La Organización de las Naciones Unidas (ONU) confirmó el pasado martes 16 de mayo su previsión de crecimiento para América Latina y el Caribe en 1.4% para este año, manteniendo el cálculo inicial publicado en enero. A diferencia de lo sucedido con otras zonas del mundo, donde hubo revisiones al alza, para América Latina y el Caribe se pronostica un deterioro en comparación con el crecimiento robusto de 3.8% experimentado en 2022.
El efecto rebote y la insostenibilidad a largo plazo
Es fundamental entender que el crecimiento registrado en 2022 fue resultado de la recuperación económica tras el decrecimiento de 2020 y 2021, ocasionado por la pandemia de COVID-19. Este fenómeno, informalmente conocido como efecto rebote, no es sostenible a largo plazo, especialmente dadas las condiciones socio-políticas actuales en la región y la ausencia de instituciones sólidas que promuevan mercados fuertes y competitivos.
La ONU señala que el menor crecimiento mundial, la alta inflación y los problemas estructurales están afectando a la región. Además, un mayor coste del crédito está afectando negativamente el gasto de los consumidores y las inversiones. El espacio fiscal limitado que tienen los gobiernos hace imposible dar mayor apoyo a la actividad económica en la mayoría de los países.
Inflación y falta de reformas institucionales:
Y es que, justamente para corregir la inflación causada por el aumento del gasto público durante la pandemia, muchos países de la región han tenido que aumentar su tasa de interés de referencia, lo que a su vez ha reprimido la actividad económica. Este problema se ve agravado por la falta de reformas institucionales que fomenten la inversión, reduzcan el costo de la formalidad y disminuyan la presión tributaria.
Argentina, Brasil, Chile y Colombia son particularmente afectados por esta desaceleración. Brasil, la mayor economía de la región, crecerá sólo un 1% en 2023, según el último cálculo de la ONU. En México y Centroamérica, se espera que el Producto Interno Bruto (PIB) crezca un 2%, 0.4 puntos porcentuales más de lo pronosticado en enero, mientras que el Caribe crecerá un 8%.
Es importante destacar que estos cuatro países están atravesando ciertas inestabilidades políticas, lo que amenaza su capacidad productiva. Por ejemplo, Argentina está al borde de la hiperinflación, los gobiernos de Colombia y Chile enfrentan cruzadas por la aprobación de sus reformas socio-económicas, y Brasil está asumiendo un nuevo gobierno que comienza a liderar una campaña para el abandono del dólar como moneda de reserva y de referencia.
Inestabilidades políticas como obstáculos al crecimiento
Por lo tanto, a pesar del crecimiento experimentado en 2022, la sostenibilidad de la recuperación económica en América Latina y el Caribe sigue siendo incierta. Sin instituciones sólidas y una economía que apueste por la inversión y la reducción de la presión fiscal, la región podría enfrentarse a un crecimiento económico más lento en el futuro. Además, el continuo enfoque en la expansión del Estado y la falta de flexibilidad fiscal amenazan la capacidad de los países para adaptarse y crecer en un mundo post-pandémico.
Si bien la recuperación de la crisis del COVID-19 fue positiva en 2022, la falta de reformas estructurales y el aumento de las tasas de interés para corregir la inflación amenazan la sostenibilidad del crecimiento en la región. América Latina y el Caribe se enfrentan a retos significativos para mantener el ritmo de crecimiento en 2023 y más allá.
