Periodista Miguel Mendoza tras ser expulsado de Nicaragua: “No teníamos derecho ni a leer”

◉ El comunicador social forma parte de los 222 presos políticos que expulsó el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Sueña con reencontrarse con su familia, recuperar la vida que tenía antes de 2018 y ver a su país libre. También sostiene que la lucha cívica le devolverá la libertad a su país

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Miguel Mendoza recuerda cada uno de los días que estuvo preso en Nicaragua. El periodista deportivo forma parte de las cientos de personas que han protestado en contra de las arbitrariedades del gobierno del mandatario Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo en los últimos cinco años. Mendoza fue uno de los 222 presos políticos expulsados por el régimen, además, fue despojado de su nacionalidad tras un artilugio legal. 

Después de casi 600 días preso, Mendoza participó este jueves, 16 de febrero, en una conversación vía YouTube con el director de El Pitazo, César Batiz, para contar su experiencia como perseguido político, su nueva etapa como exiliado en Estados Unidos y lo que piensa sobre el futuro de su Nicaragua natal.

Ya con unos días de descanso en suelo estadounidense y sin experimentar esa sensación de agobio propia del perseguido, dice que su mayor anhelo es reencontrarse con su familia: abrazar a su hija y a su pareja. También sueña con recuperar la vida que tenía antes del año 2018 y ver a su país libre. 

“Me siento mejor porque en la celda no teníamos derecho a leer, a hablar con los compañeros, a rezar ni siquiera”, contó el periodista. 

Agregó que es una libertad agridulce porque fue expulsado de su patria. Sin embargo, dijo Mendoza que no le da demasiado interés porque con “la lucha cívica del pueblo nicaragüense, que es creyente, eso (la situación política) va a cambiar”. 

—Usted es uno de los pocos, sino el único periodista deportivo que fue hecho preso político en todo el mundo. ¿Por qué comenzó a criticar con vehemencia a los Ortega-Murillo?

Siempre he criticado a los gobiernos de Nicaragua, pero se hizo más sentido desde el estallido social del 18 de abril de 2018, cuando empezaron a dispararles a estudiantes, a jovencitos, a personas que estaban protestando. Yo como periodista tengo un compromiso con la justicia, con la verdad. ¿Por qué salté de un lado a otro? Hay que vivir en Nicaragua para conocer la esencia de la carrera que he logrado desarrollar. Yo estuve en un programa donde siempre se ha opinado sobre política y sociedad. 

Es un programa que rompe los esquemas porque se podía empezar con cualquier tema de actualidad. Eso se prestó para la discusión y el debate. Desde 1995 he dado mi opinión y lo hice con este gobierno y con los anteriores. Cuando se da el estallido social, me llegan mensajes a mi página de Facebook que decían: «Miguel, no estás diciendo nada». Entonces comienzo a ir a las marchas, a ver lo que estaba sucediendo y a contarlo. Me convertí en un captador de información, incluso yo di información antes que los grandes medios, por los mensajes que me llegaron de la gente. 

—Es en 2021 cuando lo detienen luego de pasar tres años, ¿hubo amenazas? 

Hubo asedio, persecución constante, amenazas desde 2018 hasta que fui capturado. En agosto de 2018 se meten a robar en mi casa en un momento donde estaban secuestrando a opositores en la calle. Al día siguiente sacaron un comunicado donde me declararon persona no grata y me prohibieron entrar a los estadios. 

Lo más delicado ocurrió el 5 de diciembre de 2018: cinco paramilitares me estaban esperando afuera de mi casa muy temprano en la mañana, yo iba con mi pareja y nos pusieron una pistola en la cabeza. Yo creí que me iban a detener, una semana después confiscaron el medio 100% Noticias; a mí me robaron la camioneta y todos los equipos que tenía. Luego vino la persecución, si estaba en alguna actividad se me acercaban y me decían amenazas al oído. 

Robado, perseguido, encarcelado y condenado. Me dieron con todo. Me decían vamos por vos y lo hicieron Miguel Mendoza

—Lo detuvieron el 21 de junio de 2021. ¿En ese momento conoció las razones de tu detención?

