Los descubrimientos petroleros en la excolonia británica de Guyana representan un caso típico de estudio, como son el de Pertamina por la corrupción en Indonesia y el de la enfermedad holandesa por la mala gerencia y disposición de unos ingresos petroleros sobrevenidos.
La reclamación sobre el Esequibo y la demanda interpuesta por Guyana ante la Corte Internacional de Justicia va más allá de los 159.000 km2, ricos en recursos naturales. Desafortunadamente, esta reclamación se ha centrado en la declaración del Laudo arbitral de 1899 y en el desconocimiento de la competencia de la Corte Internacional de Justicia.
El pronunciamiento del Alto Tribunal Internacional a favor de Guyana pone en riesgo nuestra integridad territorial, al ser parte de los espacios que correspondían a la Capitanía General de Venezuela antes de su transformación política, iniciada el 19 de abril de 1810 (Art. 10 CRBV). Esto cercena nuestra soberanía sobre el territorio en disputa, al no tener posibilidad de disponer de los recursos naturales que se encuentran en la zona en reclamación. Representa un problema de seguridad nacional al cerrar el libre acceso al Atlántico.
En este contexto, la situación se complica para Venezuela con el descubrimiento individual costa afuera en el bloque Stabroek en la frontera con Venezuela y se suma a las cantidades que se han confirmado en los cinco hallazgos anteriores, que se estima que tienen recursos recuperables totales de más de 3,2 mil millones de barriles de petróleo equivalente.
Lo cual le da a Guyana un poder especial en la región, así como lo marca un cambio radical en la economía de un país basada en recursos naturales como azúcar, arroz, oro y bauxita, al convertirla en un nuevo Dubai, considerando que a partir de fines del año pasado (2019) comenzó a recibir sus primeros ingresos por “royalties”, con un estimado superior a los 8.000 millones de barriles, según publica elcomercio.com.
En las actuales circunstancias, el vecino país representa una potencial amenaza, dadas las debilidades jurídicas, políticas y diplomáticas de Venezuela, como analizo en mi libro sobre la centenaria reclamación, considerando el poder que le asegura a la excolonia británica a mediano plazo unos ingresos de 30.000 MM$ para 2030 y cerca de 170.000 MM$ a largo plazo, durante la vida útil del proyecto petrolero en marcha. En él participan empresas como ExxonMobil, la cual se retiró de Venezuela por la nacionalización de los activos en Cerro Negro, en la cuenca del Orinoco. Esta empresa hoy gestiona un yacimiento en aguas profundas junto a Hess Corporation, China CNOOC Ltd. y Tullow Oil.
El punto está en que existe una estrecha relación entre el recurso energético que representa el petróleo para los países productores y su utilización como recurso político, arma o base de poder de las élites gobernantes, de los países y/o holding petroleros, en el cual Venezuela se encuentra fuera de juego, como consecuencia de una producción a la baja y una política exterior caracterizada por enfrentamientos por todas sus fronteras, bien por razones políticas, violaciones a los derechos humanos, reclamaciones fronterizas y demandas ante los tribunales internacionales (CPI), CIJ, Tribunal Andino de Justicia, CIADI y la Cámara de Arbitraje de París.
La importancia de los recursos energéticos y en particular del petróleo otorgan un valor geoestratégico importantísimo y marcan de manera explícita e implícita la política exterior de los países productores, lo cual pone a Venezuela en una situación de desventaja con una producción que escasamente sobrepasa los 450 mil bpd.
Para ser más gráficos, la firma del Memorando de entendimiento sobre energía e infraestructura entre el presidente de Guyana, Irfaan Ali y el secretario de Estado de los EE. UU. Michael Pompeo, con la venta de cuatro helicópteros y equipos relacionados por 256 MM US$, aunado al patrullaje marítimo conjunto para controlar el narcotráfico en la frontera con Venezuela, además de reforzar los lazos entre las autoridades de Georgetown y Washington, son un mensaje muy claro para Caracas y ponen de relieve la estrecha relación existente entre el poder y el recurso energético que representa el petróleo como fuente de poder para el logro de su interés nacional.
Los nuevos descubrimientos petroleros en Guyana le han convertido en un centro geopolítico desplazando a Venezuela de ser un proveedor seguro y confiable, a un factor de conflictividad que en nada contribuye a una solución práctica y satisfactoria de la controversia territorial, cuando el poder de negociación que da el petróleo se ha debilitado proporcionalmente a la eficiencia de la industria petrolera.