Una red para y por venezolanas migrantes

➤ Venezolanas Globales busca unir a mujeres venezolanas alrededor del mundo basadas en la sororidad

EL VENEZOLANO COLOMBIA | CINCO8

En el 2018, María Corina Muskus Toro y Yenni Peña crearon un grupo de Facebook con la intención de conectar a venezolanas en el exterior. En ese entonces, no se imaginaban que su grupo se convertiría en una red global que hoy conecta a más de dos mil venezolanas. 

Afincada en la alianza y sororidad, su red Venezolanas Globales (VG) une a mujeres de la diáspora en trece ciudades alrededor del mundo. Organizan reuniones locales, planean talleres, y publican información por chats, redes sociales, un blog, y un sitio web.

“No existía una iniciativa similar”, dice Muskus, directora y cofundadora. “Había muchas iniciativas focalizadas en venezolanos en ciertas ciudades o ciertos países, pero esta es la primera iniciativa que une a mujeres de la diáspora venezolana en el extranjero”.

Muskus, una feminista y defensora de los derechos humanos, vive hoy en Ciudad de México después de haber pasado unos años en Washington, D.C., donde obtuvo una maestría en Género y Derechos Humanos de American University. En D.C. tuvo un grupo que quiso imitar en su nueva ciudad. Comenzó a conectar con diferentes mujeres que conocía e, inspiradas en la red Atlas Network, ella y Peña eventualmente crearon un grupo de Facebook privado pero informal. Allí, las mujeres migrantes compartían recomendaciones, contactos, y consejos para adaptarse a sus nuevos países.

VG ahora conecta también a mujeres en Nueva York, Miami, Buenos Aires, Bogotá, Lima, Quito, Madrid, Londres, París, entre otras ciudades. 

También desarrollaron un programa de embajadoras que localiza los objetivos de la red. Un grupo de mujeres seleccionadas lleva la batuta en cada ciudad, planeando talleres y encuentros, y manejando grupos de WhatsApp o Slack.

Paola Albornoz es coordinadora de contenido para VG y una de las embajadoras en Buenos Aires. Una periodista y feminista, se unió a la red en el 2019 y fue seleccionada como embajadora apenas el programa comenzó. Para ella, redes como VG son fundamentales al emigrar.

“Este grupo nace como una necesidad, más allá de esta contención, de fortalecer los contactos con alguien que te recomiende un trabajo, que consigas esa estabilidad económica, o que te haga estos puentes con el sistema de salud, con distintas cosas que se van presentando en la cotidianidad y que, al estar fuera de tu núcleo, no lo tienes de primera mano”, dice.

A través de VG, tanto Muskus como Albornoz han sido testigos de las características, cambios y retos de las mujeres venezolanas en el exterior.

Para empezar, Muskus dice que las mujeres forman parte de una diáspora altamente calificada. La mayoría tiene un título bachiller, muchas tienen una maestría, y algunas incluso un doctorado. También ha notado que los intereses y necesidades varían dependiendo de las ciudades adonde emigraron. Por ejemplo, muchas que emigraron a Londres llevan ya años viviendo allí, y muchas se fueron por razones académicas o profesionales. Mientras tanto, la migración a Colombia no solo es más reciente sino que principalmente se debe a la compleja crisis humanitaria de Venezuela. 

También hay una transformación en pensamiento y un impulso a mejorar que son palpables.

“No somos las mismas que éramos en Venezuela”, dice Muskus.

Según ella, estar expuestas a diferentes culturas, idiomas y personas les ha traído a las mujeres de VG nuevos conocimientos, y expandido su manera de ver al mundo y a ellas mismas. 

También son una “comunidad sedienta de conectarse”, dice. Tienen la ambición de aprender de las demás; dispuestas a recibir nuevas habilidades profesionales que las ayuden a conseguir trabajo o abrir sus propios negocios.

A esto, Albornoz agrega que las mujeres no solo están siempre aprendiendo, sino también dispuestas a enseñar y compartir lo que saben.

“Donde pone una bandera alguna venezolana, abre el camino a las que vienen detrás”, dice.

Luchando en contra de la discriminación 

Ni Albornoz ni Muskus han podido ignorar la discriminación que las mujeres migrantes venezolanas han experimentado en sus nuevos países. El grupo ha aprendido que el machismo existe en diferentes lugares pero de maneras distintas. En Colombia y Perú, por ejemplo, la xenofobia y discriminación por género son prominentes, hasta el punto que el año pasado ni siquiera tuvieron eventos públicos en Lima para evitar problemas. En México, viven pendientes de la tasa de feminicidios que se ha incrementado desde 2015.

Sin embargo, emigrar también les ha hecho darse cuenta de cómo eran víctimas dentro de Venezuela. Ambas dicen que, al hablar de las experiencias que han tenido en sus nuevos países, las mujeres comienzan a reflexionar sobre su vida en Venezuela y a darse cuenta de cómo nuestra cultura también tiene maneras, aunque a veces sutiles, de exponer sus prejuicios en contra de las mujeres.

Al mismo tiempo han empezado a tomar las riendas del asunto, según Muskus. Algunas de las participantes de VG en Colombia trabajan en ONG u organizaciones de derechos humanos, enfocadas en la mujer. Ella misma participó con un grupo en la marcha del Día de la Mujer el pasado 8 de marzo. Había participado en años anteriores con grupos de mujeres de otras nacionalidades, pero esta fue la primera vez que participó con un grupo solo de venezolanas.

Las mujeres de VG también recurren a sus reuniones, chats, y talleres para educarse sobre lo que pasa en sus países y temas relacionados con el feminismo y la comunidad LGBTQ+; para hablar de sus experiencias y aprender, por ejemplo, cómo identificar la discriminación y el micromachismo (la discriminación sutil hacia las mujeres que suele pasar desapercibida). 

La cuarentena aumenta la conectividad

Con el brote de la pandemia en el 2020, VG llevó sus reuniones y talleres a Zoom e Instagram. Así expandieron el contenido de su blog (con la dedicación de Albornoz, señala Muskus) y presencia en redes sociales. Comenzaron una serie de Instagram lives y takeovers, en los cuales mujeres de la red comparten consejos desde cosas sencillas como el maquillaje, hasta temas más complejos como el duelo migratorio.

La nueva realidad virtual también permitió que hubiera más conexión entre los grupos locales. Ahora no son solo las mujeres de Buenos Aires hablando entre ellas en su grupo, sino que también interactúan con aquellas en México o Estados Unidos. Muskus y Albornoz dicen que esto ha hecho que VG se sienta aún más como una comunidad global

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