
Por: José Ramón Villalobos, Director de El Venezolano Colombia
En los últimos años, Colombia se ha convertido en el principal destino para millones de venezolanos que han salido de su país en busca de estabilidad, seguridad y nuevas oportunidades. Lo que al principio fue un desafío humanitario, hoy se perfila como una de las más grandes oportunidades de integración social, económica y cultural para ambas naciones.
Colombia no solo ha dado pasos significativos en la regularización de esta población, como el Estatuto Temporal de Protección, sino que también ha abierto sus puertas al talento, la fuerza laboral y el espíritu emprendedor de los migrantes venezolanos. Esa integración, sin embargo, no es un proceso automático. Requiere voluntad política, compromiso ciudadano y estrategias de inclusión sostenibles.
Los beneficios son evidentes. En lo económico, los migrantes venezolanos han dinamizado sectores como el comercio, la construcción, la gastronomía y los servicios. Muchos emprenden, crean empleos y pagan impuestos. En lo social, la diversidad ha enriquecido el tejido cultural colombiano, aportando nuevas expresiones artísticas, saberes y tradiciones que hoy son parte del día a día en muchas ciudades.
Pero la integración va más allá de los números. Es también una apuesta por la reconciliación histórica entre dos pueblos hermanos. Colombia y Venezuela comparten más que una frontera: comparten raíces, sueños y desafíos comunes. La migración venezolana puede ser una oportunidad para fortalecer esos lazos y construir una región más solidaria y resiliente.
Es hora de dejar atrás los discursos de rechazo y apostar por la convivencia, la empatía y la inclusión. Porque cuando un venezolano se integra plenamente a la sociedad colombiana, no solo gana él: gana también Colombia.