
El Canal de Panamá es una de las infraestructuras estratégicas más importantes del mundo, facilitando el comercio internacional y asegurando la conectividad entre los océanos Atlántico y Pacífico. Su administración y control han sido históricamente un punto de interés geopolítico para las grandes potencias del mundo; especialmente para los Estados Unidos, también para América Latina y otros intereses globales. Sin embargo, el posible incumplimiento por parte de China de los “acuerdos de neutralidad“ establecidos en el Tratado Torrijos-Carter, podría representar una amenaza significativa para la estabilidad geopolítica y económica de la región y del mundo entero.
En este artículo, se analizará el impacto que podría tener la negativa de China a adherirse al Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá, su posible influencia en el control económico y geopolítico de la región, y las estrategias que Panamá y sus aliados podrían implementar para garantizar la estabilidad y seguridad del canal en el contexto internacional.
EL TRATADO TORRIJOS-CARTER Y EL PRINCIPIO DE NEUTRALIDAD DEL CANAL DE PANAMÁ
El Tratado Torrijos-Carter, firmado en 1977 entre Panamá y Estados Unidos, estableció la transferencia de la administración del Canal a Panamá, lo que se materializó el 31 de diciembre de 1999. Sin embargo, para garantizar el uso libre y sin discriminación del canal para todos los países del mundo, se firmó un segundo acuerdo clave: El Tratado de Neutralidad y Funcionamiento Permanente del Canal de Panamá.
Este tratado garantiza que, en tiempos de paz y de guerra, el canal permanezca abierto y neutral, sin que ninguna nación imponga su dominio sobre su administración. Estados Unidos, como garante del tratado, mantiene el derecho de intervenir militarmente en caso de que la neutralidad del canal se vea amenazada.
El problema surge cuando una potencia extranjera como China, con fuertes intereses económicos en Panamá y el control de algunos puertos clave, no se adhiere formalmente a este tratado de neutralidad. Esto genera un riesgo geopolítico que podría comprometer la estabilidad y el acceso equitativo al canal.
LA INFLUENCIA CHINA EN PANAMÁ Y EL RIESGO DE UNA CRISIS GEOPOLÍTICA
En las últimas décadas, China ha expandido su influencia en América Latina a través de inversiones estratégicas en infraestructura, telecomunicaciones, energía y logística. En el caso de Panamá, empresas chinas han obtenido concesiones para operar puertos clave, como Balboa y Colón, y han mostrado interés en proyectos de infraestructura vinculados al comercio marítimo.
La negativa de China a firmar el Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá genera preocupaciones en varios niveles:
1. Riesgo de Manipulación del Tráfico Marítimo: Si China tuviera un control significativo sobre la infraestructura portuaria y comercial en Panamá, podría privilegiar su propio comercio o restringir el acceso a ciertas naciones en caso de conflictos geopolíticos.
2.Vulnerabilidad ante una Guerra o Conflagración Global: En un escenario de conflicto entre China y otras potencias, el canal podría convertirse en un punto de tensión estratégica, donde China buscaría imponer su influencia sin comprometerse con la neutralidad establecida en el Tratado Torrijos-Carter.
3. Amenaza a la Seguridad Regional y al Rol de Estados Unidos: Si China logra obtener un control significativo sobre las operaciones portuarias y comerciales sin adherirse a los acuerdos de neutralidad, esto podría reducir la capacidad de Estados Unidos y sus aliados para garantizar la seguridad y estabilidad en la región.
4.Impacto en la Economía Global: Más del 6% del comercio marítimo mundial pasa por el Canal de Panamá. Un posible conflicto de intereses o una administración parcializada afectaría la economía mundial, generando retrasos logísticos y aumentando los costos del comercio internacional.
ESTRATEGIAS PARA GARANTIZAR LA NEUTRALIDAD DEL CANAL DE PANAMÁ
Ante esta situación, es fundamental que Panamá y la comunidad internacional adopten medidas estratégicas para asegurar que el Canal de Panamá permanezca bajo un régimen de neutralidad real y funcional. Algunas estrategias clave incluyen:
1. Presión Diplomática sobre China: La comunidad internacional, liderada por Panamá y Estados Unidos, debería instar a China a firmar formalmente el Tratado de Neutralidad, comprometiéndose a respetar las reglas del libre tránsito sin imponer restricciones comerciales o estratégicas.
2. Refuerzo del Marco Jurídico Panameño: Panamá podría modificar su legislación para impedir que naciones que no adhieran al tratado de neutralidad administren puertos o infraestructuras estratégicas dentro de su territorio.
3. Mayor Participación de Estados Unidos y Aliados en la Seguridad del Canal: Dado su rol histórico y estratégico, Estados Unidos podría reforzar su cooperación con Panamá en materia de seguridad, infraestructura y protección de la neutralidad del canal.
4. Supervisión Internacional Permanente: Se podría establecer un mecanismo de supervisión internacional, con participación de organismos multilaterales como la ONU y la OEA, para garantizar que el canal siga operando bajo principios de imparcialidad y libre tránsito.
5. Diversificación de Socios Comerciales y Estratégicos: Panamá podría fortalecer su relación con países que respeten el principio de neutralidad y diversificar sus inversiones en infraestructura marítima para reducir la dependencia de una sola potencia.
CONCLUSIÓN
El Canal de Panamá es un activo geopolítico clave no solo para América Latina, sino para el mundo entero. El hecho de que China no se adhiera al Tratado de Neutralidad representa una amenaza para la estabilidad de la región y para el comercio global. En este contexto, Panamá debe adoptar una postura firme, garantizando que ningún actor externo pueda vulnerar su soberanía y la neutralidad del canal.
El futuro del Canal de Panamá depende de una estrategia diplomática y jurídica sólida, que impida que una sola potencia tenga un control desmedido sobre su funcionamiento. La cooperación entre Panamá, Estados Unidos y la comunidad internacional será clave para mantener la paz, estabilidad y seguridad jurídica y funcional de esta infraestructura, que constituye un ‘activo de interés estratégico global’, vital para el comercio internacional y mundial.