Frente a despliegue militar en la frontera
Colombia sigue prudente ante maniobras venezolanas y la incógnita de Bolton

• El comercio, principal motor de la economía cucuteña, permaneció activo como cualquier día a pesar del incremento de la tensión verbal y de los ataques de Maduro

El Gobierno colombiano mantuvo este martes la prudencia ante las maniobras militares que comenzó Venezuela en la región fronteriza y la incógnita que se abre acerca de la política exterior estadounidense tras el despido que hizo Donald Trump de su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton.

Frente al despliegue militar en la zona de frontera que comenzó por orden del mandatario venezolano, Nicolás Maduro, la ciudad colombiana de Cúcuta que alberga el principal paso fronterizo entre los dos países permaneció en calma.

La calma se reprodujo en los principales puentes fronterizos que conectan Colombia con las ciudades venezolanas de Ureña y San Antonio, ambas en el estado Táchira, que no vieron alterada su cotidianidad.

Eso sí, el tránsito está limitado al paso de peatones y durante un periodo de 14 horas, dos medidas en vigor desde hace años y tomadas por orden de Maduro.

El comercio, principal motor de la economía cucuteña, permaneció activo como cualquier día a pesar del incremento de la tensión verbal y de los ataques de Maduro.

La respuesta oficial del Gobierno colombiano llegó por boca de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, quien afirmó que su país no caerá en la provocación que considera que hace Maduro.

«Sabemos que aquí lo que se quiere es hacer una provocación a Colombia, no se puede caer en provocaciones, no hemos sido nunca un país belicista», manifestó Ramírez a periodistas acerca de las acusaciones del presidente venezolano.

Ramírez pidió a sus conciudadanos a «tener la serenidad del caso» porque Colombia sabe que tiene «una fuerza pública suficientemente equipada, suficientemente capaz de atender amenazas».

El llamado de Ramírez tuvo eco absoluto en la población colombiana que mantuvo su serenidad casi indiferente incluso en las regiones de frontera donde en varias ocasiones han visto como la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, policía militarizada) ha cruzado la raya limítrofe.

Maduro declaró la semana pasada una «alerta naranja» en los 2.219 kilómetros de porosa frontera que Venezuela comparte con Colombia y ordenó realizar maniobras castrenses y desplegar misiles en esa franja hasta el próximo 28 de septiembre.

Las acusaciones de Maduro hacia Colombia, casi un mantra desde hace años, giran alrededor de supuestos complots contra su vida orquestados desde Bogotá de los que ha llegado a acusar al expresidente Álvaro Uribe.

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Además, en varias ocasiones ha acusado a grupos paramilitares colombianos de estar detrás de sabotajes en Venezuela.

De otro lado, Colombia acusa a Venezuela de haberse convertido en un santuario para los líderes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla en armas en el país, así como a los líderes disidentes de las FARC que se han alejado del proceso de paz, una acusación constatada por varias organizaciones y la inteligencia militar.

En opinión del politólogo Juan Carlos Ruiz, profesor de la Universidad del Rosario y exasesor del Ministerio de Defensa, las maniobras venezolanas responden a una estrategia de «mostrar los dientes para disuadir o intimidar cualquier acción del país vecino».

Sin embargo, Ruiz recordó que este tipo de escalada en las acusaciones no es nueva y «siempre ha habido rumores desde hace mucho tiempo sobre una posible confrontación por mutuas recriminaciones entre Colombia y Venezuela».

«Esas mutuas recriminaciones han llevado siempre a una posible amenaza de conflicto que sería claramente una solución muy exagerada y muy desproporcionada para este tipo de recriminaciones», subrayó.

Sin embargo, el analista se muestra convencido de que ambos Gobiernos serán lo «suficientemente sensatos» para ver «las magnitudes de lo que es un conflicto bélico» puesto que «cualquier guerra necesita de ingentes esfuerzos financieros» que en este momento sería un esfuerzo muy grande para los dos países.

En coincidencia con ello, la vicepresidenta Ramírez aseguró que «Colombia no será jamás un país agresor» y en caso de ser agredidos, una hipótesis que espera que «jamás se produzca», considera que tendrían en su favor «la reacción» de sus aliados en la comunidad internacional.

Precisamente Ruiz destacó que las medidas tomadas hasta ahora por Colombia en lo referente a la crisis venezolana «eran obra del recién despedido consejero de seguridad de EE.UU.» John Bolton y «no sabemos cómo será la actitud» de la potencia norteamericana a partir de ahora con su despido del cargo.

«Creo que buena parte de la agenda de Colombia hacia Venezuela ha sido dictada por EE.UU.», aseguró.

También consideró que ante la crisis venezolana y la falta de eficiencia reciente de Colombia a la hora de combatir a los grupos armados ilegales la tensión supone «una cortina de humo» para ambos.

Entre tanto, miles de venezolanos volvieron a agolparse en la zona de Cúcuta más cercana a la frontera donde compran productos de primera necesidad, se dedican a la venta informal o reclaman las remesas que envían sus familiares desde el extranjero.

Con información de EFE

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