Artistas colombianos honran a víctimas con primer museo urbano de la memoria

• Varios artistas callejeros, encaramados a tarimas, realizan casi medio centenar de retratos que rinden homenaje a líderes y lideresas sociales asesinados y víctimas de la violencia policial

EL VENEZOLANO COLOMBIA

Fueron asesinados por la Policía o por defender una causa que consideraban justa, y ahora sus rostros, pintados en vivos colores sobre las columnas de un puente de Bogotá, ocupan un espacio en el primer museo de la memoria al aire libre de Colombia.

Los coches pasan sin detenerse por la Avenida Boyacá, mientras varios artistas callejeros, encaramados a tarimas, acaban casi medio centenar de retratos que rinden homenaje a líderes y lideresas sociales asesinados y víctimas de la violencia policial.

«Queremos recordarle a Colombia que la pena de muerte no existe y que todas las vidas son importantes; ya sea un policía, un militar, un exguerrillero o un civil, nadie tiene derecho a morir y todas las vidas las tenemos que proteger», explica a Efe Gustavo Trejos, director de la Fundación Tripido, impulsora de esta iniciativa.

Los retratos reflejan los ojos risueños de María Alejandra Torres, una mujer lesbiana que acababa de cumplir 28 años cuando murió, en extrañas circunstancias, en una celda policial, o la sonrisa radiante y la cabeza inclinada del joven Dylan Cruz, muerto por un disparo de la Policía en una protesta en noviembre de 2019.

Ahora, cuando los coches pasen, quienes viajen en ellos podrán saber quiénes eran y que fueron asesinados, confía Trejos.

Marino López Mena mira al frente, serio, con su bigote afilado y el pelo corto. Campesino del Chocó, en el Pacífico colombiano, fue uno de los primeros líderes sociales asesinados en el país -como recuerda Trejos-, en 1997 por los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), y ahora su imagen luce en una de las columnas del puente.

Con López Mena, muchos de los retratados son hombres y mujeres afrocolombianos, como la lideresa Carlota Salinas, asesinada en Bolívar (norte) el pasado año, o Adriana Yanneth López Abella, una diseñadora gráfica de 25 años de edad, que murió en 2013 cuando un policía disparó contra el vehículo en el que se desplazaba.

Harold Pouchard da los últimos retoques a los pómulos de Carlota Salinas, que «la mataron grupos al margen de la ley que se disputaban el territorio», según relata a Efe.

Sus trazos reflejan ahora la poca protección que le dio el Estado a la lideresa, que ayudaba a impulsar grupos de mujeres en su zona. «El arte es un medio muy potente y fuerte que genera visibilidad», dice este artista urbano.

VÍCTIMAS DE UNA BALA POLICIAL

El homenaje, en forma de museo, busca dar «ese mensaje de aliento y fortaleza a las familias y que piensen que no están solos en su lucha por buscar justicia y verdad», indica Trejos.

Él mismo es uno de esos familiares y el rostro de su hijo también está en uno de los muros de este puente sobre la Avenida Boyacá con la calle 80.

Su hijo, Diego Felipe Becerra o «Tripido», que era como firmaba sus murales, fue asesinado cuando tenía 17 años con un tiro por la espalda de un miembro de la Policía Metropolitana de Bogotá, que fue condenado a 37 años de prisión, pero se dio a la fuga.

Este reconocido artista urbano estaba pintando por la ciudad cuando los interceptó el policía, que disparó, según alegó, porque creía que el joven iba armado.

La idea del museo surgió como el homenaje que cada año le realizaban desde la Fundación Tripido, y que este año quiso incluir a muchas víctimas, ya que en septiembre una decena de protestantes murieron durante las manifestaciones contra la violencia policial.

Así, al retrato de Diego Felipe Becerra se le unió el de Dylan Cruz, el de Adriana Yanneth López o el de María Alejandra Torres. Y luego, con la colaboración de la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación, sumaron también otras víctimas del conflicto como son los líderes sociales. Ahora esperan pintar muchos puentes más.

«En Colombia nos acostumbramos a vivir con los muertos», lamenta el padre de Diego Felipe. «Acá en Colombia todos los días asesinan a personas, ya sea la delincuencia, la fuerza pública, y los ciudadanos empezaron a catalogar los muertos de buenos y de malos y es algo que no se puede permitir». 

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