EL PELIGRO DE LOS MONOPOLIOS, un desafío a la democracia y la equidad social: Por | José Rangel Baron

➥ El autor es abogado venezolano, presidente del consejo editorial Vencol, autor del libro "Carlos Andrés Pérez, el hombre, el presidente" y exdiplomático

En un mundo marcado por la creciente concentración de poder económico, el rol del Estado como garante del equilibrio y de la justicia social , se torna más relevante que nunca. Como advirtió recientemente el presidente Joe Biden, la “peligrosa concentración de poder en manos de unos pocos individuos ultrarricos” amenaza los principios fundamentales de la democracia, la justicia y las libertades individuales.

Ante esta realidad, cabe recordar los aportes de los grandes pensadores como Platón, Sócrates, Jean-Jacques Rousseau y Jean-Paul Sartre, quienes reflexionaron sobre el papel del Estado en la construcción de una sociedad plural y justa.

Platón y el equilibrio social

En “La República”, Platón argumenta que …la justicia surge cuando cada individuo y cada clase social cumple su función dentro de un sistema armonioso, bajo la guía de un Estado gobernado por la razón.“

Platón advertía contra los excesos del poder y la riqueza desmedida, pues estos desequilibrios podían llevar a la disolución de la cohesión social. En su modelo ideal, el Estado tiene la responsabilidad de garantizar que ningún sector monopolice el poder, ya que ello genera desigualdades que corrompen la vida en común.

Sócrates y “ La ética del bien común”:

El maestro de Platón, Sócrates, sostenía que “el bienestar de la sociedad depende de la búsqueda del bien común”. En sus diálogos, enfatizó que los gobernantes deben actuar en favor de la justicia y no de los intereses particulares de los poderosos.

Esta idea es especialmente relevante hoy, cuando el poder económico a menudo se transforma en influencia política, socavando la igualdad de oportunidades y la justicia pública.

Rousseau y “El contrato social”

Jean-Jacques Rousseau, en su Contrato Social, planteó que la legitimidad del Estado reside en su capacidad para actuar como expresión de la voluntad general. Según Rousseau, el Estado debe garantizar la libertad y la igualdad entre los ciudadanos, regulando los excesos de poder que podrían surgir de la riqueza acumulada.

Para Rousseau, la propiedad privada es un derecho legítimo, pero debe estar subordinada a las necesidades del colectivo para evitar la desigualdad extrema que desvirtúe el contrato social.

Jean-Paul Sartre y la responsabilidad colectiva

En el pensamiento de Jean-Paul Sartre, la libertad individual está intrínsecamente ligada a la responsabilidad hacia los demás. Aunque Sartre es conocido por su defensa del existencialismo, su énfasis en la interdependencia humana nos recuerda que las estructuras sociales deben garantizar que todos los individuos tengan acceso a oportunidades justas para realizar su potencial.

El monopolio, como una forma de concentración del poder, amenaza esta posibilidad al restringir la libertad de los más vulnerables.

El rol del Estado frente a los monopolios

Siguiendo estas perspectivas, el Estado tiene un papel insustituible como árbitro en la economía y protector de los valores democráticos. La libre iniciativa privada y el derecho a la propiedad deben estar acompañados de un marco de justicia que garantice la equidad en la distribución de bienes y servicios. Como advirtió Biden, si el abuso del poder no se detiene, las consecuencias serán graves para la cohesión social y la estabilidad democrática.

La emergencia de monopolios no solo afecta los mercados, sino también el tejido político y social, al concentrar la capacidad de influir en las decisiones públicas en un reducido grupo de élites.
Esta concentración de poder económico puede derivar en una oligarquía política que socave los fundamentos de una sociedad abierta y plural.

El filósofo John Rawls complementaría estas ideas con su teoría de la justicia, destacando que las desigualdades económicas y sociales solo son aceptables si benefician a los menos favorecidos.
Esta perspectiva refuerza la necesidad de un Estado regulador no que sustituya en grado alguno la iniciativa y desarrollo privado de la economía, pero si que garantice un “juego limpio” en la economía y la política.

Un llamado a la acción

La construcción de una sociedad verdaderamente democrática requiere un esfuerzo conjunto del sector público y privado, para garantizar que las oportunidades económicas y políticas estén al alcance de todos. Tal como lo plantearon los grandes pensadores de la humanidad, la justicia, la libertad y la igualdad solo pueden alcanzarse cuando el Estado actúa como garante del equilibrio social, evitando los excesos que destruyen el tejido común.

Hoy, más que nunca, es necesario retomar estas lecciones filosóficas para enfrentar los desafíos que plantea la concentración del poder económico y garantizar un futuro más equitativo y justo para las próximas generaciones.

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