
EL VENEZOLANO COLOMBIA
Uruguay llora la pérdida de uno de sus líderes más emblemáticos. José “Pepe” Mujica, expresidente y figura destacada de la izquierda latinoamericana, falleció este martes tras una larga batalla contra el cáncer de esófago. S
u vida y obra trascendieron fronteras, marcando un antes y un después en la política de la región por su estilo de vida sobrio, su pensamiento libre y su coherencia ética.
Un luchador desde la juventud
José Mujica nació en Montevideo en 1935. Desde temprana edad se sintió atraído por la política, y en su juventud se integró al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
Participó activamente en acciones armadas durante los años 60 y 70, lo que lo llevó a pasar más de una década preso bajo la dictadura uruguaya. Su tiempo en cautiverio, sin juicio ni sentencia, lo convirtió en un símbolo de resistencia.
La transformación del guerrillero en estadista
Tras recuperar la libertad en 1985 con la amnistía, Mujica abandonó las armas para reincorporarse a la vida democrática. Fue electo diputado, luego senador y, finalmente, presidente en 2010.
Durante su mandato rechazó los lujos del poder, vivió en su modesta chacra, manejó un viejo escarabajo y donó la mayor parte de su salario. Su actitud generó admiración global y lo colocó como ejemplo de gobernante honesto.
Avances sociales y derechos civiles
Durante su gestión, Uruguay avanzó en derechos humanos con políticas progresistas. Legalizó el aborto, aprobó el matrimonio igualitario y reguló el mercado de la marihuana, convirtiéndose en pionero a nivel mundial.
Mujica enfrentó estos temas con pragmatismo y firmeza, defendiendo la libertad individual como un valor esencial del ser humano. Estas medidas consolidaron su figura como un reformista audaz y visionario.
Despedida de un referente
En enero de 2025, Mujica anunció que su enfermedad era irreversible. A pesar del diagnóstico, mantuvo la serenidad que lo caracterizaba. Falleció rodeado del cariño de su pueblo y de su compañera de vida, Lucía Topolansky, quien también fue una pieza clave en la política uruguaya.
Con su partida, América Latina pierde una voz crítica, comprometida y coherente, que eligió siempre la verdad por encima de la conveniencia.
La historia de José Mujica no termina con su muerte. Su ejemplo quedará vivo en la memoria de millones que lo vieron como un líder distinto: humano, humilde y profundamente libre.