
Recientemente, Migración Colombia publicó el Monitoreo de Dinámicas migratorias. Informe sobre flujos migratorios inversos: retos y acciones frente a una nueva dinámica migratoria. El documento da cuenta de los flujos migratorios, especialmente lo que denomina como “migración irregular inversa” proveniente de Centro América, un primer registro que busca evidenciar implícitamente las consecuencias de las medidas migratorias implementadas por los Estados Unidos desde la llegada de Donald Trump.
En dicho reporte se cubren los meses de enero y febrero de 2025, señalando un incremento del 41 % de los flujos migratorios venezolanos respecto del mismo periodo de 2024. En el caso de México-Colombia el incremento del flujo migratorio de venezolanos es del 71 % y en el de Panamá-Colombia es de 110 % para el período. En otras palabras, la autoridad migratoria evidencia un aumento en la movilidad internacional de los venezolanos desde y hacia Colombia.
El reporte también señala el “flujo migratorio irregular inverso” que se está dando en la zona del Darién y cómo hasta el momento dicho fenómeno no ha causado represamiento en los municipios colombianos que hacen parte de la ruta migratoria, pero que ahora van en la dirección inversa. El documento reseña como este nuevo flujo es de 1.885 migrantes, de los cuales un 1.599 son población venezolana, 6 del Perú, 4 de Ecuador y 2 de Chile. Indica que su composición es 56 % hombres, 26% mujeres, y 19% niños, niñas y adolescentes, de estos últimos 47,4 % entre los 1 a 7 años y 52,3 % entre los 8 a 17 años.
El texto del Observatorio de Migraciones, Migrantes y Movilidad Humana, el OM3 de Migración Colombia registra un cambio de dirección en el flujo migratorio en dirección a Centro América y los Estados Unidos, un cambio en la tendencia que prevaleció después de la pandemia y se podría llegar a identificar como un primer resultado de las medidas de contención migratoria de los países de la región y de las agresivas políticas de Trump.
No obstante, aún es temprano para sacar conclusiones, en el pasado se han presentado fenómenos similares de disminución en los flujos ante medidas de contención migratoria de las autoridades norteamericanas, pero después se han dado importantes repuntes. Sin embargo, uno de los matices que no se puede pasar por alto, es la agresividad frente al tema por el presidente de los Estados Unidos y su contagio en las narrativas de los gobiernos de la región, en particular contra la nacionalidad venezolana.
El documento de Migración Colombia añade un punto de observación adicional al complejo panorama que enfrenta Colombia con la población en condición de movilidad humana proveniente de Venezuela.
La emergencia humanitaria compleja prevalece en Venezuela, las causas que llevan a la población a migrar se mantienen y tienden aumentar a medida que se consolida la dictadura de Nicolás Maduro, más en este 2025, con los certámenes electorales y la transformación constitucional que planea ejecutar el régimen.
Venezuela ha perdido la cuarta parte de su población, y si bien ya no se ven los grandes grupos saliendo del hermano país, ni a los volúmenes de caminantes en las carreteras colombianas como en 2017 y 2018, si hay una salida constante y continua de ciudadanos que buscan la reunificación familiar. Niños, niñas y adolescentes que no tienen posibilidad de construir un proyecto de vida en la Venezuela del chavismo, la revolución desmanteló el sistema educativo. Asimismo, los adultos mayores no tienen posibilidad de acceder a los servicios de salud si no cuentan con los dólares que les envían sus familiares desde el exilio. Las causas de salida prevalecen y se ha sumado la represión policial del régimen que hoy se sostiene a partir de la coerción.
En el sur las cosas no son mejores para los venezolanos, el gobierno de Chile tan solidario con la causa democrática venezolana no lo es con la población que se encuentra en condición de movilidad humana. Las políticas del gobierno de izquierda contra la migración van en dirección a la contención migratoria y el endurecimiento de las medidas se focaliza en la nacionalidad venezolana.
En el Perú la xenofobia promovida por la presidenta Dina Boluarte y varios funcionarios del gobierno rompe con el proceso de integración de familias de venezolanos que habían hecho de ese país su hogar. Y en Ecuador, la violencia y criminalidad son el principal expulsor, ante los riesgos de reclutamiento forzoso de la población vulnerable venezolana.
Muchos venezolanos que buscaron construir su hogar en los países del sur hoy también hacen parte de lo que la autoridad migratoria colombiana ha llamado “migración irregular inversa” pero no de Centro América sino proveniente de Chile, Perú y Ecuador.
Entretanto en Colombia no son buenos tiempos para la migración venezolana, la pérdida de la cooperación norteamericana está impactado de forma directa la respuesta del Estado colombiano frente a la movilidad humana proveniente de Venezuela. Una parte importante del personal del nivel nacional y local que administraba, atendía y estaba a cargo del tema migratorio dependía de los recursos de USAID directa o indirectamente. Igualmente, muchas organizaciones de la sociedad civil, que también dependían de estos recursos están cerrando.
Hoy cuando todos los caminos de la población migrante venezolana parecen conducir en dirección a Colombia, los retrocesos en la gobernanza migratoria de la administración de Gustavo Petro y de los gobiernos locales, empezando por el gobierno de Galán en Bogotá y de Acevedo en Cúcuta, no auguran la mejor respuesta. Después de una década del inicio de la crisis migratoria proveniente de Venezuela, hoy no hay recursos, se está prescindiendo torpemente del capital humano y a pesar de la grandilocuencia de los discursos políticos se hace muy poco para mantener la respuesta colombiana frente a los nuevos desafíos.