
EDITORIAL DE EL VENEZOLANO COLOMBIA
Mario Vargas Llosa, el renombrado escritor peruano y Premio Nobel de Literatura en 2010, mantuvo una relación significativa con Venezuela, marcada no por lazos personales o literarios directos, sino por su compromiso intelectual y político con la defensa de la democracia y la libertad en América Latina.
A lo largo de su carrera, Vargas Llosa se pronunció de manera contundente sobre la situación política venezolana, especialmente durante los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, convirtiéndose en una de las voces más críticas del régimen chavista y un firme aliado de las causas democráticas en el país.
Un crítico del chavismo desde sus inicios
La relación de Vargas Llosa con Venezuela se intensificó a partir de finales del siglo XX, cuando Hugo Chávez asumió la presidencia en 1999. Inicialmente, el escritor observó con preocupación cómo el proyecto político del chavismo, presentado como una “revolución bolivariana”, comenzó a erosionar las instituciones democráticas. Para Vargas Llosa, Venezuela, que había sido un ejemplo de estabilidad democrática en la región tras décadas de dictaduras, estaba retrocediendo hacia un modelo autoritario disfrazado de populismo socialista.
En diversos artículos, entrevistas y conferencias, Vargas Llosa denunció lo que calificó como la “autodestrucción” de Venezuela bajo el chavismo. En un debate en 2022 en Madrid, señaló que los venezolanos “votaron mal” al elegir a Chávez en elecciones libres, lamentando la “ceguera” que llevó al país a un “desastre económico inconmensurable”. Describió a Venezuela como un país que, gracias a su riqueza petrolera, había sido un faro de progreso en América Latina, pero que bajo el régimen chavista se sumió en la pobreza, la represión y el éxodo masivo de sus ciudadanos.
Visita a Venezuela y apoyo a la oposición
Uno de los momentos más destacados de la relación de Vargas Llosa con Venezuela fue su visita al país en 2014, en un contexto de intensas protestas estudiantiles contra el gobierno de Nicolás Maduro. El escritor llegó a Caracas para dictar conferencias y expresó su apoyo a la oposición, manifestando su deseo de que el diálogo entre el gobierno y los sectores disidentes fuera “efectivo” para evitar un mayor deterioro de la situación.
Sin embargo, no ocultó su escepticismo, afirmando que lo que ocurría en Venezuela tenía repercusiones no solo nacionales, sino para toda América Latina.
Durante su estancia, Vargas Llosa calificó las protestas como una “lucha importante” y siguió de cerca la crisis con “gran preocupación”. Su presencia en el país fue un gesto de solidaridad con quienes buscaban restaurar las libertades democráticas, y sus palabras resonaron como un llamado a la acción para la comunidad internacional.
Denuncias contra la “putrefacción” del régimen
A medida que la crisis venezolana se agravaba, las críticas de Vargas Llosa se volvieron más contundentes. En 2015, durante un discurso en Charleston, Estados Unidos, ante la Sociedad Interamericana de Prensa, describió a Venezuela como un caso de “putrefacción total” debido al “socialismo del siglo XXI”. Acusó al gobierno de Maduro de estar controlado por “mafias” y señaló a los militares como cómplices de la corrupción generalizada. También reprobó la “falta de coraje” de los gobiernos latinoamericanos, que, según él, mantenían una postura neutral ante lo que consideraba una “dictadura creciente”.
En 2019, Vargas Llosa volvió a alzar la voz contra el régimen venezolano, esta vez por la elección de Venezuela como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Calificó esta decisión como una “vergüenza” y atribuyó la inclusión del país a la “ignorancia crasa” de algunos delegados sobre la realidad latinoamericana. Para el escritor, era inaceptable que un gobierno acusado de violaciones sistemáticas de derechos humanos ocupara un puesto en un organismo destinado a protegerlos.
Solidaridad con la oposición y líderes democráticos
Vargas Llosa no solo criticó al régimen, sino que también expresó su respaldo activo a figuras clave de la oposición venezolana. En 2019, tras el levantamiento liderado por Juan Guaidó y la liberación de Leopoldo López, el escritor emitió un pronunciamiento en nombre de la Fundación Internacional para la Libertad, manifestando su “solidaridad y respaldo decidido” a ambos líderes. En sus palabras, la lucha por la libertad en Venezuela era una causa que trascendía fronteras, y exhortó a los opositores a mantenerse unidos para no favorecer a la dictadura.
Asimismo, en 2018, Vargas Llosa afirmó que la “única solución” para Venezuela era “precipitar la caída del régimen”, instando a la comunidad internacional a no darle más “oxígeno” a Maduro. Estas declaraciones reflejaban su convicción de que el cambio en Venezuela requería una acción decidida y coordinada, tanto interna como externa.
Un legado de compromiso con la libertad
La relación de Mario Vargas Llosa con Venezuela no se limitó a críticas puntuales, sino que formó parte de su compromiso más amplio con los valores democráticos y la libertad individual. Su trayectoria como intelectual lo llevó a posicionarse contra cualquier forma de autoritarismo, ya fuera de izquierda o de derecha, y Venezuela se convirtió en un caso paradigmático de los peligros que él asociaba con el populismo y la intolerancia ideológica.
En el ámbito literario, aunque ninguna de sus novelas principales está ambientada en Venezuela, su obra refleja una preocupación constante por los abusos de poder y las luchas por la libertad, temas que resuenan con la experiencia venezolana. Libros como La fiesta del Chivo, sobre la dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana, o Conversación en La Catedral, que aborda la corrupción bajo el régimen de Manuel Odría en Perú, muestran paralelismos con las dinámicas de poder que Vargas Llosa denunció en Venezuela.
Reconocimiento póstumo en Venezuela
Tras su fallecimiento el 13 de abril de 2025, numerosos venezolanos rindieron homenaje a Vargas Llosa, destacando su solidaridad con su causa. En publicaciones en redes sociales, se le recordó como un “firme aliado del pueblo venezolano” y un “denunciante permanente” de los excesos del régimen chavista. Algunos evocaron encuentros personales, como una conferencia en Nueva York en 2010 donde expresó apoyo a Venezuela, o su recepción del Premio Rómulo Gallegos en 1967 por La casa verde, un reconocimiento que lo vinculó tempranamente con el país.