Pese a que el presidente Iván Duque ya lleva más de un año en el Gobierno, se sigue escuchando en las calles que el país se convertirá en otra Venezuela y sigue rondando el fantasma del “castrochavismo”.
Y es que la violencia ha vuelto a amenazar los municipios no solo por el asesinato de líderes sociales, sino que, ad portas de las elecciones regionales, se reportan atentados contra los candidatos, secuestros, amenazas y, además, el reciente anuncio del rearme de un grupo de disidentes de las Farc, son hechos que muestran un panorama confuso en el país.
Entonces ¿somos o no Venezuela? fue el cuestionamiento que hicimos a algunos analistas, debido a toda la crisis por la que en estos momentos atraviesa el país, quienes consideran que hay muchos elementos que diferencian a los dos Estados.
Sobre el particular, Fabián Sanabria, Doctor en Sociología, señala que el interrogante ¿somos o no somos Venezuela?, es un tipo de frase temeraria y puede considerarse un cliché para atemorizar a la gente.
Asimismo, considera que “pagar con la misma moneda ad portas de las próximas elecciones no sería muy ético ni muy estético. Somos lo que somos y obviamente hay que recordarle a la gente que mereceremos los gobernantes por los que votemos, y que si la gente vende su voto pues evidentemente va a tener un candidato corrupto “.
Normalmente en redes o en las opiniones de las personas aparece el fantasma de Venezuela como un elemento movilizador en términos políticos, como sucedió en la campaña presidencial, locales ó en la del Congreso, explica Julián Escobar, Investigador de la Universidad Piloto de Colombia.
De acuerdo con Escobar, en cuanto a movilización política juega un papel importante porque los ciudadanos se pueden interesar de dos maneras: una en términos de esperanza y a través de los miedos. Además, como el ciudadano no tiene ni el tiempo ni las ganas de sentarse a leer un programa de Gobierno, elige más movido por cierto grado de sentimiento que aflora en los procesos de campaña política y tiene unos elementos, que cuando ocurren cosas que para la opinión pública no son positivas, empiezan a ser paralelos con la realidad del otro país que es nuestro referente inmediato de cosas malas que están pasando, como el problema con el precio del dólar, la economía que no arranca, el desempleo que está aumentando y el drama mismo de los venezolanos acá en nuestro país y, eso hace que se empiecen a establecer paralelos.
En opinión de Suelen Castiblanco, Docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de La Salle, cuando se estaba hablando de que nos íbamos a volver como Venezuela, era como “satanizar la puesta socialista que en su momento el presidente Chávez inició hace ya más de 20 años en el caso venezolano, entonces, en esa medida, digamos, creo que la idea o la amenaza iba por ese lado, como por ejemplo, que se iba a expropiar a los pequeños propietarios de tierras o que el Estado iba a controlar toda la industria nacional”.
Finalmente, Alexander Arciniegas, Analista Político, manifiesta que “afirmar que nos volvimos Venezuela, desconoce importantes diferencias sociopolíticas y trayectorias históricas singularizantes. Pero hay problemas comunes que evidencian la debilidad de nuestras democracias: para comenzar, hoy Colombia vive una crisis económica que golpea el empleo y es el producto de su dependencia de las exportaciones de carbón y petróleo en la que este gobierno insiste, y de sus medidas económicas que como la reforma tributaria han sido contraproducentes debilitando el empleo y consumo de las familias”.
Además, precisa Arciniegas, el gobierno Duque ha tenido dificultad para aceptar la división de poderes, no solo considerando su incomodidad con la JEP, sino los ambiguos señalamientos a la Corte Constitucional en decisiones judiciales como la de las objeciones a la JEP la libertad de Santrich.
DIFERENCIAS VS. SIMILITUDES
Suelen Castiblanco, Docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de La Salle, argumenta que las diferencias con Venezuela son muchas, como el modelo económico, en términos políticos no se ha llegado a los niveles de Venezuela pues aquí, por ejemplo, jamás se ha suspendido el Congreso que es el equivalente a la Asamblea Nacional.
Otra diferencia, de acuerdo con Julián Escobar, Investigador de la Universidad Piloto de Colombia, es que la separación de poderes en términos funcionales se mantiene, las Cortes tienen una independencia importante y el estado de derecho se respeta de una manera profunda, lo que hace que la realidad de los dos países sea muy diferente.
Finalmente, Alexander Arcniégas, Analista Político, considera que “las salidas en falso del presidente Iván Duque y su enorme impopularidad también son comparables a lo que ocurre en Venezuela, lo mismo que la corrupción del sistema político y los serios reparos que muchos formulan a la transparencia del sistema electoral, recordemos las fotocopias en las elecciones de 2018 o el software de la Registraduría”.
Fuente: La Vanguardia