Sueño y salud cardiometabólica | Por: Dr. J. Ildefonzo Arocha-Rodulfo

➦ El autor es Cardiólogo clínico, Escritor Médico

En los últimos años hemos presenciado un inusitado interés en una de las funciones biológicas menos conocidas como lo es el dormir, que siendo parte de la biología humana y un requisito para la vida muchas veces pasa desatendido.

El interés por el sueño en la esfera cardiometabólica deviene de los numerosos estudios epidemiológicos y de observación que han demostrado que, tanto dormir poco (menos de seis horas) como más de lo establecido (más de nueve horas), es un factor de riesgo de mortalidad total y cardiovascular e incluido por la Asociación Americana del Corazón dentro de las ocho recomendaciones esenciales para una mejor salud cardiovascular.

CAMBIO EN EL ESTILO DE VIDA

Por otro lado, el auge de los medios electrónicos de pantalla, especialmente del teléfono móvil, ha provocado un cambio en el estilo de vida de muchos jóvenes, perjudicando así el ciclo del sueño-vigilia y favoreciendo por demás el sedentarismo, condición esta última favorecedora para el desarrollo del sobrepeso/obesidad y prediabetes.

La rotación de la Tierra sobre su eje expone a los pobladores del planeta a ciclos diarios de luz y oscuridad. Para ajustar su actividad a los periodos de luz, determinados por la salida y puesta del Sol, los organismos vivientes han desarrollado relojes moleculares o biológicos, que funcionan en ciclos de 24 horas y que definen el ritmo circadiano. Estos cronómetros internos responden a la luz que penetra tejidos y células, donde sistemas moleculares muy complejos responden al estímulo.

El reloj principal se encuentra en el cerebro, coordina todos los relojes biológicos al mantenerlos sincronizados, ubicado en el hipotálamo que recibe información directa de los ojos para ser procesada, y definir los diferentes ritmos que modulan nuestra fisiología y rutina en general.

Los comportamientos como los ciclos de sueño/vigilia, ayuno/comer, o fisiológicos como la temperatura del cuerpo, la presión arterial, o la liberación de hormonas como el cortisol o la melatonina, responden a los ciclos circadianos.

Hoy día, los avances tecnológicos y el alumbrado nocturno han conducido a la distorsión en los ritmos circadianos del organismo y el ser humano tiene que adaptarse a ello alterando varios procesos fisiológicos, muy especialmente,  la métrica del sueño (variabilidad en el momento de dormir, duración, regularidad y dificultad para dormir) lo cual también ha resultado en un incremento en la mortalidad total y cardiovascular así como una mayor incidencia de condiciones cardiometabólicas (sobrepeso/obesidad, mayor circunferencia de cintura, glucemia alterada en ayunas o diabetes, e hipertensión arterial) en las cohortes que mostraban sueño corto o irregular, especialmente en   niños y adolescentes de 9 a 17 años, donde el hábito de acostarse más tarde se asoció a un mayor consumo de comida chatarra y a omitir el desayuno con mayor frecuencia.

Las alteraciones metabólicas inducidas por una mala alineación circadiana son más profundas en las personas sometidas a rotaciones nocturnas en sus turnos laborales o por experimentar “jet lag” o “social lag”.

Los esquemas de sueño irregular pueden ser la causa más común de disrupción de los sistemas circadianos en la población general que potencialmente pueden conducir a efectos metabólicos crónicos y acumulativos.

En adición a los trastornos del ritmo biológico, la irregularidad del sueño puede además desincronizar los ritmos conductuales tales como el tiempo de las comidas, lo cual exacerba las consecuencias metabólicas adversas del sueño irregular.

En consecuencia, la evidencia creciente ha vinculado la duración del sueño irregular y su momento, independiente de la duración, con una mayor prevalencia de alteraciones adversas en los factores cardiometabólicos tales como sobrepeso/obesidad, disglucemia, dislipidemia o hipertensión arterial.

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