Votar libre y democráticamente le costó un largo periodo histórico de sacrificio, coraje y valentía a este noble pueblo. La férrea dictadura de Juan Vicente Gómez y el tenebroso régimen del General Marcos Pérez Jiménez, dan fe de ello.
Hasta aquí hemos llegado, gracias al régimen de partidos, conquistado a sangre y fuego el 23 de enero de 1958. De nuevo, como ha sido en estas últimas cinco décadas, los venezolanos con capacidad de elegir definiremos el rumbo de lo que vendrá.
Esta campaña electoral ha estado signada por los llamados a la abstención y descalificaciones de todo género de una parte de la oposición, contra el otro sector opositor que, resolvió no salirse del carril electoral ni constitucional.
El 6D será la verdadera consulta, y ella tendrá resultados políticos, porque expresará el nuevo liderazgo existente a partir del 5E 2021 en la Asamblea Nacional.
Quienes asistan a la consulta, sepan que sus resultados siempre tendrán efectos inciertos, porque su efectividad no será vinculante y estará sujeta a variables no controladas por sus protagonistas.
El país entero ha visto como el principal responsable de la crisis que vivimos; asediado, solitario y aislado internacionalmente, no se cansa de promover la confrontación y el odio.
Maduro sabe que, hasta sus seguidores, no solo están acorralado por las tragedias generadas por él, sino que sus peroratas los tiene hastiados; de allí, su desesperado reto de anunciar que si no gana se irá.
Quiénes este domingo tienen firme la decisión de ir a votar, saben que Nicolás ha debido irse hace tiempo; por eso, sin mucha alharaca, le han aceptado el reto y saben que ha llegado el momento de ir por él.
Vamos a votar. Quien se abstenga y prefiera participar en la consulta abstencionista, tiene el derecho de hacerlo, pero le hará un daño terrible a esta gran oportunidad histórica de torcerle el brazo al gobierno de Maduro y hacer que definitivamente se vaya del poder usurpado.