EL VENEZOLANO COLOMBIA | EL TIEMPO
Ni siquiera el festival de música más grande que se haya realizado en el país logró convocar a los organizadores más importantes de conciertos y eventos; la pandemia, sí. Páramo Presenta, Ocesa Colombia y Live Nation se pusieron del mismo lado en un intento para sacar del fondo a la golpeada industria del entretenimiento.
La Caravana de autoconciertos, en el parque El Salitre de Bogotá, resulta de ese esfuerzo conjunto, luego de presentar propuestas a las autoridades, buscar un lugar donde llevar a cabo la idea, planear la logística, organizar los asuntos técnicos, reunir a los especialistas en cada apartado, ajustar presupuestos y programar a los artistas.
“Buscamos que fuera una muestra de artistas locales, que representara la riqueza musical que tenemos, que fueran reconocidos, potentes y de varios géneros –explica Sergio Pabón, director de entretenimiento en vivo de Páramo Presenta, acerca del cartel–. Es un ejercicio interesante porque mientras tuvimos ese tráfico tan alto de artistas internacionales, antes de la pandemia, a uno se le olvida que aquí hay gente muy talentosa. Esta es una oportunidad para mirar lo nuestro”.
Los autoeventos empezaron en la noche del miércoles 7 de octubre con el ‘stand up comedy’ de Juanpis González e irán hasta el 28 de noviembre. La programación incluye a Paola Jara, el Grupo Niche, Yuri Buenaventura, Monsieur Periné, Daniel Samper Ospina, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, Aterciopelados y Bomba Estéreo, entre otros, y cuenta con el apoyo de Experiencias Aval, la plataforma de entretenimiento del Grupo Aval.
El camino para llegar a este punto fue largo y demorado: debió superar reuniones con entidades gubernamentales con propuestas alrededor de los protocolos de bioseguridad exigidos por las autoridades. El asunto era casi agónico para un sector que ha estado en la sombra durante esta emergencia sanitaria.
“Necesitábamos que esto sucediera porque la cultura no ha sido prioritaria; aunque genera muchos empleos, es vista como una industria muy reciente, donde las cifras dejan muchas dudas de que estén siendo cuantificadas de manera integral y completa”, asegura la directora de Ocesa Colombia, Luz Ángela Castro.
La Caravana de autoconciertos cuenta con un aforo máximo de 1.200 personas. Para ampliar la oferta y con base en la más reciente resolución gubernamental que lo autoriza, se demarcaron unos espacios con rejas dentro de los cuales los asistentes pueden ubicarse en sus carros, motos (máximo dos) o bicicletas (cuatro en total). Fueron bautizados como los Parches a cielo abierto, en donde podrán permanecer cuatro personas del mismo círculo social.
El sonido contará con un sistema mixto: uno amplificado y otro que se puede escuchar dentro de los carros, a través de una frecuencia específica (como ocurre en los autocinemas). Dentro del lugar el único desplazamiento permitido es hacia los baños.
“Esto es un piloto, y dependemos de que el público responda de manera positiva para que pueda extenderse a otros formatos y lugares”, agrega Castro.
Las empresas responsables de la realización de festivales como el Estéreo Pícnic o de traer al país espectáculos como los del Circo del Sol saben que el proyecto Caravana es un principio de la reactivación del sector. Sin embargo, son conscientes de que no será un gran negocio para nadie, solo se trata de “volver a prender la máquina”.
En la plaza de eventos de Salitre Mágico se han organizado eventos de hasta 30.000 personas con boletería de 200.000 pesos en promedio. Hay un abismo al compararlo con la nueva propuesta de 1.200 asistentes, promediando una entrada 60.000 pesos por persona. Eso sí, los precios de las boletas dependen de la ubicación y de los artistas.
“No vamos a ganar mucho. Es más una forma de mantenernos activos y seguir conversando con el público para crear confianza y seguridad, que sepan que es posible hacer esto y que están en buenas manos”, expone la directora de Ocesa.“Todos hemos tenido que aterrizar nuestra economía a esta realidad”, acota Pabón. “Pero esto de los conciertos es algo que todos necesitamos, porque la música tiene ese poder de mejorarlo todo”.
Ni siquiera el festival de música más grande que se haya realizado en el país logró convocar a los organizadores más importantes de conciertos y eventos; la pandemia, sí. Páramo Presenta, Ocesa Colombia y Live Nation se pusieron del mismo lado en un intento para sacar del fondo a la golpeada industria del entretenimiento.
