumplir con ella. Ya sea por falta de estatura para la función o por frivolidad. Es una cuesta difícil de remontar y más con semejante sobrepeso. Los argentinos dirá.