EL VENEZOLANO COLOMBIA
El olor a frituras invade el Parque Social San Roque, en Cedritos, al norte de Bogotá. Desde antes de mediodía, los tradicionales tequeños venezolanos comienzan a dorarse bajo la supervisión de Ronald Fuentes, un zuliano que llegó a Bogotá hace 5 años y a quien su trabajo como encargado de Pasteles Edward le permite conectarse con su Maracaibo natal.
«Llegó una señora maracucha con sus dos hijos y pusimos gaitas en ese momento y la señora, comiendo los pastelitos y escuchando la gaita se puso a llorar. Prácticamente se transportan a la vida de Maracaibo», cuenta Fuentes, quien salió de Venezuela empujado por la crisis económica y se instaló en Cedritos, donde su acento no se hace extraño y se mezcla con la jerga caraqueña y de otros estados del occidente venezolano.
Aunque sonríe con frecuencia, la nostalgia lo atrapa al preguntarle cómo recuerda a su país. Las lágrimas son inevitables. Pide disculpas por su emotividad, mientras explica lo duro que ha sido dejar a la familia a más de 900 kilómetros de distancia.
El barrio Cedritos es también llamado Cedrizuela, por los cientos de venezolanos que allí residen. En el mismo parque donde se ofrecen los tequeños de Fuentes, se exhiben otros sabores de Venezuela, desde la emblemática arepa, pasando por la malta hasta llegar a la cachapa.
«Nos hemos sentido como en casa. La cachapa es muy agradable tanto para venezolanos como colombianos. Esa hermandad que hemos traído con el maíz se nota», dice María Auxiliadora Áñez, propietaria del foodtruck ¡Qué Cachapa!.
Las mesas están ocupadas, en su mayoría, por venezolanos que buscan un pasaje directo a su memoria gustativa. “Vienen acá es a recordar su terruño», agrega Áñez.
Lejos de las ventas de platos típicos venezolanos, Alejandro Méndez abre las puertas de su apartamento en Cedritos. Creó la cuenta en Instagram Cedrizuela al notar el gran número de compatriotas que llegaban a Colombia, y en especial, a este vecindario.
«Creemos que hemos aportado desde el principio muchísima información para hacer más fácil el proceso migratorio de mucha gente», explica Méndez, quien trabajó por años en Caracas como radiodifusor.
Las caricaturas del ilustrador Pedro León Zapata, que decoran la casa de Méndez, dan cuenta de su gentilicio. En su sala y escoltando un sofá, se deja ver una fotografía gigante de la Esfera Caracas, obra cinética del maestro Jesús Soto; pero en cada palabra hay un agradecimiento a la nueva oportunidad que le dio Colombia a su familia. Por ello, la elección presidencial de este país no le es ajena.
«Yo siento este proceso muy propio, aunque haya gente que me diga: ustedes son extranjeros, no deberían hablar de esto, pero yo tengo hijo colombiano y este es su país. Mis hijos están creciendo en Colombia, tengo negocio en Colombia, me tiene que importar lo que pase con Colombia», añade.
Y así como él, los cerca de 2 millones de migrantes venezolanos que viven en Colombia esperan que sea quien sea electo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, garantice los derechos de quienes salieron de su país buscando una nueva vida al otro lado de la frontera.