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Mientras gran parte del mundo aguarda expectante la llegada de vacunas que protejan frente a COVID-19, las tasas de vacunación contra otras enfermedades para las que sí hay inmunización son cada vez más bajas. Entender esta contradicción y los factores de la reticencia a vacunarse puede redundar en enseñanzas y herramientas para alejar la pandemia con vacunación.
Esta observación cobra más importancia considerando que durante la pandemia disminuyó “50 por ciento o más” la administración de vacunas del calendario de América Latina y el Caribe, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) compartidos por Florencia Cahn, presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiologia (SAVE), en la presentación de la iniciativa Confianza en las Vacunas Latinoamérica.
Este programa, hecho público en una conferencia de prensa virtual, incluye a la Universidad Isalud de Buenos Aires, la Sociedad Brasileña de Inmunizaciones (SBIm) y la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).
En esa misma instancia, otros datos de OPS indicaron que en 2019 no se cumplió con el 95 por ciento de la cobertura vacunal recomendado por la organización para la mayoría de las vacunas infantiles en muchos países de América Latina y el Caribe.
VACUNARSE O NO
Una explicación sobre este fenómeno puede encontrarse en un estudio publicado recientemente en la revista Plos One, que analizó la vacunación contra la influenza en cinco países de Sudamérica.
El trabajo identificó que factores como confiar en la seguridad y efectividad de las vacunas y percibir el riesgo real que existe ante una enfermedad si la persona no se inmuniza son más determinantes a la hora de tomar la decisión de vacunarse o no. Incluso más que la percepción de la accesibilidad en relación al acceso a centros de vacunación.
“La mayoría de los gobiernos se enfoca en la conveniencia (esto es, que las personas tengan acceso fácil a la vacuna), cuando deberían prestar más atención a las otras dos variables que pesan más al momento de dudar sobre la vacuna: la confianza y la complacencia (la percepción del riesgo)”, dijo a SciDev.Net Miguel Ángel González Block, autor principal del artículo y científico social del Instituto Nacional de Salud Pública de México.
Realizado en 2018, el estudio analizó los casos de Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. Si bien sus conclusiones no son representativas de toda la región pues solo involucró a 640 usuarios de servicios de salud, la investigación incluyó a ancianos, adultos con factores de riesgo, responsables de niños menores de 6 años y embarazadas.
Al consultarles respecto a su conducta en el año anterior al estudio, los chilenos mostraron los niveles más altos de vacunación contra la influenza (79 por ciento), seguidos por brasileños (66 por ciento), peruanos (42 por ciento), paraguayos (37 por ciento) y uruguayos (27 por ciento). Todos son valores por debajo de 90 por ciento recomendado por la OMS como meta para 2020.
Luego, el estudio midió los tres determinantes básicos para la reticencia a la vacunación definidos por la OMS —confianza, complacencia y conveniencia— en una escala de 0 a 10, en los cuatro grupos sociales y en cada país.
Así, los autores observaron que los chilenos fueron los que más confiaron en la vacuna contra la influenza (puntaje promedio de 7,4) y los uruguayos, los que menos confiaron (5,9)
En cuanto a la percepción de riesgo de la enfermedad (complacencia), Chile también puntuó más alto (5,9), seguido por Brasil y Paraguay (5,5), Perú (5,3) y Uruguay (5,2). Otra vez Chile, con 8,6 de promedio, fue el de mayor puntaje en el factor de conveniencia (acceso a la vacuna contra la influenza), seguido por Brasil (7,5) y Uruguay (7,5).
Para Andréa Fachel Leal y Daniela Riva Knauth, investigadoras de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul y responsables de los datos de Brasil, las actitudes frente a la vacunación pueden cambiar con el tiempo o con la relajación en las percepciones de riesgo debido a que la mayoría de las personas cree que las enfermedades están controladas.
Según ellas, paradójicamente debido a que casi se han erradicando algunas enfermedades, la vacunación contra estas patologías puede perder importancia. “Por eso es fundamental que los gobiernos sigan comunicando para qué sirven las vacunas, quiénes deben vacunarse y cuándo”, agregó Fachel Leal a SciDev.Net.
¿Y QUÉ PUEDE PASAR CON LA VACUNA CONTRA COVID-19?
Según González Block, para afrontar la desconfianza en la inmunización es necesario combatir los mitos antivacunas y la desinformación, problemas que se presentaron para la influenza y ahora también en el contexto de COVID-19.
En el artículo sobre influenza, los autores destacan que “la decisión de la población de vacunar está inmersa en un contexto social específico de creencias y percepciones”.
Con respecto a COVID-19 puede existir la sensación de que la situación no es grave, “pues más de 80 por ciento de las personas que contrajeron el virus no necesitó atención hospitalaria”, explicó Fachel Leal.
Los aspectos políticos también pueden influir negativamente en la aceptación de la vacuna.
En Brasil, por ejemplo, una reciente encuesta del Instituto Datafolha sobre la intención de vacunarse contra COVID-19 observó un aumento de 9 a 22 por ciento en la cantidad de brasileños que no piensan inmunizarse. Pero en particular halló una resistencia más significativa (30 por ciento) entre los partidarios del gobierno de Jair Bolsonaro, mandatario que minimizó la pandemia y defendió la vacunación no obligatoria.
De acuerdo con los investigadores, a pesar de las muertes diarias por el virus, la falsa idea de que es solo un “pequeño resfriado”, según afirmó Bolsonaro, ayuda a aumentar las dudas sobre la vacuna contra COVID-19.
“Así, en Brasil, si por un lado existe la idea de que es solo un ‘pequeño resfriado’, por otro, tenemos una gran cantidad de muertes, lo que deja a la gente dividida”, dijo Daniela Knauth.
González Block recordó que México vivió una situación similar con el presidente Andrés Manuel López Obrador, que también puso en duda la gravedad de la pandemia. “Tales posiciones tienen un impacto en la complacencia (percepción del riesgo) y en la confianza, y generan ruido e impactos en las comunicaciones de las autoridades sanitarias”, recalcó.
PISTAS PARA LA VACUNACIÓN CONTRA COVID-19
En 2020, la cobertura de vacunación alcanzó niveles muy bajos. Restricciones en la movilidad debido a la pandemia y miedo a salir de casa son algunas de las principales causas. Pero a eso se agrega la desinformación, pues según la OPS los contenidos opuestos a la vacunación —estilo fake news— aumentaron 60 por ciento este año.
Además, “en escenario de COVID-19 la desinformación no solo llega por los medios sociales vía fake news. En América Latina, el principal determinate, el factor decisivo para la vacunación, es la confianza en las autoridades (médicos, enfermeros, autoridades públicas)”, dijo a SciDev.Net Isabella Ballalai, vicepresidenta de la Sociedad Brasileña de Inmunizaciones y miembro de la red OMS Vaccine Safety Net.
Ballalai, que participó en la presentación de la iniciativa Confianza en las Vacunas, coincidó con otros especialistas que en la conferencia dijeron que en Latinoamérica el médico de cabecera es un factor clave a la hora de poner en marcha una estrategia tendiente a revertir la situación actual de reticencia a vacunar.
La falta de recomendación médica, destacaron, es un factor de riesgo para la reticencia a vacunarse.
Asimismo, para Ballalai, el artículo publicado en Plos One es importante para validar y referir el desempeño a cada grupo estudiado.
“El problema es que hoy asistimos a una baja percepción de riesgo. La postura de las autoridades políticas interfiere también con la confianza. La comunicación (para fortalecer esos dos factores) debe comenzar ahora o será demasiado tarde”, advirtió a SciDev.Net la investigadora, que no participó del estudio.
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