Durante mis nueve años como ciudadano en Colombia he vivido y estudiado el fenómeno del Permiso Especial de Permanencia (PEP) que otorga a los venezolanos Migración Colombia.
Ese estudio lo he hecho en mis recorridos por Bogotá y escucho el análisis sobre el tema que realiza mi equipo en diversas ciudades del país. ¿El resultado? La realidad puede ser muy diferente a la que en este momento recoge y visibiliza el Estado colombiano. Si bien es cierto que el PEP ha contribuido para dar regularización al migrante venezolano, no ofrece un nivel de seguridad jurídica y social estable y de alcance.
¿Por qué? Ilustro con un ejemplo: Mientras un visado otorgado por la cancillería colombiana y estampado en el pasaporte, ofrece lo que llaman los expertos “Ánimo de Permanencia” (proceso de establecerse y que eventualmente lleva a ser beneficiarse de la ciudadanía en el país de acogida), con el PEP esa posibilidad no existe.
Entonces, ¿para qué sirve el PEP?
Es una pregunta que se hacen a diario los titulares de este documento de regularización cuando viven su «frenazo» o la imposibilidad de abrir cuentas bancarias, acceder a servicios de telefonía, Internet, televisión, créditos bancarios.
A este realidad se suma el desconocimiento de la norma por funcionarios y oficiales colombianos. Todo un panorama desfavorable para el migrante: tiene dificultad de acceder a un arriendo de vivienda, empleo con beneficios de ley, viajar por avión o contratar planes turísticos, entre muchas otras cosas, que sí pueden hacer los venezolanos migrantes con cédula de extranjería.
DESINTERÉS DEL MIGRANTE EN EL PEP
Según una encuesta realizada por Migración Colombia en octubre de 2019 bajo el decreto 1567, donde se registraban aproximadamente 68.884 migrantes venezolanos con Permiso Especial de Permanencia, solo 39.723 hicieron su renovación. ¿Cómo interpretar esa baja en la renovación? Para mí significa un desinterés del migrante sobre EL PEP, como documento regulatorio.
Si sumamos esto a que el 49% de nuestros migrantes tienen perfil profesional, y solo, léase bien, de ese universo de 68 mil personas, unas 15 mil reportan tener empleo formal ante una mayoría de 21.860 que dice estar desempleado o en la informalidad, estamos ante un escenario bastante cuesta arriba.
¿QUÉ HACEMOS?
Ante esta realidad, recogida de información oficial, he enviado al presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, un proyecto que fue redireccionado por Presidencia a Migración Colombia, para la atención humanitaria de los migrantes, nuevos y antiguos, como también su seguimiento, control y regularización, que va de la mano, con la revisión y posterior renovación de los beneficios y deberes que debe prestar el PEP a nuestros migrantes.
Para mí, esto es de esencial prioridad, pues la realidad de Venezuela no presenta al mediano plazo una salida política que permita a la migración más grande de Latinoamérica volver al país. Ante esto, como líder político y social, es mi deber presentar opciones, soluciones y proyectos que de la mano y con el apoyo de ustedes, ciudadanos de bien, podamos impulsar y hacer realidad.
Estas reflexiones y planteamientos, tienen el objetivo de lograr la integración de nuestra migración, acabar con la xenofobia y presentar al país la oportunidad de contar con una migración capacitada para su crecimiento, beneficio y reactivación económica.
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