EL VENEZOLANO COLOMBIA | VOZ DE AMÉRICA
La reapertura de las fronteras entre Colombia y Venezuela, como primer paso para reanudar las relaciones al más alto nivel, evidencia que la oposición al régimen de Nicolás Maduro ha perdido “un aliado” en el poder ejecutivo de Bogotá y “mina” sus esfuerzos por presionar al chavismo, según especialistas.
Los presidentes izquierdistas Gustavo Petro, en Bogotá, y Maduro, en Caracas, anunciaron hace días que el próximo 26 de septiembre se reabrirán las fronteras binacionales mediante vuelos directos y el paso legal de transporte de carga entre ambos países.
Es el primer paso de un proceso paulatino de reanudación de relaciones comerciales, consulares y diplomáticas, interrumpidas desde 2019 durante el mandato de Iván Duque.
Junto a otros líderes regionales, entre ellos el expresidente estadounidense Donald Trump, el exmandatario colombiano desconoció a Maduro como jefe de Estado y reconoció como ocupante de ese cargo al presidente del Parlamento venezolano, Juan Guaidó.
Ahora, sin Duque en la Casa de Nariño, la oposición “pierde a Colombia como aliado” y la normalización progresiva de las relaciones es “un golpe muy representativo” para la oposición, según el analista y experto en relaciones internacionales, Luis Peche Arteaga.
La presión internacional contra Maduro por parte de los partidos del antichavismo y la figura del llamado gobierno interino de Guaidó “venía minándose” con las recientes victorias en el continente de candidatos de la izquierda o de la centroizquierda, como Pedro Castillo, en Perú, Gabriel Boric, en Chile, y Laurentino Cortizo, en Panamá, observa.
“Eran parte de la coalición que fundó el Grupo de Lima, que era la figura internacional que ayudaba a la presión (contra Maduro), que encabezaba el gobierno interino de Guaidó, bajo el manto de la Asamblea Nacional” electa en 2015, de mayoría opositora, dice.
El líder opositor venezolano dijo en una entrevista reciente con la revista colombiana Semana que será Petro quien decida “si está del lado de la democracia o de la dictadura” y le propuso que Armando Benedetti, su embajador en Caracas, abiertamente crítico con Guaidó, promoviera la defensa de derechos de los migrantes y el combate a la guerrilla.
Tanto Petro como su delegado en Caracas se han pronunciado a favor de la “recuperación” de Monómeros, una empresa de fertilizantes con sede en Barranquilla y administrada por funcionarios de la oposición venezolana. Benedetti, por su parte, ha dicho que la intención de Bogotá es devolver la compañía “a quien pertenece”, en referencia al chavismo.
Reconocimiento erosionado
La reapertura de la frontera es un asunto “complicado” y de doble fondo, pues, por un lado, puede ser un gesto políticamente negativo para el antichavismo, pero, por el otro, beneficia a miles de habitantes de esos límites, especialmente en asuntos comerciales y de seguridad, opina el especialista en relaciones internacionales, Juan Francisco Contreras.
El triunfo de Petro y sus consecutivas decisiones sobre Venezuela desde su ascensión al poder, en agosto pasado, son elementos que inciden negativa y esencialmente en la figura de Guaidó como presidente encargado de Venezuela, valora Contreras.
“Es una figura que existe por reconocimiento de muchos países, entre ellos Colombia. La relación que podía tener la oposición con el gobierno de Colombia se modifica debido a ese cambio de política. Llega alguien que no tiene problemas con el reconocimiento de Maduro, sino que quiere restablecer las relaciones a como dé lugar”, subraya.
Peche Arteaga, por su parte, indica que los gestos de Petro y Maduro para reconstruir la cooperación bilateral desvelan que “el chavismo ha ganado un aliado”.
Cree que, a su vez, “se mina esa robustez de las fuerzas de la Plataforma Unitaria” en la región, con Estados Unidos a la cabeza y con algunos países aún tendientes a exigir respeto a la democracia en Venezuela, aunque con menor perfil, como Uruguay y Paraguay.
El analista estima que la reanudación de relaciones entre Caracas y Bogotá “no cambia demasiado el panorama” en la región en cuanto a qué hacer para destrabar la crisis política, social y económica en Venezuela. La respuesta está en las negociaciones de México, acota.
“Hay una decisión tomada (por los gobiernos de la región). El curso de acción es esperar los resultados de México y, luego, esperar a ver qué pasa en las elecciones presidenciales de 2024”, indica Peche Arteaga, convencido de que Venezuela pasó “a la cola de la lista” de asuntos internacionales que resolver, desplazada por la pandemia y la guerra en Ucrania.