La migración es cuestión de narrativas: Colombia, Estados Unidos y Venezuela | Por: Ronal Rodríguez

➦ El autor es investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y coordinador del Radar Colombia Venezuela en alianza con la Fundación Konrad Adenauer

El inicio del tercer período de Nicolás Maduro en Venezuela (2025-2031) y el segundo período de Donald Trump en los Estados Unidos (2025-2029) han puesto el tema de la migración en el centro del discurso político. Maduro es el responsable de la mayor diáspora de la región. Un total de 7 891 241 venezolanos (según R4V) salieron de su país a causa de las políticas económicas y sociales implantadas por el modelo de la Revolución Bolivariana. Y Trump criminaliza a los migrantes y los convierte en el centro de su narrativa.

Sin embargo, los acontecimientos recientes han mostrado la instrumentalización de la narrativa de la migración como moneda de cambio. Colombia tampoco ha sido ajena a esta situación. 

El caso de Colombia 

Las convergencias de Donald Trump con Nicolás Maduro y las diferencias con Gustavo Petro, aunque no sorprenden, no dejan de ser llamativas. Paradójicamente, la llegada de Trump ha resultado negativa para Colombia, el congelamiento de los recursos de USAID y la confrontación en redes sociales entre los presidentes han socavado la relación bilateral y causado importantes afectaciones políticas, económicas y sociales que aún están por medirse. 

Colombia enfrenta un gran reto en materia de movilidad humana, es el principal receptor de la diáspora venezolana, es territorio de tránsito de flujos migratorios en dirección a Estados Unidos, en su mayoría, pero también de otros en dirección al sur del continente, sigue siendo un país expulsor y el desplazamiento interno aumenta ante el fracaso de la “Paz Total”, como se está evidenciando en la crisis del Catatumbo.

El presidente colombiano negoció y aceptó la extensión de la frontera migratoria de Estados Unidos a territorio colombiano durante la administración de Joe Biden, así como la recepción de los vuelos de retorno de los migrantes, en las mismas condiciones que ahora le molestan. Según miembros de la Cancillería, en 2024 llegaron 124 vuelos de connacionales repatriados.  Actualmente, siguen llegando los mismos vuelos que bajo la administración de Biden, 

El presidente Petro, quien hoy adereza su discurso con argumentos de soberanía y dignidad latinoamericana de la población en condición de movilidad humana frente a Estados Unidos, es el mismo que ha subordinado la atención migratoria a las conveniencias con el régimen venezolano.

Tras dos años y medio de gobierno, se perdió la iniciativa en la respuesta al reto migratorio. El Estado colombiano dejó de buscar recursos para la integración migratoria de los 2 815 611 venezolanos que han hecho de nuestro país su hogar (a diciembre de 2024). Se desmanteló la poca institucionalidad que se venía construyendo y la que se está creando es insuficiente con muchos problemas de operatividad. Y las medidas preparadas por el Gobierno en materia migratoria se preocupan más por congraciarse y no molestar al régimen de Nicolás Maduro, que por integrar a la población en condición de movilidad humana.

El caso de Venezuela

Entretanto, Maduro ha encontrado la oportunidad para instrumentalizar, aún más, los temas migratorios y petroleros en su favor. A pesar de que la Oposición venezolana impulsaba la idea según la cual con la llegada del republicano, Maduro estaría en aprietos, la política exterior de Estados Unidos para el segundo período de Trump, en estas primeras semanas, se ha caracterizado por agredir a sus aliados, como pasó con México, Canadá y Colombia, y por desarrollar sinergias con el régimen venezolano. En menos de un mes, Estados Unidos ha amenazado y castigado a Colombia y ha dialogado y reconocido de facto al régimen venezolano. 

Desde antes de la posesión presidencial en Estados Unidos se venía hablando del lobby que la Revolución Bolivariana estaba haciendo con el equipo de empalme de la administración Trump.  Si bien el gobierno de Estados Unidos alega que no está negociando con el régimen venezolano, se hacen reuniones oficiales de alto nivel, se liberan presos, se renuevan concesiones petroleras, se anuncia la recepción de migrantes y se constituye un diálogo de entendimiento. Maduro es tratado con indulgencia por Donald Trump mientras que el presidente colombiano, Gustavo Petro, es calificado como un impopular socialista.

