
EL VENEZOLANO COLOMBIA
El aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas de Madrid se ha convertido en el hogar improvisado de cientos de personas que, sin otra alternativa, encuentran refugio entre sus terminales. Muchos de ellos son migrantes que llegaron a España en busca de oportunidades, pero la falta de empleo y vivienda los ha llevado a una situación de extrema precariedad.
Con mantas, sacos de dormir e incluso cartones, estas personas ocupan los pasillos cercanos a los mostradores de equipaje hasta que, en plena madrugada, el personal de limpieza les obliga a desalojar. A la espera de una solución por parte de las autoridades, viven con la constante incertidumbre de un posible desalojo definitivo.
Migrantes en busca de oportunidades
Entre los cientos de personas que pernoctan en Barajas, muchos son extranjeros que dejaron sus países con la esperanza de encontrar una mejor calidad de vida. Andrés, un colombiano de 25 años, llegó a España hace dos meses con la ilusión de labrarse un futuro, pero hoy vende caramelos y trabaja en la construcción para reunir dinero y regresar a su país.
Su caso no es único. La falta de documentación impide que los migrantes accedan a empleos formales, lo que los coloca en una situación de vulnerabilidad. Andrés denuncia que sin papeles “no valen nada” y que, aunque ha buscado apoyo en organizaciones, estos solo pueden ayudarlo cuando su visado de turista expire.
Historias de supervivencia y lucha.
Héctor Porras, un exmilitar venezolano de 40 años, también enfrenta dificultades, aunque ha logrado tramitar su Número de Identidad de Extranjero (NIE) con la ayuda de una organización. Desertó de la Fuerza Armada venezolana por razones políticas y, tras pasar por Ecuador, llegó a España en octubre pasado.
Desde hace cuatro meses duerme en el aeropuerto y lamenta el trato que algunos vigilantes dan a los sintecho, describiéndolo como “humillante y racista”. Su objetivo es salir de esta situación y traer a sus dos hijos desde Venezuela, pero para ello necesita un empleo estable que le permita sostenerlos.
El desafío de la estabilidad
Cristian Roldán, un argentino de 30 años, ha vivido en el aeropuerto durante cinco meses mientras intenta asentarse en España. Llegó hace más de un año y, aunque no ha podido regularizar su estatus migratorio, ha decidido “lucharla” por el futuro de sus tres hijos, quienes aún están en Argentina.
Para sobrevivir, vende accesorios de teléfonos móviles en la terminal, luego de fracasar en su intento de trabajar en la construcción debido a la explotación laboral que sufren los migrantes en situación irregular. Su mayor temor es ser desalojado sin una alternativa viable, ya que en varias ocasiones ha intentado acceder a albergues sin éxito.
Un problema que va más allá de Madrid
La situación que se vive en Barajas no es un caso aislado. En Barcelona, cerca de 200 personas sin hogar fueron expulsadas del aeropuerto del Prat en vísperas del Mobile World Congress, una de las ferias tecnológicas más importantes del mundo. La medida fue duramente criticada por organizaciones defensoras de derechos humanos.
Mientras las administraciones españolas debaten sobre posibles soluciones, cientos de personas continúan viviendo en los aeropuertos, sin certezas sobre su futuro y con la esperanza de que, en algún momento, sus circunstancias cambien para mejor.