EL VENEZOLANO COLOMBIA
Migrantes venezolanos y personas de otras nacionalidades, varados en la ciudad fronteriza de Tapachula, México, han lanzado un llamado al Gobierno mexicano.
En su mensaje, expresaron su disposición a viajar a Acapulco, afectado por el huracán Otis, para trabajar como obreros en la reconstrucción de las áreas dañadas en el estado de Guerrero.
Esta muestra de solidaridad y esfuerzo ha conmovido a la comunidad local y ha abierto la puerta a la colaboración en medio de la devastación.
Una oferta de solidaridad
Cientos de migrantes, provenientes de Colombia, Venezuela, Nicaragua y otras naciones, han demostrado su solidaridad con el pueblo de México. En una reunión convocada por la organización Pueblo Sin Fronteras, expresaron su disposición a viajar a las zonas afectadas por el huracán y ofrecieron su mano de obra y esfuerzo.
Entre los migrantes se encuentran albañiles, maestros de obra, técnicos, soldadores, mecánicos y campesinos que están dispuestos a contribuir en este momento de necesidad.
Un acto de solidaridad bajo la lluvia
Este generoso ofrecimiento se produjo en medio de una intensa lluvia en Tapachula, causada por una depresión tropical en el Pacífico.
A pesar de las inclemencias del tiempo, los migrantes llevaron a cabo una vigilia con oraciones, veladoras y cartulinas en señal de solidaridad con los habitantes de Guerrero. Realizaron un registro para enlistarse y esperar la decisión del Gobierno mexicano de si acepta su traslado a Guerrero para iniciar la labor de reconstrucción.
Compromiso y voluntad en tiempos de adversidad
Los migrantes, como Yuris Yosaira Pastrano de Guatemala, están dispuestos a viajar a Acapulco y trabajar para ayudar al pueblo de México a reconstruir lo necesario.
Piden al Gobierno mexicano que les proporcione alimentos, refugio y documentos temporales para poder estar en el estado de Guerrero antes de continuar su camino a los Estados Unidos.
Solidaridad que inspira
El gesto solidario de estos migrantes, quienes en su mayoría también enfrentan dificultades, es un ejemplo conmovedor de compasión en tiempos de crisis. Su voluntad de ayudar en la reconstrucción de Acapulco es una lección de humanidad y empatía.
Se espera que el Gobierno de México considere esta oferta con sensibilidad y brinde el apoyo necesario a estas personas dispuestas a ayudar. La colaboración entre comunidades en momentos de adversidad puede ser un faro de esperanza y un recordatorio de nuestra responsabilidad compartida como seres humanos.