En Venezuela no ha terminado de pasar algo cuando sucede algo mayor que obnubila la tragedia anterior. Todavía no nos recuperamos de las muertes de Güiria cuando leemos con asombro cómo un operativo policial en La Vega, terminó en masacre.
Según un informe de Provea el fatal resultado del operativo encabezado por la FAES (Fuerza de Acciones Especiales de la Policía Nacional Bolivariana)es de 23 muertos. Lamentablemente, varias de estas muertes ocurrieron por causa de balas perdidas mientras ocurría el enfrentamiento entre delincuentes y agentes policiales. También hay testigos que hablan de ajusticiamiento de inocentes.
ALGO PARECIDO PASÓ UNOS MESES ATRÁS EN PETARE
La FAES es el factor común en este tipo de procedimientos. Una fuerza de la PNB cuya disolución fue solicitada expresamente por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Michele Bachelet, por las graves violaciones a los derechos humanos de las que se les acusa.
¿Quién suministró las armas con las que hoy los delincuentes se baten contra la policía? ¿Quién armó a los llamados ‘colectivos’ para que defendieran su ‘revolución’?
Ahora, buscan poner orden en el caos que ellos mismos causaron, pero ¿a qué precio? Mueren inocentes y delincuentes por igual. En sus operativos siembran armas, ajustician, se llevan por delante a quien les parezca.
Pero lo más triste de todo es que no pasa nada. Los venezolanos nos hemos creado una coraza de insensibilidad. Solo unos pocos denuncian, los demás callan. ¿Quizás por miedo a represalias? ¿Cuándo llegara el día en que nos pongamos bien puestos los pantalones y digamos ya basta? No solo en esto. Son muchas las cosas por las cuales deberíamos protestar. ¿Cómo es posible que pasemos horas en cola para cargar gasolina? ¿Qué nos hicieron? ¿Cómo hemos permitido que hagan y deshagan con nosotros?
Debemos despertar de este letargo, pasar de la inacción a la acción. Solo así podremos salir de la pesadilla en la que se ha convertido nuestra vida.