EL VENEZOLANO COLOMBIA | EL TIEMPO
La repentina muerte de Javier Eduardo González Pertuz, el sacerdote de 39 años el pasado sábado 4 de febrero en un bar en la carrera 70A con calle 42, en Laureles, en Medellín, ha conmocionado a los feligreses y ciudadanos.
El viernes 3 de febrero, el padre salió del Seminario Misionero San José, donde trabajaba formando a jóvenes y sobre la 1 de la mañana del sábado se encontró con otro hombre en el establecimiento comercial de la 70 y se sentaron en la mesa del fondo a compartir algunas bebidas.
Treinta minutos después, el hombre que lo acompañaba salió con el celular, el reloj y la billetera del sacerdote quien estaba desplomado sobre la mesa del establecimiento.
El administrador pensó que estaba borracho y lo sacó al andén del lugar porque ya iba a cerrar y llamó a la policía quienes al llegar se percataron de que no tenía signos vitales y se procedió al levantamiento del cuerpo.
Todo parecía indicar que podría tratarse de un caso de robo por escopolamina por lo que el cuerpo fue sometido a varios exámenes toxicológicos para determinar si esta sería la causa de la muerte.
Con una alta fuente del equipo de investigadores, se conoció en exclusiva el resultado de este examen inicial que salió al finalizar la tarde de este miércoles 8 de febrero.
Al sacerdote se le tomaron muestras de orina, de sangre y frotis nasal para detectar alguna sustancia que tuviera en el cuerpo. «Negativo para sustancias», fue el resultado que arrojó este examen que estudia 10 sustancias químicas.
«La muerte fue consecuencia natural y directa de muerte en estudio», dicen los resultados. Es decir, que aún no se puede concluir que pudiera ser un homicidio.
Aún faltan los resultados de exámenes más especializados para poder dar un dictamen exacto de la causa directa de muerte.
Los investigadores siguen la pista del sujeto que estaba con él en el bar y para ello siguen indicios con los que están armando el rompecabezas de los hechos.
Son más de 10 horas de grabaciones de cámaras de seguridad las que analizan fotograma por fotograma para conocer el recorrido de antes y después del hombre que acompañaba al padre.
Ya tienen varias huellas dactilares que están en cotejo para poder encontrar la plena identificación. Incluso, los investigadores han podido entrevistar a varios de sus familiares y amigos quienes han dado valiosas pistas sobre el hombre que acompañaba al sacerdote esa noche y quien tiene varias de las respuestas de esta misteriosa muerte en un bar de Medellín.
Hace 8 años Javier Eduardo se ordenó como sacerdote. Nació en Planeta Rica, Córdoba, y actualmente se encontraba ejerciendo como formador en el Seminario Misionero San José en Medellín y daba la misa dominical en la iglesia Jesús de la Buena Esperanza, en el barrio Belén Rosales.