¿Qué tienen en común un migrante venezolano con uno sirio?

• En una nota de Es Global dice que en Siria, la crisis humanitaria surge de un conflicto armado mientras, en Venezuela, es fruto de una gestión política altamente ideologizada e inefectiva

EV COLOMBIA | ES GLOBAL

¿Qué tienen en común un migrante o un refugiado venezolano con uno sirio? A priori diríamos que muy poco, pero atendiendo tanto a la situación humanitaria de ambos países como a las dificultades que encuentran en su trayectoria migratoria nos podemos llevar una sorpresa.

Los dos casos son ejemplos de crisis regionales prolongadas con grandes riesgos globales que requieren un compromiso humanitario sostenido y la búsqueda de soluciones políticas eficaces de los países.

VISIBILIZAR LA CRISIS

El 26 de mayo de 2020, se celebró la Conferencia Internacional de Donantes en solidaridad con los Refugiados y Migrantes venezolanos y apenas un mes después se llevó a cabo la IV Conferencia de Bruselas para “Apoyar el futuro de Siria y la región”.

Ambos eventos convocados por la Unión Europea (en el primer caso junto con España), tenían el objetivo de visibilizar estas crisis de índole regional y de contribuir a financiar la respuesta humanitaria y de desarrollo.

ALGUNAS SIMILITUDES Y DIFERENCIAS

Estas crisis tienen varios elementos en común, pero también muchas diferencias. La principal divergencia es el contexto y origen de ambas emergencias:

◉ La de Siria empezó hace nueve años con protestas cívicas en el marco de las llamadas Primaveras Árabes, duramente reprimidas por el régimen de Bashar al Assad, que llevaron rápidamente a una guerra civil en la que se implicaron diversos actores nacionales e internacionales, Estados y grupos armados.

◉ La de Venezuela no surge de un conflicto armado civil, sino del resultado de políticas de los gobiernos bolivarianos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro que, en especial a raíz de la caída del precio del petróleo desde 2014, llevaron a una degradación de las condiciones políticas, económicas y sociales.

Así, en el primer caso, la crisis humanitaria surge de un conflicto armado mientras, en el segundo, es fruto de una gestión política altamente ideologizada e inefectiva. Los dos regímenes tienen índices de corrupción elevados y en ambas crisis hay fuerzas opositoras internas, pero mientras en Siria son de carácter armado y muchas veces cuentan con aliados externos, en Venezuela son partidos políticos tolerados pero cada vez más restringidos en su margen de maniobra.

El contexto regional tampoco es comparable.

Siria se encuentra en una zona caracterizada por múltiples conflictos (religiosos, territoriales, de acceso a recursos energéticos y agua) y un gran número de actores armados vinculados a una diversidad de fuerzas externas. Los países vecinos como Irak, Líbano e Israel no favorecen la estabilidad y Turquía, que se consideró por la Unión Europea el gran aliado para contener la migración, se ve implicada de manera directa en una escalada del conflicto en el que los refugiados sirios son los grandes perdedores al ser utilizados como objeto de presión para lograr el apoyo internacional.

Venezuela se ubica en una América Latina libre de conflictos abiertos y, en términos generales, más estable. Mientras la democracia se encuentra en declive o está bajo un ataque constante en Oriente Medio, al otro lado del Atlántico no parece estar en grave peligro, con algunas excepciones contadas.

ACTORES INTERNACIONALES EN BUSCA DE CONSENSOS 

Oriente Medio es una región de interés de las grandes potencias y otros poderes regionales, mientras América del Sur apenas recibe la atención de la comunidad internacional. Brasil, el gigante regional, no ha mostrado interés en implicarse de forma activa en los asuntos de sus vecinos, y aunque China, Rusia e Irán están cada vez más presentes en esa zona, no tienen una gran proyección militar allí. La zona aledaña a Siria ha sido escenario de diversas guerras, ocupaciones y violencia generada por grupos radicales islamistas.

Rusia ha tenido un papel destacado y ha participado de manera directa con intervenciones armadas en apoyo de Bashar al Assad. En los dos casos, ha habido esfuerzos por parte de algunos actores internacionales para buscar soluciones políticas a los conflictos subyacentes. Pero, hasta ahora, no han prosperado por falta de consensos y, en especial, porque estas crisis se han insertado en divisiones geopolíticas más amplias.

¿LA PRESIÓN ES COMPARABLE?

Las medidas de presión que se han ejercido por parte de la comunidad internacional tampoco son comparables. En el caso de Siria, estas han incluido operaciones militares, condenas en diversos foros multilaterales y un régimen duro de sanciones.

Sin embargo, con respecto a Venezuela, ha habido intentos de golpe de Estado y operaciones armadas limitadas con apoyos externos difusos y varios regímenes de sanciones.

En relación a estas últimas, Siria supera con creces a Venezuela. La Unión Europea ha tomado distintas medidas punitivas desde 2013 con relación al tráfico de armas, congelación de activos, limitaciones para transporte aéreo, medidas financieras, entre otras.

En cuanto a Venezuela, no hay sanciones de Naciones Unidas, pero sí algunas cada vez más severas de Estados Unidos acompañadas de otras de la Unión Europea centradas en restricciones para viajar y congelación de activos de personas clave del régimen.

¿QUIÉN SE LLEVA LA AYUDA HUMANITARIA?  

En el ámbito económico ambos países son de renta media, aunque hay una gran diferencia de riqueza relativa. Los datos del Fondo Monetario Internacional para 2019 sitúan a Venezuela como el número 69 en el ránking mundial y a Siria en la posición 70 en cuanto a Producto Interno Bruto.

