EL VENEZOLANO COLOMBIA
Cientos de venezolanos permanecen estancados en Lajas Blancas, un albergue en la inhóspita región del Darién panameño. Sin poder avanzar ni retroceder, estos migrantes enfrentan condiciones extremas tras abandonar su intento de llegar a Estados Unidos. Sobre cartones y piedras, duermen al aire libre, soportando el frío y la incertidumbre mientras esperan una solución que no llega.
Un viaje lleno de sacrificios
Jesús, un zuliano que partió con la esperanza de un futuro mejor, ahora enfrenta la cruda realidad del destierro. Junto a unos 400 compatriotas, recorrió un trayecto agotador desde México, pasando por Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
Cada paso representó un desafío económico y físico, costeado con sus propios recursos, solo para terminar atrapado en una situación sin salida.
El muro de las políticas migratorias
El sueño americano se desmoronó con el endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos. La llegada de Donald Trump al poder significó un cambio de reglas que obligó a muchos a desistir de su meta.
Sin posibilidad de continuar ni de regresar a Venezuela, los migrantes ven cómo sus opciones se reducen, mientras la desesperación aumenta.
Sin retorno posible
Las relaciones rotas entre Venezuela y Panamá complican aún más la situación. No existen vuelos de repatriación y, por si fuera poco, el gobierno colombiano cerró otra posible vía de escape al restringir el acceso de los venezolanos sin el Permiso por Protección Temporal (PPT). Muchos incluso perdieron vuelos previamente adquiridos, quedando atrapados sin alternativas claras.
Un clamor ignorado
A pesar de las promesas de una solución, los días transcurren sin cambios. Enfermedades, hambre y agotamiento afectan cada vez más a los migrantes, mientras las autoridades insisten en que sus derechos son respetados. Sin respuestas concretas ni un camino viable de regreso, los varados en Lajas Blancas solo tienen una petición: que les permita volver a casa.
