
En el marco del Foro Internacional “Desafíos de la Democracia. La Doctrina Almagro”, quiero alzar mi voz no solo como sindicalista y presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), sino como exiliado político, como víctima de persecución, tortura y cárcel bajo un régimen autoritario que ha secuestrado la libertad, los derechos humanos y la soberanía de mi país.
Desde el destierro, observo con profunda preocupación la expansión del llamado socialismo del siglo XXI, una maquinaria perversa sin ideología, sin doctrina, sin sustento filosófico ni Doctrinario. No es socialismo, ni lo ha sido. Es un proyecto de dominación disfrazado, que instrumentaliza el hambre, la ignorancia y el resentimiento para consolidar regímenes represivos al servicio de intereses geopolíticos foráneos y de las mafias internacionales.
Esta amenaza no es exclusiva de Venezuela
Hoy tiene brazos extendidos en Cuba, Nicaragua, Bolivia, Colombia, México, entre otros, y amenaza con instalarse, incluso, en los propios Estados Unidos. El virus totalitario ya no es solo un riesgo regional; es un cáncer ideológico que se propaga a la sombra de la permisividad internacional.
Es hora de que los Estados Unidos, como bastión histórico de la libertad, actúe con decisión. No basta con declaraciones diplomáticas o sanciones simbólicas. Se requiere una política activa, firme y sostenida para frenar esta escalada autoritaria, que encuentra respaldo en potencias como China, Rusia, Irán y otras que buscan socavar el orden democrático en nuestro hemisferio.
Alerto a la comunidad internacional: si no se detiene ahora este avance, mañana será demasiado tarde. El comunismo que hoy se tolera en Caracas o La Habana, mañana tomará forma en Washington o Nueva York. Pensar que esta amenaza no llegará a Estados Unidos es una ingenuidad peligrosa. De hecho, ya está aquí, disfrazado de discurso progresista, de justicia social, de revolución democrática.
Los pueblos de América Latina están solos
Sus instituciones han sido corroídas. Sus líderes democráticos, perseguidos o silenciados. La única barrera real contra esta plaga ideológica puede y debe ser una coalición de democracias liderada por Estados Unidos, que no solo denuncie, sino que actúe, combata y desmantele estos regímenes que operan como redes criminales internacionales.
Como hombre de lucha, como venezolano, como sindicalista, y como Protagonista y testigo de lo que ocurre cuando una nación cae en manos del totalitarismo, hago un llamado urgente y categórico: no esperen a que el fuego llegue a su casa para actuar.
“ Cuando las Bardas del Vecino Ardan pon las tuyas en remojo”.
El momento de defender la democracia —con toda la fuerza, con todas las armas, con todo el poder de la ley y la diplomacia— es ahora. La lucha es Ahora.