Por primera vez en su historia, Colombia recibe un flujo migratorio importante: el venezolano. Una sociedad acostumbrada a que su población se fuera del país, producto del narcotráfico y la violencia, siente miedo ante una fuerte ola de migrantes que hoy se estima en 1.721.195 venezolanos, según cifras manejadas por Migración Colombia hasta diciembre de 2020.
La xenofobia hacia a los venezolanos ha sido promovida, en parte, por los medios de comunicación que los han responsabilizado del aumento de los hechos delictivos en ese país; a esto debemos sumar los discursos de periodistas como Claudia Palacios, quien publicó en junio del año 2019 una nefasta columna en el diario El Tiempo titulada “Paren de parir”, juzgando de forma miserable a la mujer venezolana.
«NO QUIERO ESTIGMATIZAR A LOS VENEZOLANOS»
En plena pandemia, la xenofobia se agudizó y forma parte de la agenda política con las constantes declaraciones de la alcaldesa de la ciudad de Bogotá, Claudia López, quien ha expresado: “No quiero estigmatizar a los venezolanos, pero hay unos que en serio nos están haciendo la vida de cuadritos”; y el presidente Iván Duque, quien manifestó en el mes de diciembre del año pasado que no vacunaría a la población venezolana.
Sin embargo, existen instituciones que están haciendo esfuerzos para reducir los discursos de odio hacia la población migrante y refugiada venezolana como la Agencia de la ONU para Refugiados, ACNUR, con la campaña “Somos panas Colombia” y la Fundación Gratitud del cantante Fonseca.
También la periodista y escritora colombina Melba Escobar publicó con la editorial Seix Barral el libro Cuando éramos felices pero no lo sabíamos, donde relata cuatro viajes que hizo a Venezuela entre junio 2019 y febrero de 2020 para entender su problemática y vivir en carne propia la difícil situación económica, política y social que enfrenta el venezolano en su día a día. Un libro que recomendamos y debe ser leído por todos los colombianos porque antes de juzgar, discriminar u ofender es necesario el conocimiento de la realidad que ha provocado a una población huir de forma tan desesperada de su país.
LA XENOFOBIA LLEGÓ LAMENTABLEMENTE A LA CULTURA
Luego de este breve panorama, este artículo surge porque la xenofobia llegó lamentablemente y de forma pública a la cultura. El pasado martes 19 de enero, Francisco Toquica, editor de la editorial independiente colombiana Caín Press publicó en su cuenta de Twitter lo siguiente: “Colombia no vacunará migrantes venezolanos ni a residentes colombianos”.
Es del conocimiento de la opinión pública que el presidente Duque manifestó su negativa de vacunar a los venezolanos y no les ha negado ese derecho a sus compatriotas, otro tema es si las vacunas llegan o si ocurren actos de corrupción con los recursos destinados para ello.
Un comentario que algunos pueden considerar “chistoso” o de un sutil “humor negro”, ignorando el tono xenofóbico del mismo y que además pretende hacer reír con la tragedia de un grupo poblacional vulnerable como es el caso venezolano, más aún en una pandemia donde es amenazado por su nacionalidad y estatus migratorio.
Vale destacar, que el señor Toquica estudió artes plásticas, es conocido en el mundo de las artes y en el editorial colombiano con su sello Caín Press, fundado en el año 2005 y que en su catálogo han publicado literatura, libros de artistas y libros infantiles destacando los títulos: En bus a Santa Marta de María Camila Dávila, Coprófago Paradise de Juan Nicolás Donoso, Sobre el amor de Gabriel Mejía y El puré de más papas de Dick Verdult. El sello editorial se promociona con la cuenta de memes @cainpress en Instagram, de ahí que algunos conociendo el estilo de humor del editor consideraran insignificante y sin importancia su tuit.
Ningún acto o expresión xenofóbica debe ser aceptado y mucho menos justificado. La bien conocida frase de Kapuscinski: “Para ser buen periodista hay que ser buena persona”, que también aplica a cualquier persona que se dedique al mundo cultural o del espectáculo, es falsa; ser escritor, músico o cineasta no te convierte automáticamente en una buena persona, pero tener una mirada profesional humanista sí debería hacerte más empático con el otro, más aún si este pertenece a una minoría.
Ningún acto o expresión xenofóbica debe ser aceptado y mucho menos justificado.
Bien dijo Winston Churchill: “Todas las personas comenten errores, pero solo los inteligentes aprenden de ellos”. Ojalá, el editor Francisco Toquica considere su conducta, así como lo hizo el escritor estadounidense Stephen King ante un tuit clasista y machista dirigido a Kayleigh McEnany, quien fuera la Secretaria de Prensa de Trump.
Son varios los venezolanos que forman parte de la cultura y el espectáculo en Colombia: los actores Coraima Torres, Ana Beatriz Osorio, Jhovana Lozada, Luciano DˊAlessandro Henry Rosales, los escritores Ibsen Martínez, Víctor Alarcón, Néstor Mendoza, Juan Manuel Romero, Geraudí González, la bailarina Hilse León, los editores María Fernanda Paz Castillo, Ginett Alarcón, el cineasta Raúl Chamorro, el crítico de cine Alfonso Molina, los músicos Isis Álvarez, Franklin Quintero Valero, Luis Saya, José Ramón Sumoza y la productora Rossara Quintero, por mencionar a algunos.
De ahí que no se puede permitir que en estos espacios exista un discurso que promueva el odio y la xenofobia. La cultura y el arte no deben ser escenarios para el desencuentro y menos en dos países hermanos como Venezuela y Colombia. Una reflexión que sirva de precedente.
La autora es: Periodista literaria, cultural y espectáculos @eluniversal de Venezuela, #ElDominical @elcomercio_peru . Egresada Letras @enlaucab .Caraqueña que vive en Bogotá.
Twitter: @DulceMRamosR