Nadie debe sentirse sorprendido por la respuesta que le dio la Contraloría General de la República, subyugada por Nicolás Maduro, a la pregunta realizada por el diputado de la Asamblea Nacional de 2020, José Brito, sobre el estatus de la inhabilitación de María Corina Machado, candidata a las primarias de la oposición.
Cuando digo nadie es porque los venezolanos y extranjeros conocedores de la realidad política venezolana, no podían dudar de que la sentencia de la contraloría sería que la candidata de Vente Venezuela está inhabilitada, más allá de las imputaciones expuestas en la carta entregada a Brito, que agrega tantas responsabilidades que solo falta decir que María Corina es la culpable de que la Vinotinto no haya clasificado nunca a un Mundial de Fútbol.
María Corina Machado aspiró a ser la candidata de la oposición en las primarias de 2012, que ganó Henrique Capriles. Pese a la derrota se mantuvo con el foco en el mismo objetivo a lo largo de estos 11 años, incluso cuando era criticada y señalada como una figura que dividió a los partidos opositores. En 2023, se ha convertido en un tipo de outsider dentro de la oposición tradicional, por lo que la preferencia electoral parece inclinada a su favor.
El oficialismo, con esos mecanismos para conocer el estado de opinión de los venezolanos, lo que incluye el uso de encuestas y los informes que escriben los encargados de ver las redes sociales y escuchar en las calles, está al tanto del clima electoral.
Sin duda, los eventos de las últimas semanas, como los discursos de María Corina a los militares en alcabalas, el desinfle y recule de Benjamín Rausseo sin ninguna consecuencia en la oposición, la inscripción de 14 candidatos a las primarias pese al cambio de la directiva del Consejo Nacional Electoral, y el acto de la candidata de Vente Venezuela en Sabaneta de Barinas, tierra natal de Hugo Chávez, debieron incrementar el miedo entre los analistas aliados a Maduro.
A favor de la oposición y de la propia María Corina juega que la decisión de anunciar la inhabilitación ocurre más allá de la fecha esperada, cuando realiza sus mítines como candidata oficialmente inscrita a las primarias.
Quizás eso ocurrió porque Nicolás Maduro necesita revestir el proceso electoral de 2024 con la mayor pulcritud posible, llenar las cajitas del check list de la legitimidad para recuperar el acceso a los fondos multilaterales, lograr el levantamiento de las sanciones y obtener el reconocimiento internacional. Estos elementos pudieran incidir en el cálculo de cada movimiento, incluso en autorizar a que José Brito vaya a la contraloría a hacer la pregunta de la cual ya se sabía la respuesta.
Ahora estamos sin novedad en el frente. Pasó uno de los movimientos que se esperaba en el plan de Maduro de ganar una elección con la mayor legitimidad posible. El oficialismo tiene confianza y las herramientas para organizar emboscadas.
Uno de los principales objetivos es desanimar al electorado, por eso, con esta decisión de la contraloría mandan el mensaje de que pueden hacer lo que les da la gana y que nada cambiará. Pero Barinas demostró en 2021 que pese a las inhabilitaciones y a un candidato inesperado sí se puede lograr el cambio, si existe la unidad.
Por eso, otro de los objetivos fundamentales del oficialismo es dividir, provocar a la oposición para que los candidatos se peleen públicamente y den la sensación de la imposibilidad de acuerdos.
De allí que los candidatos a las primarias deben demostrar, más allá de la rivalidad electoral en las primarias, que el objetivo final es el mismo: recuperar la democracia venezolana.
Sin novedad en el frente, María Corina Machado anuncia que seguirá hasta el final. Por lo menos tiene un final claro, el 22 de octubre. De allí en adelante comienza otra etapa del proceso electoral de 2024, donde la senda de Nicaragua existe como una ruta para Maduro y su grupo, pero es necesario generar otras opciones antes de llegar a la cornisa del barranco. De eso hablaremos luego.
CÉSAR BATIZ | @CBatiz