Gracias a las entradas de petróleo, el PIB per cápita de Venezuela llegó a casi 16.000 dólares en 2014, mientras la cifra correspondiente de Siria poco antes de su crisis fue de apenas 2.000 dólares. Al no existir datos fiables recientes no es posible conocer la situación actual, si bien es muy probable que se haya producido cierta convergencia en los últimos años.

LAS DOS PRINCIPALES CRISIS HUMANITARIAS

En el ámbito humanitario las brechas empiezan a diluirse. Ambos países son, en la actualidad, dos de las principales crisis humanitarias mundiales. El Panorama Humanitario Global 2020 de Naciones Unidas apunta que, mientras no haya una solución política al conflicto, Siria seguirá siendo una crisis humanitaria de gran magnitud.

Venezuela ha sido incluida por primera vez en el Panorama Humanitario Global porque la situación política y económica se ha agravado; siete millones de venezolanos requieren ayuda internacional.  Las dificultades a las que se enfrentan a diario (precariedad de los servicios básicos, escasez de combustible, la hiperinflación y contracción económica…) han llevado a más de cinco millones de venezolanos a salir del país. Lo que ha sometido a la región a una carga migratoria importante. Del mismo modo, el grueso de los refugiados sirios, que huyen de la guerra principalmente, se encuentra en los países vecinos.

En 2019, Siria fue -tras Yemen- la crisis humanitaria que más financiación requirió y de la que se cubrió el 52,4%. La de Venezuela, aunque demandó menos fondos, fue subfinanciada, ya que solo alcanzó el 24,9%. Para 2020 los requerimientos financieros se mantienen en Siria mientras que los de Venezuela han aumentado un 65%.

Lo que muestra el empeoramiento de la crisis en el país latinoamericano. Tras más de nueve años de crisis, 11 millones de sirios necesitan asistencia humanitaria y más de 6,5 millones son desplazados internos. En la región, hay 5,6 millones de refugiados sirios de los que el 70% son pobres y carecen de empleo y acceso a los servicios básicos.

SALUD Y EDUCACIÓN, SECTORES CLAVE 

Ambos países comparten altos niveles de inseguridad alimentaria. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) en 2019 estimaba que el 7,9% de la población en Venezuela (2,3 millones) sufre de inseguridad alimentaria severa y un 24,4% adicional (7 millones) tienen inseguridad alimentaria moderada. En Siria, son 9,3 millones de personas las que sufren malnutrición y 2,2 millones están en riesgo de padecerla.

Los más vulnerables son los niños que acusan las tasas más altas de inseguridad alimentaria. Según el informe sobre Pronóstico de Cosechas y Situación Alimentaria de FAO de marzo de 2020, Venezuela es el país de América Latina con mayor necesidad de ayuda alimentaria externa debido a la dificultad generalizada para acceder a los alimentos.

Salud y educación son sectores clave que permiten darnos una orientación de las condiciones de vida de los ciudadanos de ambos países. Venezuela se encuentra en el puesto 176 (de 195 en total) según el Índice de Salud Global de 2019, siendo el peor valorado en materia sanitaria de América Latina. Siria es el octavo peor situado del mundo: el 188. En el ámbito de la educación, el escenario no es más favorable.

UNICEF señala que debido a la crisis económica 750.000 niños y adolescentes han salido del sistema escolar en Venezuela. La falta de recursos en el sector, el abandono de los docentes por los bajos salarios o las dificultades de transporte son algunas de las razones que han deteriorado el sistema educativo en el país caribeño.

En Siria, desde que se inició el conflicto, según UNICEF, casi tres millones de niños han abandonado los estudios y la tasa de asistencia escolar que antes de la guerra superaba el 90%, ahora en algunas regiones es del 6%. En otros sectores la situación es igual de desalentadora.

EMPLEOS PRECARIOS, FALTA DE ALOJAMIENTO Y XENOFOBIA: LA SUPERFICIE DE LAS COMPLEJAS CRISIS MIGRATORIAS

Los datos indican que las cifras de migrantes y refugiados sirios acogidos en la región son algo más altas que las de migrantes y refugiados venezolanos en la zona andina. No obstante, todos ellos comparten dificultades y problemas similares.

Empleos precarios,

Falta de alojamiento y cobijo,

Problemas de protección,

Riesgo de ser objeto de tráfico y trata de seres humanos,

Dificultad de acceso a servicios básicos, entre otros.

Turquía alberga 3,7 millones de refugiados sirios y Colombia acoge más de 1,8 millones de migrantes y refugiados venezolanos. La presión sobre los países vecinos pone a prueba la capacidad de acogida de ambas regiones y plantea un desafío para la comunidad internacional.

La COVID19 y las medidas de cuarentena han tenido un impacto directo sobre los migrantes y refugiados sirios y venezolanos. Si la pandemia ha tenido efectos socioeconómicos devastadores, los migrantes y refugiados están siendo uno de los colectivos más vulnerables. Dificultades de acceso a servicios básicos, pérdida de alojamientos y empleo o incremento de los brotes de xenofobia son algunos de los obstáculos que están enfrentando en los últimos meses.

Cerca de 80.000 venezolanos han regresado tras un largo y frustrante camino al no ser acogidos como esperaban. La COVID19 no está causando en Siria el retorno de los refugiados al nivel de Venezuela, pero está ocasionando un aumento de las necesidades humanitarias tanto entre los desplazados internos como entre los refugiados en la región.

¿UN PANORAMA INTERNACIONAL ALENTADOR?

Previsiblemente, los migrantes y refugiados sirios y venezolanos seguirán demandando la atención internacional en los próximos años. Mientras no se vislumbre una solución política a estas crisis, la vulnerabilidad de los migrantes seguirá intacta y la solidaridad de los países vecinos puede deteriorarse si siguen sometidos a esta enorme presión.

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