«La conformidad es el carcelero de la libertad y el enemigo del crecimiento». John F. Kennedy.
El 12 de agosto pasado el exgobernador, exdiputado, profesor universitario y especialmente, desde el comienzo de esta debacle, hace ya 22 años gravosos y empobrecedores, genuino opositor al régimen, perseguido, inhabilitado por años sin auténtica razón para ello, el gocho César Pérez Vivas anunció su aspiración a la Presidencia de la República, una cimera posición que ocuparon antes que él siete coterráneos tachirenses.
El gocho César Pérez Vivas quiere ser el ocho; el octavo presidente andino, para realizar una tarea en la que le va -y no exagero- la vida a la República de Venezuela; hoy mísera, vulnerable, triste, desmembrada, alejada de buena parte de sus hijos y sin educación, salud, seguridad agroalimentaria, sin respeto a la dignidad de sus derechos humanos e inerme ante la recurrente e indubitable perdida de su soberanía.
Con miras a participar en las primarias y obtener la confianza mayoritaria del país, el abogado y especialista en derecho administrativo ha recorrido ya todos los estados de la geografía político-administrativa y se ha reunido allí con representantes de la sociedad civil, las iglesias, mujeres y hombres de la educación, docentes y trabajadores universitarios, componentes del sector de la salud, sectores sociales y sindicales, productores y ganaderos, grupos de jóvenes y de mujeres, entre otros sectores.
CAMPAÑA CIUDADANA
Ha sido franco el gocho al echar a andar como oferta estratégica una campaña ciudadana; vale decir, soportada por la organización social y elaborando un preciso programa de gobierno desde la gente y para la gente, con un cronograma de acciones concretas, de manera de mostrar el camino y una auténtica hoja de ruta, al lograr la nominación y mejor y más importante, una vez coronada con éxito la cruzada por la presidencia.
A la demagogia del gobierno que se autodenomina del pueblo pero que no vela ni atiende los problemas y expectativas de la gente, el candidato ciudadano apunta al establecimiento de eficientes controles e incluye sociales, para asegurar que el esfuerzo público vaya a la gente y se programe y se ejecute con la gente.
La idea del candidato César Pérez Vivas es la de ser primero candidato y luego presidente ciudadano, lo cual significa llevar a cabo una campaña y un gobierno participativo y de conexión con las diferentes comunidades, para la redención de nuestro país, de su economía, de su nación, hoy regada por el mundo; para el retorno a las libertades y a la institucionalidad republicana, al orden del mérito y a un gobierno de honestidad, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad. Para superar la universalización de la pobreza que es el legado de una revolución que reúne en su devenir, todos los fracasos.
Cambiar de verdad la ingeniería constitucional y aquella que convoca realmente al contingente ciudadano, a nuestra gente, a los titulares de la decisión soberana, a deliberar y disponer de aquellos asuntos que nos conciernan a todos, es la tarea, nos explica con emoción e ilusión el gocho.
SISTEMA REPUBLICANO CON JUSTICIA
Una presidencia de cinco años, sin reelección; un federalismo cooperativo lo que implica una cámara del Senado y una fragua legislativa concurrente, una participación creciente de las regiones no solo en la decisión sino en la instrumentación de las políticas públicas, la asunción de un verdadero poder civil y desde luego, la construcción de un sistema republicano con justicia y equidad como un manual a seguir de perfectibilidad.
Llevar a referéndum los temas en cuya importancia y trascendencia se observa como necesaria la opinión de los venezolanos, facilitar el regreso de la diáspora y entretanto, cuidar sus derechos ciudadanos. El respeto a la propiedad, la libre competencia, el derecho de todos y cada cual, a dedicarse a la actividad económica de su preferencia, el fin del monopolio, la garantía y certeza para la iniciativa privada, subsidiariedad presente y a examinar en el diseño de la constitución económica, son temas que salen de la boca y del corazón de los compatriotas y que hay que evaluar y considerar prioritariamente. Toma nota de eso el gocho y enriquece su agenda conceptual y programática.
