(Democracia v/s Totalitarismo)
Las encuestas, los politólogos, los opinadores de oficio y los políticos profesionales, no pudieron descifrar el vuelco político que acaban de propiciar, en las urnas, casi seis millones de colombianos. Desplazándose por la baranda, con un sentimiento voraz de cambio, de justicia y de Unidad Nacional en Colombia, para la reconciliación del pais; el candidato independiente Rodolfo Hernández acaba de recibir un mandato claro y un boleto “sin retorno “a Casa de Nariño. Y en el viaje, también ha propinado la tercera y definitiva derrota al candidato de la violencia , del Totalitarismo y del retroceso para Colombia: Gustavo Petro.
El balotaje del 19 de junio quedó apenas como un trámite legal ineludible; pero la suerte ya fue echada: Rodolfo Hernández será el próximo Presidente de Colombia, y deberá encarnar el sueño y las nuevas ilusiones de los colombianos que quieren la paz para poder impulsar a la nación hacia un destino promisorio; y que aspiran hacer los cambios y las reformas que sean necesarios para tal fin, pero hacerlos en DEMOCRACIA.
En efecto. Parecía cierto que Petro encabezaba todas las encuestas y ganaba en Primera y Segunda vuelta, y que para ambas vueltas Francisco “Fico” Gutiérrez ocuparía el segundo lugar. Pero el pronóstico no interpretó correctamente el ansia y la voluntad de cambio de millones de colombianos, así como su apego a la defensa de la democracia.
Estos seis millones de colombianos de buena voluntad hicieron el “milagro» de elevar al segundo lugar al único candidato que no hace parte del cuestionado continuismo en Casa de Nariño (Rodolfo Hernández), pero entendieron, también, que esa aspiración de cambio es extensiva a la continuidad del conflicto del cual Petro es arte y parte. (La salsa que sirve para el pavo, sirve para la pava.).
Ni continuismo en Casa de Nariño; ni continuismo del conflicto con las FARC y las guerrilla.
La votación de Petro ya está en su techo (8 millones y medio de votos), mientras que el techo de Hernández aún está muy alto (6 millones y un amplio espacio en el que caben perfectamente los votos democráticos de Fico y de Fajardo). Decimos esto para que se tome en cuenta, que habiendo esta vez 2 millones más de votos emitidos, respecto a 2018, el Petro de 2022 no alcanzó la votación de su segunda vuelta de 2018.
Hernández capitalizó el voto anticontinuismo y anticorrupción, a pesar de que competía con Petro en el mismo discurso. Al hacerse creíble, no solo aventaja a los tres grandes partidos tradicionales de los últimos 60 años (Liberal, Conservador y Centro Democrático),sino que deja sin discurso al propio Petro.
No existe ahora ninguna razón para que se mantenga con Petro, el voto emocional radicalizado de aquellos colombianos de buena voluntad que quieren un cambio, pero no encontraban “un referente,” puesto que no creían que Fico representara ese cambio, al ser identificado como el candidato de los partidos tradicionales de los que se estaban alejando.
Ahora, con la insurgencia de Hernández, que no hace parte de la cuestionada tradición, les apareció el referente que necesitaban, abandonarán a Petro en la segunda vuelta y migrarán a fortalecer la opción de cambio en democracia que este representa, zafándose del apoyo a la opción de cambio fuera de la democracia que encarna en Petro.
Hernández tendrá, entonces, los votos que acaba de sacar y que respiran tiunfo (6 millones), los votos de Petro que regresarán al centro, los votos de Fico, que jamás votarán por Petro (5 millones), y los votos de Fajardo que apostarán a ganador y a quienes Petro difícilmente pueda cautivar (1 millón). Total, 12 millones, más los votos que le aporte el desinfle de Petro. Esto sellará definitivamente la tercera derrota consecutiva de la violencia y la amenaza antidemocrática que Petro encarna.
Pero esta derrota electoral de Petro no significa que los problemas políticos de Colombia cesen. Ahora Hernández tendrá que incorporar a su discurso exitoso, el discurso por la Unidad y Reconciliación de Colombia.
Hernández está obligado a cumplirle a los colombianos, poniéndose al frente de las reformas y los cambio que ha prometido y por cuyo incumplimiento, sus electores se alejaron de los líderes tradicionales.
Hernández tiene ahora dos retos: hacerse de un Programa de Reformas claro, visble, contundente, y convencer a toda Colombia para que adopte su Programa y lo acompañe en su implementación. Estos retos los podrá cumplir si acepta convertirse en el “Mío Cid” de Colombia; en el Campeón de la Unidad y de la Reconciliación de todos los colombianos, sin excepción.
Y TODOS LOS COLOMBIANOS significa trascender el estrecho espacio de la Colombia política partidista, sumando todas las voluntades y sectores e instituciones, donde estén los ciudadanos comprometidos con ese cambio en positivo, hacia delante, empresarios, trabajadores, profesionales, gremios, académicos, estudiantes, amas de casa, secores formales e informales de la economia, de TODA COLOMBIA convocar a toda la sociedad Colombiana, especialmente a la juventud colombiana, las organizaciones ciudadanas de todas las áreas y niveles.
Y hay un solo secreto para el abordaje exitoso de este reto: convertir al nuevo gobierno en el gran protector de los intereses y derechos individuales de todo este múltiple universo de ciudadanos y voluntades.
Las grandes Reformas son una tarea que no podrá hacer un solo hombre, por más que Hernández tenga las ganas; pero su voluntad y determinación puede ganarle el apoyo de todos.
Son reformas políticas que deberán apuntar hacia la reducción del Estado; Reformas económicas que deberán modificar la relación de la economía de Colombia con el libre mercado y la competencia; Reformas y cambios positivos, para bien, en las áreas de Salud, Educación y sistema de Pensiones.
Por los momentos, mientras llega la hora del trámite del 19 de junio, es evidente la derrota del “Foro de Sao Paulo, “ en Colombia. Preparémonos para acompañar a este nuevo gobierno, donde Hernández debe enviar una clara señal de CONVOCATORIA Y COMPROMISO NACIONAL con las reformas políticas, económicas y sociales , que traigan una verdadera paz con progreso para Colombia, la impulsen hacia el primer mundo y la muestren, no solo como el “Muro de Contención a favor de la Democracia»; que ya lo viene siendo, sino como un ejemplo a seguir en la lucha por la libertad para toda la América Latina.