
EL VENEZOLANO COLOMBIA
Venezuela enfrenta un inquietante déjà vu: los cortes eléctricos, la inflación descontrolada y la falta de divisas evocan los días más oscuros de 2019, cuando la nación atravesó una de las peores crisis humanitarias del hemisferio.
Hogares y empresas, temerosos de un retroceso, reactivan tácticas de subsistencia para capear el temporal económico. Mientras el sector privado se adapta, la respuesta gubernamental será clave para determinar si el país logra esquivar un nuevo colapso.
Un panorama que despierta temores
La economía venezolana, marcada por la inestabilidad, muestra señales alarmantes. Los cortes de energía, que afectan tanto a hogares como a industrias, han obligado a las fábricas a ajustar sus operaciones a horarios menos convencionales, como la noche, para mantener la producción.
Esta situación recuerda la parálisis que sufrió el país hace seis años, cuando la escasez de bienes esenciales y el deterioro de los servicios públicos llevaron a millones al borde de la desesperación.
Empresas en modo de supervivencia
El sector privado, consciente del riesgo, adopta medidas drásticas. Ejecutivos y empresarios, que prefieren mantenerse en el anonimato por temor a represalias, han comenzado a reducir costos operativos y a renegociar acuerdos comerciales para garantizar liquidez inmediata.
Algunos comercios, además, han optado por fijar precios en moneda local, evitando el dólar paralelo, cuya cotización elevada podría atraer sanciones gubernamentales. Estas estrategias reflejan la urgencia de protegerse ante un posible agravamiento de la situación económica.
Inflación y restricciones: Una combinación peligrosa
La presión inflacionaria, que alcanzó un 162 % en el último año según estimaciones independientes, amenaza con escalar aún más. La ausencia de datos oficiales, tras la decisión del banco central de suspender la publicación de indicadores, genera incertidumbre y dificulta la planificación.
Expertos como Ángel Alvarado, académico de la Universidad de Pensilvania, advierten que un endurecimiento de los controles monetarios podría desencadenar una devaluación masiva, disparar los precios y contraer aún más el consumo, sumiendo al país en una recesión más profunda.
El rol del Gobierno en el horizonte
Aunque las autoridades han relajado ciertas políticas restrictivas, como los controles de precios, persisten prácticas que limitan la libertad económica. Inspecciones frecuentes y multas arbitrarias mantienen al sector privado bajo presión.
Voces dentro de la industria abogan por una mayor apertura económica, argumentando que volver a medidas intervencionistas, como las aplicadas en la crisis anterior, solo agravaría el deterioro. La capacidad del gobierno para equilibrar estas demandas será decisiva para evitar un retroceso catastrófico.
Mirando hacia el futuro
La incertidumbre domina el panorama venezolano. Mientras los ciudadanos y las empresas se preparan para lo peor, la posibilidad de un nuevo colapso económico depende en gran medida de las decisiones políticas. Una apertura hacia reformas estructurales podría mitigar el impacto, pero el camino hacia la estabilidad sigue siendo incierto. Por ahora, Venezuela contiene la respiración, atrapada entre la memoria de un pasado sombrío y la esperanza de un futuro menos hostil.