La Caravana de autoconciertos, en el parque El Salitre de Bogotá, resulta de ese esfuerzo conjunto, luego de presentar propuestas a las autoridades, buscar un lugar donde llevar a cabo la idea, planear la logística, organizar los asuntos técnicos, reunir a los especialistas en cada apartado, ajustar presupuestos y programar a los artistas.
“Buscamos que fuera una muestra de artistas locales, que representara la riqueza musical que tenemos, que fueran reconocidos, potentes y de varios géneros –explica Sergio Pabón, director de entretenimiento en vivo de Páramo Presenta, acerca del cartel–. Es un ejercicio interesante porque mientras tuvimos ese tráfico tan alto de artistas internacionales, antes de la pandemia, a uno se le olvida que aquí hay gente muy talentosa. Esta es una oportunidad para mirar lo nuestro”.
Los autoeventos empezaron en la noche del miércoles 7 de octubre con el ‘stand up comedy’ de Juanpis González e irán hasta el 28 de noviembre. La programación incluye a Paola Jara, el Grupo Niche, Yuri Buenaventura, Monsieur Periné, Daniel Samper Ospina, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, Aterciopelados y Bomba Estéreo, entre otros, y cuenta con el apoyo de Experiencias Aval, la plataforma de entretenimiento del Grupo Aval.
El camino para llegar a este punto fue largo y demorado: debió superar reuniones con entidades gubernamentales con propuestas alrededor de los protocolos de bioseguridad exigidos por las autoridades. El asunto era casi agónico para un sector que ha estado en la sombra durante esta emergencia sanitaria.
No vamos a ganar mucho. Es más una forma de mantenernos activos y seguir conversando con el público para crear confianza y seguridad
“Necesitábamos que esto sucediera porque la cultura no ha sido prioritaria; aunque genera muchos empleos, es vista como una industria muy reciente, donde las cifras dejan muchas dudas de que estén siendo cuantificadas de manera integral y completa”, asegura la directora de Ocesa Colombia, Luz Ángela Castro.
La Caravana de autoconciertos cuenta con un aforo máximo de 1.200 personas. Para ampliar la oferta y con base en la más reciente resolución gubernamental que lo autoriza, se demarcaron unos espacios con rejas dentro de los cuales los asistentes pueden ubicarse en sus carros, motos (máximo dos) o bicicletas (cuatro en total). Fueron bautizados como los Parches a cielo abierto, en donde podrán permanecer cuatro personas del mismo círculo social.
El sonido contará con un sistema mixto: uno amplificado y otro que se puede escuchar dentro de los carros, a través de una frecuencia específica (como ocurre en los autocinemas). Dentro del lugar el único desplazamiento permitido es hacia los baños.
“Esto es un piloto, y dependemos de que el público responda de manera positiva para que pueda extenderse a otros formatos y lugares”, agrega Castro.
Las empresas responsables de la realización de festivales como el Estéreo Pícnic o de traer al país espectáculos como los del Circo del Sol saben que el proyecto Caravana es un principio de la reactivación del sector. Sin embargo, son conscientes de que no será un gran negocio para nadie, solo se trata de “volver a prender la máquina”.
Necesitábamos que esto sucediera porque la cultura no ha sido prioritaria; aunque genera muchos empleos, es vista como una industria muy reciente.
En la plaza de eventos de Salitre Mágico se han organizado eventos de hasta 30.000 personas con boletería de 200.000 pesos en promedio. Hay un abismo al compararlo con la nueva propuesta de 1.200 asistentes, promediando una entrada 60.000 pesos por persona. Eso sí, los precios de las boletas dependen de la ubicación y de los artistas.
“No vamos a ganar mucho. Es más una forma de mantenernos activos y seguir conversando con el público para crear confianza y seguridad, que sepan que es posible hacer esto y que están en buenas manos”, expone la directora de Ocesa.“Todos hemos tenido que aterrizar nuestra economía a esta realidad”, acota Pabón. “Pero esto de los conciertos es algo que todos necesitamos, porque la música tiene ese poder de mejorarlo todo”.
Cada espectáculo tiene su reto: ubicar a los músicos de la Filarmónica o del Grupo Niche con sus instrumentos o que la tarima tenga la altura adecuada para lograr buena visibilidad desde cualquier localidad. Lo más importante aquí es la reactivación del ecosistema que hay alrededor de los conciertos y que, al fin, después de seis meses, empieza a despertar.
“La construcción del proyecto Caravana surge del espíritu de salir adelante, de bajar barreras de competencia y, más bien, de sumar talentos y contribuir en algo a la nueva realidad. Tuvimos que empezar de cero, así que solo es una propuesta para que la gente se sume”, concluye Castro.
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