EL VENEZOLANO COLOMBIA | RFI
Alrededor del 20% de la población venezolana ha emigrado del país en la última década. En Navidad, cuando se aspira al reencuentro, las familias separadas aprovechan las posibilidades digitales. Y tras varias fiestas a la distancia, las familias han creado dinámicas como celebrar estas fechas dos y hasta tres veces, según donde se encuentren.
«Hola, hija, buenos días ¿Cómo amanece? ¿Cómo están mis nietos gatos? Miau miau miau…«. Cada mañana, desde Caracas, Martha Chacón envía saludos a su hija Marialba Castillo, quien vive en Madrid. Lo hace por una nota de voz de Whatsapp que más tarde abrirá paso a una videollamada. Es la manera que tiene esta mujer de una zona popular de la capital venezolana de estar en contacto con sus hijos migrantes.
«Tengo una hija en Madrid, un hijo en Costa Rica. Llevo cinco años sin ver a mis hijos físicamente”, cuenta Martha Chacón. “Tengo a mi nieto en Panamá, y a mi otro nieto en Costa Rica. Conozco a mi nieto mayor pero al menor no lo conozco, sólo por las redes sociales».
«A veces podemos hablar media hora, a veces podemos hablar una hora, a veces podemos hablar cinco minutos«, agradece su hija Marialba el hecho de que hablen a diario, cuando la disponibilidad de internet se lo permite.
En estas navidades, como en la llegada del año nuevo, los migrantes venezolanos brindarán con un océano de distancia. Ella y su hermano son parte de los 7,1 millones de venezolanos migrantes y refugiados que registra la Agencia de la ONU para los rfugiados (ACNUR) en todo el mundo.
En el edificio donde vive Martha se acumulan las familias separadas y los abuelos dejados atrás. Son los mayores quienes más sufren la precariedad económica, con pensiones minimizadas por la devaluación del bolívar y la inflación. Al cierre 2022, éstas no llegan a 10 dólares mensuales. Por eso Martha no puede viajar.
Dada esta situación, y tras cinco navidades celebradas a la distancia, Marialba cuenta que ya tienen algunas dinámicas. «El 24 y el 31 nos llamamamos cuando es medianoche aquí, media tarde en Venezuela; después hablamos cuando son las seis de la mañana aquí, medianoche en Venezuela. Recibimos el año dos veces, a veces tres cuando mi hermano está en Costa Rica«.
«La fortaleza del amor de madre e hijos es lo que impera y nos permite sentirnos muy cerca, con nuestras comunicaciones por Whatsapp, por Instagram», confesó Martha Chacón, quien desea un reencuentro, aunque tenga que esperarlo con paciencia.