El mundo está ignorando la tragedia venezolana

Por: Andrés Oppenheimer | Periodista y escritor argentino

Mientras veía el último debate demócrata antes de las primarias del “Súper Martes”, no pude evitar preguntarme por qué la tragedia humanitaria de Venezuela ni siquiera apareció en la discusión. Los precandidatos presidenciales hablaron sobre Israel, Siria, Corea del Norte e incluso sobre la educación en Cuba, pero ni siquiera mencionaron una de las mayores crisis del mundo, que está ocurriendo en su propio vecindario.

Claro que gran parte de la culpa es de los moderadores del debate de la cadena CBS del 25 de febrero, quienes –vergonzosamente– no hicieron ninguna pregunta sobre Venezuela. Y también puede ser que se deba a que el presidente Donald Trump, a pesar de ocasionales eventos de relaciones públicas dirigidos a los votantes cubanoamericanos y venezolanoamericanos de Florida, no ha colocado a Venezuela entre las principales prioridades de la política exterior de Estados Unidos.

Pero el hecho es que los aspirantes presidenciales están ignorando una crisis humanitaria que ha obligado a casi 5 millones de venezolanos a huir de su país en los últimos cinco años, y que ha dejado a 9,3 millones de venezolanos sufriendo hambre o inseguridad alimentaria, según las Naciones Unidas.

Lo que es peor, se han documentado al menos 6.800 muertes sospechosas de opositores en manos de la dictadura del presidente Nicolás Maduro, muchas de ellas ejecuciones extrajudiciales, tan solo desde principios de 2018, según la oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Eso es comparable a las ejecuciones políticas en el apogeo de las dictaduras militares de derecha de Argentina, Chile o Brasil de los años 70.

Pero no son solo los aspirantes presidenciales estadounidenses los que están ignorando la tragedia de Venezuela. Hay quienes están haciendo cosas aun peores.

El 24 de febrero, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con sede en Ginebra –un órgano separado de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Onu–, incorporó oficialmente a Venezuela como uno de sus 47 miembros. Sí, leyeron bien, Venezuela se convirtió en miembro de pleno derecho del Consejo de Derechos Humanos de la Onu.

El 18 de febrero, el grupo no gubernamental UN Watch lanzó una petición en el portal de internet Change.org para expulsar a Venezuela del Consejo, que ha recogido 129.000 firmas al momento de escribirse estas líneas. ¡Ojalá junte millones de firmas!

Aunque es una batalla diplomática cuesta arriba, técnicamente Venezuela podría ser expulsada del Consejo. Hay precedentes: el Consejo expulsó a Libia durante la dictadura de Muammar Al-Gadafi en 2011, después de una violenta represión contra manifestantes antigubernamentales en el país norafricano.

En algunos casos, la crisis de Venezuela no es solo ignorada, sino incluso trivializada.

El nuevo embajador de Argentina ante la Organización de Estados Americanos, Carlos Raimundi, dijo recientemente que su país tratará las protestas sociales en Venezuela “con el mismo interés” con que tratará las manifestaciones antigubernamentales de Chile. O sea, increíblemente, equiparó la situación de Venezuela con la de Chile.

Lo que dijo el diplomático argentino, que representa a un gobierno que se dice defensor de los derechos humanos, difícilmente podría ser más ridículo.

Chile tiene un presidente elegido democráticamente que, a diferencia de Maduro, no ha sido desconocido por más de 50 países por haberse robado una elección. Chile también tiene un Congreso en pleno funcionamiento y medios de prensa independientes. Venezuela no tiene nada de eso.

Además, Chile no tiene casi 5 millones de exiliados y refugiados. Y las decenas de muertes en las protestas antigubernamentales de Chile en los últimos meses no se acercan ni por asomo a las miles que se han documentado en las manifestaciones contra Maduro en Venezuela.

Y, sin embargo, los nuevos gobiernos de Argentina y México se han acercado recientemente al régimen de Maduro, reconociéndolo como un presidente legítimo.

¡Qué vergüenza! Los crímenes contra la humanidad del régimen de Venezuela deberían ser un tema prioritario para todas las democracias. Caso contrario, morirán miles de venezolanos más, y millones más se verán obligados a huir de Venezuela, creando una crisis migratoria aún mayor en las Américas.

Fuente: El Colombiano

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