El día transcurría de manera normal para mí. Ya habían apresado a otros opositores. Yo sabía que estaba en la mira, sabía que en determinado momento iban a venir por mí, pero creí que iba a ser de los últimos y fui de los primeros. Ese día ocurrió algo curioso: llamé algunos colegas y les pregunté qué iban a hacer, mis hermanos también estaban nerviosos y me dijeron que me fuera a Estados Unidos.

En la tarde alguien me puso un mensaje que iban a detener a la exprimera dama María Fernanda Flores y a Calos Fernando Chamorro, y “van por ti”. Me dije, cómo me van a poner en la misma balanza que ellos. 

El nerviosismo empezó cuando Carlos Fernando publicó un tuit informando que allanaban su vivienda, que él no estaba allí y que responsabilizaba al gobierno de Nicaragua por las personas que estaban en su residencia. Eso lo retuiteé y me dije me voy de acá, de la casa, porque no quería que mi hija viviera ese trauma. Cuando llego a la casa de mi amigo, ya había patrullas (…) Me llevaron al Chipote, me tomaron las huellas y no me dijeron por qué me detuvieron. Me dijeron que había una orden de captura en mi contra dos días después, cuando me llevaron al juzgado. 

Además, me cuestionaron por mi trabajo periodístico. Pasó un largo período de interrogatorios hasta culminar con el juicio. Cuando llegué al Chipote era el número 18, llegamos a estar allí en la primera etapa 36 (personas) y luego unos 70. 

—¿Lo torturaron?

Golpes no, fue una tortura psicológica: estábamos dormidos pasaban a toda hora para que no pudiera dormir, no se podía leer, no podíamos hablar entre nosotros, no había atención médica. Había maltrato y la comida era terrible. El aislamiento fue duro, el no saber de mi familia, el no tener respeto del debido proceso. 

No quiere decir que no les crea a mis hermanos sobre las torturas que vivieron en 2018. Los informes de derechos humanos lo han demostrado con evidencias.  

—¿Cuándo se enteró que estaba libre, pero expulsado de Nicaragua?

Como cinco minutos antes de dejar el autobús. Nos trajeron ropa de civil y zapatos. Nos entregaron bolsas plásticas con la ropa y quienes lo hacían eran los que interrogaban. Eso nos alertó que pasaba algo, pero los autobuses tenían cortinas negras. No sabíamos a dónde íbamos; especulamos si íbamos a la cárcel modelo, o la frontera. 

Luego nos dan unos documentos que debemos firmar porque nos íbamos a Estados Unidos. En el autobús estábamos todos, no solo los de más alto perfil. 

—Al salir del presidio, ¿cuál fue su primer pensamiento?

Yo me puse a cantar el himno nacional y pensé que otros amigos me iban a seguir. Pero un compañero me dijo: “Cállate Miguel, cantemos en el avión”. 

En ese momento no sabía que nos iban a quitar la ciudadanía, porque nos borraron todo el registro. Pero mi mayor pensamiento era si mi familia lo sabía. 

No miré la luz del día durante muchos días, no veía las estrellas, no maniobré un teléfono, no veía televisión, usé muy poco un lapicero. Las manos me temblaban

También supe de la campaña de mi familia, los dibujos que hacía mi hija y que colgaban en las redes, las declaraciones que hizo mi pareja, mis hermanos. Además, el periodismo independiente cerró filas conmigo, no solo el de Nicaragua sino de todo el mundo. No estuve solo, sentí el acompañamiento del periodismo exigiendo mi libertad. 

—¿Cómo son sus días ahora en libertad?

No he recuperado mi normalidad. Estoy en Estados Unidos, acá vive mi hijo. He estado dando entrevistas a todos los periodistas que lo necesiten. 

—¿Cuál es el sueño para Miguel? 

Mi sueño inmediato es abrazar a mi hija y a mi mujer. Luego regresar a mi país y verlo libre, un país para todos, no para un pequeño grupo sino para todos los nicaragüenses. 

Recuperar la vida que tenía antes de 2018. Estar en los estadios y seguir haciendo mi pasión: el periodismo deportivo. 

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