Algunos sectores de la Oposición venezolana tratan de matizar lo sucedido y destacan las posiciones y acciones que adelanta el secretario de Estado, Marco Rubio, como la realización de un Instagram Live con Edmundo González Urrutia y María Corina Machado o la incautación del avión venezolano en República Dominicana. Pero, en términos concretos, las acciones del gobierno Trump están afectando de forma directa a los venezolanos de la diáspora y dando tiempo al régimen.

Las medidas de la reencauchada administración de Estados Unidos agreden a la población venezolana. La cancelación del estatus de protección temporal (TPS), que beneficiaba a más de 500 000 venezolanos, es una medida que desconoce la crisis democrática y humanitaria que padece el hermano país y pone en riesgo de devolución a personas en condición de protección internacional.

En la misma dirección, el presidente Trump equipara la nacionalidad venezolana al “Tren de Aragua”, como si todo ciudadano venezolano que se encuentra irregular en Estados Unidos fuera parte de dicha organización. Flaco favor hacen los líderes opositores que señalan a Nicolás Maduro como la cabeza de esta organización; para tratar de congraciarse con Donald Trump terminan alimentando la narrativa en torno al “Tren de Aragua” y estigmatizan a la población venezolana.

El sobredimensionamiento del “Tren de Aragua” alimenta las narrativas y discursos del presidente de Estados Unidos. En las últimas redadas, las autoridades norteamericanas equiparan la nacionalidad venezolana con la pertenencia a dicha organización criminal, decenas de ciudadanos venezolanos son víctimas de este señalamiento, se les acusa de ser parte del “Tren de Aragua” cuando solo se trata de migrantes irregulares. No es poca cosa igualar la irregularidad con la pertenencia a un grupo ahora declarado terrorista.

En contraste, se especula sobre la simpatía que el presidente de Estados Unidos tiene por la forma dictatorial como ejerce el poder Nicolás Maduro en Venezuela. Entretanto, el régimen venezolano celebra el desmonte de la cooperación norteamericana para la región y lo ve como una oportunidad para golpear a la institucionalidad multilateral que le es adversa y una oportunidad para desarticular a las organizaciones de la sociedad civil, quienes evidencian y documentan las dimensiones de la dictadura chavista. Lamentablemente las formas y objetivos del gobierno de Estados Unidos se alinean con el régimen de Maduro.

Nuevas formas de relacionamiento 

Extraña situación se da en materia migratoria, el presidente colombiano confronta al presidente norteamericano, pero se subordina al presidente venezolano; el presidente venezolano se pliega al norteamericano, pero impone sus narrativas al colombiano, y el norteamericano amenaza al colombiano, pero se complace con el presidente venezolano.

En síntesis, la migración es un tema presente en la relación entre Colombia, Estados Unidos y Venezuela, y supera por mucho el año y medio que resta de la gestión del presidente Petro; al igual que en 2018, el tema migratorio será parte de la campaña presidencial que inició anticipadamente en un contexto global en el que se usa como chivo expiatorio para llegar al poder.

¿Cuáles son las propuestas de los y las candidatas presidenciales para abordar la movilidad humana? ¿Hay un proyecto para la atención de colombianos retornados de Estados Unidos? ¿Qué pasará con los colombianos retornados de Venezuela que se estiman ya en más de 1,3 millones? ¿Se puede retomar la senda de la respuesta colombiana de promoción de la integración migratoria? ¿Continuará la postura de grandilocuencia discursiva y nula gestión e integración migratoria? ¿Qué pasará con las deportaciones de venezolanos a su país y la prevalencia de la emergencia humanitaria, agravada por la crisis democrática? ¿Terminarán en Colombia? ¿Cuál será el impacto de cierre de la cooperación norteamericana sobre la migración en Colombia?

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