A los compañeros trabajadores y al pueblo de Venezuela en general.
Hoy me dirijo a ustedes no solo como líder sindical, sino como un venezolano más, profundamente comprometido con la lucha por la dignidad, la justicia y la libertad. Hoy más que nunca, debemos alzar nuestra voz frente a una realidad que ha despojado al trabajador venezolano de su legítimo lugar en la construcción de nuestra nación.
Durante décadas, la clase trabajadora de Venezuela ha sido el motor de nuestra patria. Fuimos nosotros quienes levantamos las torres petroleras que sostienen nuestra economía; quienes construimos las industrias básicas que transformaron al país en un referente regional. Sin embargo, bajo el régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, hemos visto cómo nuestros derechos, nuestros logros y nuestras aspiraciones han sido pisoteados.
Hoy, enfrentamos el colapso de nuestra economía, el hambre en nuestras familias, la migración forzada de millones de compatriotas y la aniquilación de las libertades fundamentales. Pero no es solo la economía la que está en crisis; es nuestra dignidad como pueblo trabajador.
La dictadura chavista ha intentado silenciarnos, ha destruido nuestras instituciones sindicales, ha cooptado nuestros liderazgos y ha sembrado el miedo entre nosotros. Pero lo que no han logrado, lo que nunca podrán destruir, es nuestra voluntad de lucha y nuestra capacidad para organizarnos como fuerza transformadora.
Hoy, levanto mi voz para reclamar el espacio que legítimamente le corresponde a la clase trabajadora y al movimiento sindical en el futuro de Venezuela. No habrá reconstrucción nacional sin el aporte de los trabajadores. No habrá justicia sin reconocer el sacrificio de quienes hoy sobreviven con salarios de hambre, sin condiciones laborales dignas y bajo el constante abuso de un régimen que se ha olvidado del pueblo.
Desde la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), hacemos un llamado al país, a la clase política y a todos los sectores productivos: es hora de devolverle a los trabajadores su protagonismo. No pedimos favores, exigimos justicia. Porque nuestra lucha no es solo por mejores condiciones laborales; es por una Venezuela libre, próspera y democrática.
¿Cuál debe ser nuestro rol en esta nueva etapa?
Primero, debemos reconstruir nuestra unidad como clase trabajadora. No importa si somos petroleros, docentes, trabajadores de la salud o de las industrias básicas; todos compartimos un enemigo común: la corrupción, la ineficiencia y la tiranía que han destruido nuestro país.
Segundo, debemos tender puentes con la clase productiva, con el empresariado que, al igual que nosotros, ha sido golpeado por este régimen. La alianza entre trabajadores y empresarios será fundamental para reconstruir nuestra economía, generar empleo y devolverle el bienestar al pueblo venezolano.
Tercero, debemos asumir un rol protagónico en la transición política y social que inevitablemente llegará. Los trabajadores no seremos espectadores; seremos actores principales en la construcción de un modelo de desarrollo inclusivo, sostenible y basado en la justicia social.
Por último, a la clase política de Venezuela le decimos con claridad: no queremos discursos vacíos ni promesas incumplidas. Exigimos respeto, participación y el reconocimiento de nuestra fuerza como motor del cambio.
Compañeros, este no es el momento de rendirse. Es el momento de organizarnos, de alzar nuestra voz y de luchar por un futuro mejor. No solo para nosotros, sino para nuestros hijos y para las generaciones que vienen detrás.
La dictadura no será eterna. Venezuela renacerá, y cuando eso ocurra, que quede claro: la clase trabajadora será parte fundamental de ese renacimiento. Porque somos el alma de esta nación. Porque somos el futuro.
¡Viva la clase trabajadora!
¡Viva Venezuela libre y democrática!
Carlos Ortega.
Presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV).
