Hace algunos años, los colombianos éramos apartados de las filas de control migratorio para ingresar a muchos países. Se nos hacían más preguntas y más registros de equipaje que a cualquier otro viajero. Afortunadamente eso cambió, pero nos hizo preguntar si el comportamiento de una minoría era motivo para juzgar toda una nacionalidad.
Desde hace 4 años, Colombia ha recibido la mayor migración de su historia: 1,8 millones de venezolanos han llegado y representan el 4 por ciento de nuestra población. ¿Hemos olvidado la historia y ahora juzgamos a toda una nacionalidad por las acciones de unos pocos? ¿Son ellos los que causan la inseguridad? Es necesario revisar la evidencia.
Muchas personas en Colombia hoy asocian los deterioros de índices de seguridad con la presencia de migrantes, lo que incita xenofobia. Estudios, como los de la Fundación Ideas para la Paz o el reciente de la Universidad de los Andes, muestran que no existe una relación significativa entre migración y crimen en Colombia.
A nivel general hay algún aumento sectorizado de delitos contra la propiedad, pero no existe relación de causalidad con los aumentos de homicidio. Esto es consistente con muchas investigaciones que sobre el tema se han realizado para diferentes países del mundo.
En lo que se refiere a comportamientos contra la convivencia del Código de Policía, 1 de cada 3 casos en que están involucrados migrantes se relacionan con ocupación de espacio público y, con tasas mucho menores, se encuentran riñas (6 por ciento) o consumo de estupefacientes (4,5 por ciento).
Acerca de los delitos de seguridad ciudadana, los datos de la Policía Nacional muestran que, en los tres primeros meses del 2020, el 7 por ciento de los capturados en Colombia son de nacionalidad venezolana. Este número, aunque ha aumentado en los últimos 4 años, es insuficiente para afirmar que cualquier cambio en las estadísticas de seguridad se da a causa de la migración, sobre todo si se analizan el tipo de delitos o la región.
A pesar de este comportamiento general, se requieren intervenciones puntuales en los lugares donde la densidad poblacional migrante y el porcentaje de capturados venezolanos son superiores al promedio nacional, por ejemplo, Villa del Rosario, Maicao o Arauca capital, municipios fronterizos. O casos aislados donde algunos migrantes han sido cooptados por estructuras criminales más organizadas, como puntuales situaciones recientes en Bogotá y Barranquilla.
Es importante destacar que el 5 por ciento de los homicidios en el primer trimestre de este año tienen a población venezolana como víctima, una cifra que también se ha venido incrementando en la medida en qué hay más migrantes dentro de nuestra comunidad.
Los medios de comunicación tienen un rol fundamental. ¿Es necesario mencionar la nacionalidad de quien comete un delito? Los estudios muestran que eso solo genera xenofobia y crea la percepción de que es un tema generalizado. El mismo documento de la FIP realizó un análisis del cubrimiento de muchos medios en temas de seguridad y migración, y Jhon Torres hizo una oportuna reflexión al respecto, en estas mismas páginas a inicios de este mes. Así como no es bueno generalizar, vale la pena que algunos medios revisen sus métodos al informar sobre estos temas.
Como en otras áreas en las que trabajamos para enfrentar la mayor migración de nuestra historia, en este tema también hay avances. Desde el Gobierno tenemos 5 líneas de trabajo para este desafío: i. Mejora en la captura, análisis y difusión de las cifras de seguridad y migración en trabajo con Policía Nacional y el DNP. ii. Apoyo a planes locales de seguridad que incluyan estrategias para seguridad y migración. iii. Intervenciones puntuales en los sitios donde haya situaciones que lo ameriten iv. Trabajo con academia y medios de comunicación para entender y evaluar mejor el fenómeno v. Judicialización efectiva de la minoría quienes sí cometen delitos, en conjunto con Migración Colombia, la rama judicial y la Policía Nacional.
El fenómeno migratorio es una realidad de mediano plazo para Colombia. Para avanzar debemos continuar con la agenda propuesta, la cual identifica retos, pero pone los temas en su justa dimensión. Seguiremos, como Gobierno Nacional, trabajando de la mano con autoridades locales y promoviendo mayor involucramiento de la academia y de los medios en este propósito.
Además de actuar en los lugares donde se requiera, hay que evitar alimentar la estigmatización que lleve a promover acciones antinmigrantes. Es la hora de no generalizar y no olvidar lo que aprendimos cuando éramos nosotros, los colombianos, los que por una odiosa e injusta discriminación éramos apartados de la fila.
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