El discurso de Pérez Vivas se va alimentando del pensamiento, las ideas, las propuestas ciudadanas en buena medida, pero, cuidando de no recurrir a la mentira, el engaño, la manipulación y la demagogia que nos estrelló contra las piedras e hizo al país naufragar.
No se trata, afirma el gocho, de decirle a la gente lo que quiere oír para agradarles, sino también atreverse a señalar lo que tiene que saber y lo que se espera de su concurso, colaboración y desempeño como deberes ciudadanos.
Retomar el camino del crecimiento económico es la vía más expedita hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestras mayorías, tratadas hoy como si fueran indigentes y pedigüeños, a los que les lanzan una bolsa de alimentos de segunda y tercera categoría y a la que creen agradecidos y enajenados, obligados, comprados, como gritan amenazantes algunos seudolíderes del oficialismo.
Énfasis en la economía se traduce en desregular, facilitar y auspiciar las inversiones y las nuevas iniciativas, convertir al gobierno en un asesor de las empresas que comienzan, recurrir al programa de financiamiento de las pequeñas unidades como ocurre en experiencias exitosas sobre la materia en Asia.
BIENESTAR DE LOS VENEZOLANOS
Derrotar la pobreza produciendo todos, y no algunos, la riqueza. En suma, para mejorar el salario y escalar en el mejoramiento y bienestar de los venezolanos, es menester, que haya un cambio cualitativo que agregue valor es cierto, pero es indispensable que se produzca más, desde la sociedad económica.
Convertir la educación en la garrocha con la cual el país dará el salto hacia un porvenir que hoy no tiene y no tendrá, si no cambian para mejor las políticas públicas y de gobierno. Empero, debe privilegiarse al capital humano y su relanzamiento pasa por la capacitación, el adiestramiento, la formación de nuestra gente, sin distingo social pero con conciencia y solidaridad, con equidad.
Superar el daño antropológico groseramente visible en ingentes segmentaciones de nuestra sociedad implica y exige, no solo izar a la propia ciudadanía como actor de su destino sino hacerlo, desde una economía sustentable con ambición de porvenir y con compromiso de innovación tecnológica, creatividad, competencia, desarrollo de nuestras potencialidades.
Invitar a los países que constituyeron por décadas nuestros socios comerciales y reanudar y elevar nuestra balanza comercial intercambiando bienes y servicios, con sus estructuras y empresas productoras, hacer alianzas estratégicas, contratos de inversión y dotarlas de seguridad y garantías. Venezuela necesita perentoriamente acrecentar su PIB como punto de partida hacia la recuperación del índice de desarrollo humano venido al piso en estos años de socialismo como discurso y fascismo como práctica.
Concertación ciudadana se resume entonces y en términos sencillos en audiencia de todos a todos, deliberación abierta e incluyente, elaboración consensuada de un programa de vida para el país, control del poder para evitar los frecuentes giros que se exceden y nos desconocen y perjudican a los destinatarios de la actuación pública.
Concertación Ciudadana no es un partido político sino un movimiento ciudadano que pretende la unidad pero que respeta a los que no desean acompañarnos. Es edificatoria como opción, anda caminos por la reconciliación, de una mano, pero en la justicia tiene asida la otra. Quiere servir y coadyuvar a encontrar la salida que el país agónico demanda con urgencia.
Concertación Ciudadana es una corriente que su nutre en todos los sentidos de ciudadanía y que reivindica, material y espiritualmente, una manera de hacer política distinta, no por inéditas las formas sino porque relaciona la experiencia con las novedades y ajustes que van surgiendo de la sociedad, para abordar los conflictos y las dificultades, los problemas y legítimas demandas sociales, con prontitud y eficiencia. Hay que devolverle al ciudadano y como justa contraprestación calidad en la gestión de la cosa pública y gobernabilidad y a eso quiere dedicarse el gocho. ¡Dios mediante, claro está!
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