El sábado 21 de octubre, a las 5:30 de la tarde, las elecciones primarias iniciaron formalmente. ¿Cómo es eso?
El efecto político de la migración produce su impacto al tener al primer elector ejerciendo su derecho al voto en Sydney, Australia, cuando en esa ciudad ya era domingo 22 de octubre a las 8:30 AM.
En horas cuando Carlos Properi implementaba la última maniobra para implosionar la elección, ese migrante que votaba por “adelantado” por la inmensa brecha del huso horario entre Australia y Venezuela representó un alivio —y un aluvión— para los 2.5 millones de venezolanos que participaron cuando llegó el domingo en Venezuela.
Súmenle que, al amanecer, muchos de los electores en el país, algunos indecisos o negados a participar, se animaron a hacerlo cuando vieron a gente abarrotada en Madrid y Valencia, España, para votar.
Sacamos provecho del huso horario y de una buena organización para que los jóvenes desterrados por la dictadura sirvieran de despertador a sus padres y abuelos en el país llamándolos cuando ejercían el derecho al voto. Cuando el proceso comenzó en Venezuela, en Sydney ya dormían y en casi toda Europa faltaban apenas dos horas para cerrar los centros de votación.
El efecto político de la migración ya estaba consumado y fue el inicio de una gesta histórica por su desafío cívico a un régimen opresor, responsable de cometer crímenes de lesa humanidad. Al caer la noche en Caracas, 2.5 millones de personas habían votado, María Corina Machado había sido aclamada y el régimen seriamente derrotado.
Sin embargo, llegar a la fecha de las primarias en el exterior tampoco fue fácil. Apenas hubo seis semanas (durante los meses de junio y julio) para que los migrantes pudieran actualizar sus datos del registro electoral en una plataforma digital que facilitó la Comisión Nacional de Primarias (Cndp). En ese tiempo abundaba el escepticismo sobre la elección.
Se rumoreaba que el TSJ de la dictadura iba a suspenderla o el CNE tomaría el control de un proceso que queríamos que fuese autogestionado. Además, la actualización de datos para cientos de miles de venezolanos era imposible porque no tenían pasaporte ni cédula, ya que muchos lo extraviaron o fueron robados en los largos y peligrosos trayectos migratorios de la región.
También es importante recordar que un número considerable de personas declinaron actualizar sus datos debido al miedo —bien infundado— de una posible segunda Lista Tascón si se filtraba la lista de electores o el sistema de facilitado sufría un ciberataque.
Muchos temían que se les prohibiera el retorno al país, se les confiscaran sus propiedades o amenazaran a sus familiares si los datos llegaban a manos de la tiranía. Aun así, el número de venezolanos en el exterior registrados en la plataforma de la CNdP casi triplica a los que estaban ya inscritos ante el CNE y nos convertimos en el mejor medio de comunicación para informar a los venezolanos dentro del país sobre la ubicación de sus centros de votación, ya que el buscador digital también facilitado por la CNdP había sido censurado por la dictadura.
Hubo casos dignos de reconocimiento y estudio por su organización, como Santiago de Chile (53.011 votantes), que se convirtió en la ciudad con más electores inscritos para la primaria superando a las típicamente esperadas Miami, Bogotá o Madrid.
Adicionalmente, la capital austral tuvo una participación de casi 50%, muy por encima de la media nacional. Fue también espectacular ver a venezolanos que viven en campamentos de refugiados votando en Boa Vista, Brasil, o muchos que llegaron en peñero participando en Trinidad y Tobago y Curazao.