EL VENEZOLANO COLOMBIA | RESUMEN LATINOAMERICANO
Las constantes fallas de la aplicación «CBP One», que Estados Unidos habilitó para que migrantes gestionen su cita para asilo, causan desesperación entre migrantes en la frontera norte de México, donde ahora suelen saltar al río Bravo para urgir una solución.
Este es el caso de la comunidad migrante que habita en el campamento habilitado en Matamoros, en el límite con la ciudad estadounidense de Brownsville, Texas.
Apoyados en inflables, sogas y botellas de plástico, niños y adultos atraviesan el caudal que, tras lluvias crecientes, acarrea una corriente peligrosa.
“Tenemos más de un año de estar aquí esperando y nada. La única opción que tenemos en este momento es cruzarnos”, declaró el hondureño Maynor David.
Las escenas son usuales desde finales de 2022, cuando también con un alto caudal, sudamericanos y centroamericanos cruzan el río que divide a México de Estados Unidos sin importar que del otro lado ya haya agentes estadounidenses para interceptarlos.
APLICACIÓN DEFICIENTE
La desesperación de los migrantes ha crecido desde que Estados Unidos anunció en enero nuevas medidas para acoger a 30.000 migrantes de Haití, Venezuela, Nicaragua y Cuba mediante una aplicación, pero con la deportación inmediata a México del resto que cruce la frontera de manera irregular.
Tan solo esta semana, cientos de venezolanos abarrotaron el puente de Ciudad Juárez y otros cientos de migrantes instalaron un campamento en Tijuana, ambas ciudades de la frontera norte de México.
La situación se complica desde que en enero pasado, el Gobierno de Joe Biden habilitó la herramienta electrónica «CBP One» para que obtener una cita de asilo en Estados Unidos.
Pero los migrantes denuncian que la última actualización ha presentado fallas que impiden el registro de los aspirantes.
“Esa aplicación no sirve, esa aplicación es una estafa. Es muy complicado, la foto no te agarra, un minuto nada más te da, es muy arrecho (molesto), esa cita es un fraude”, expresó el venezolano Antonio Jesús Alvarado.
Pese al peligro y la baja temperatura del agua, los padres colocan a bebés y niños en objetos flotantes.
Incluso, una mujer con ocho meses de embarazo subió a una cama inflable para pasar el río.
“Voy con Dios y es el único que nos fortalece en esto. Hemos pasado hambre, frío, de todo”, aseguró la hondureña Belem Janeth Orellana.