EL VENEZOLANO COLOMBIA | 14YMEDIO
Los «ataques acústicos» contra los diplomáticos estadounidenses en Cuba vuelven a estar de actualidad en el momento y el lugar menos esperados: cuando la campaña electoral en EE UU entra en la recta final, y en La Habana Vieja, donde la artista y opositora Tania Bruguera afirma haber sido víctima de un ruido electrónico que le ha provocado un malestar físico.
El diario The New York Times pone la vista de nuevo en el síndrome de La Habana, como se conoce en EE UU y Canadá a la extraña afección sufrida por más de una veintena de funcionarios de Washington y Ottawa entre finales de 2016 y mediados de 2018, presuntamente a causa de un sonido no natural escuchado en las casas u hoteles en los que permanecieron durante su estancia en Cuba.
La causa, atribuida a posibles ataques sónicos, sigue desconocida tras ser investigado por expertos de todos los países implicados, pero los daños cerebrales causados en los diplomáticos quedaron acreditados.
Mark Lenzi denuncia la inacción del Gobierno de Estados Unidos a la hora de investigarlos por presuntos intereses políticos
El diario de Nueva York cuenta la historia de Mark Lenzi, funcionario estadounidense desplazado una temporada en Cantón, China, y que desde 2018 sufre los mismos daños misteriosos que sus colegas en La Habana y denuncia la inacción del Gobierno de Estados Unidos a la hora de investigarlos por presuntos intereses políticos.
Además, también cuentan con el testimonio de Marc Polymeropoulos, un oficial de la CIA que participó en operaciones clandestinas en Rusia y Europa, y dice ser víctima de un ataque que sitúa en diciembre de 2017. El agente denuncia, también, estar recibiendo un trato desigual al de los afectados en Cuba.
Los funcionarios estadounidenses denuncian que su Gobierno oculta el verdadero alcance de la situación dejando a sus trabajadores expuestos ante ataques hostiles en el exterior. Esta postura se asemeja a la de los diplomáticos canadienses, que también reprocharon a su Gobierno no ir al fondo de la cuestión para no perjudicar sus relaciones con Cuba.
Washington no ha escatimado atención en el caso cubano pero los afectados argumentan que no se ha seguido la misma mecánica con Rusia y China, a quienes la administración trata de no irritar.
En mayo de 2018, el secretario de Estado, Mike Pompeo, tuvo constancia de que un funcionario destinado en China sufría síntomas compatibles con los del síndrome de La Habana y se evacuó a varios empleados federales y familias, pero posteriormente, hubo un cambio en el discurso.
Según los afectados, los funcionarios que enfermaron en Cuba obtuvieron licencias administrativas para rehabilitación mientras los de China tuvieron que usar permisos de enfermedad y sin derecho a sueldo
Según los afectados, los funcionarios que enfermaron en Cuba obtuvieron licencias administrativas para rehabilitación mientras los de China tuvieron que usar permisos de enfermedad y sin derecho a sueldo. Además, no se abrió ninguna investigación sobre lo sucedido en el país asiático.
Aunque el Gobierno estadounidense no tiene claro lo ocurrido, los críticos creen que la Administración de Trump no quiso entrar en disputas con China en aquel momento, primavera de 2018, cuando se buscaba un acuerdo comercial con Pekín y la intermediación con Corea del Norte.
David A. Relman, profesor de la Universidad de Stanford y presidente del comité de las Academias Nacionales de Ciencias que examinó varios casos, ha considerado «desalentador e inmensamente frustrante» que el Departamento de Estado no haya querido hacer pública la información.
Lenzi, el funcionario afectado en China, afirma que hay «un encubrimiento deliberado de alto nivel. Nos ignoran para que nos cansemos», dice.
El New York Times asegura que las afecciones que se han dado entre diplomáticos y otros funcionarios han salido a la luz, pero no así cuando los pacientes pertenecían a la CIA. «Los episodios que involucran a los agentes de la CIA aumentan las sospechas de que Rusia ejecutó los ataques en todo el mundo», concluye el diario.
Algunos altos funcionarios del Departamento de Estado y exoficiales de inteligencia creen firmemente en que Rusia está detrás de esto, algo que Moscú rechaza taxativamente, además de señalar como «histeria colectiva» las posibles causas de los daños cerebrales.
Algunos altos funcionarios del Departamento de Estado y exoficiales de inteligencia creen firmemente en que Rusia está detrás de esto, algo que Moscú rechaza taxativamente
Polymeropoulos, afectado en Moscú, no quiere hablar de su trabajo en el país pero acusa al Gobierno estadounidense de cómo lo ha tratado y lleva meses intentando ser atendido por el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed en el que se han tratado los afectados en Cuba.
Lenzi, que trabajó hace décadas en la Unión Soviética, ha pedido material clasificado en el que presuntamente se dice que Rusia es responsable de los ataques, pero se le ha denegado el acceso. Los altos funcionarios «saben exactamente qué país» fue el responsable y es uno «al que el secretario de Estado y el presidente no quieren confrontar», protesta.
Lenzi ha contado también que quiso advertir a sus colegas del peligro que corrían en China y sus superiores tomaron represalias enviándolo a un psiquiatra y dándole una carta de amonestación. Algunos de ellos fueron, finalmente, evacuados por síntomas de lesión cerebral.
El Departamento de Estado solo ha identificado oficialmente a un funcionario con todos los síntomas compatibles con los de los casos cubanos, pero al parecer, en una carta interna advirtió que había al menos otras 15 personas en Cantón, Shanghái y Pekín con iguales hallazgos.
El problema aumenta por las dudas que hay sobre la naturaleza de las presuntas armas. Se ha barajado que sean aparatos con radiación de microondas que dañan el cerebro, pero otros apuntan a unos síntomas de origen psicológico por el estrés de las misiones en estos países o, incluso, se ha hablado de agentes químicos.
En total unas 44 personas destinadas en Cuba y 15 en China fueron evaluadas o tratadas en el Centro de Reparación y Lesiones Cerebrales de la Universidad de Pensilvania, además de otros muchos que recibieron atención médica en diferentes sitios.
Tan solo dos días antes de salir a la luz la investigación, la artista y opositora Tania Bruguera había vuelto a traer a la palestra este asunto al denunciar a través de sus redes sociales haber escuchado un ruido en su vivienda similar al de un grillo electrónico que se escuchaba muy alto y que le produjo un fuerte dolor de cabeza y oído. «No puede ser natural, se activa cada minuto más o menos», advirtió en un post que publicó en su perfil de Facebook.
Yo apagué todos los equipos esa noche pero el ruido seguía, el lugar de la casa donde más fuerte se escuchaba era el balcón»
Bruguera explicó a 14ymedio que el sonido comenzó el sábado pasada la medianoche y se mantuvo constante durante, al menos, dos horas. «Yo apagué todos los equipos esa noche pero el ruido seguía, el lugar de la casa donde más fuerte se escuchaba era el balcón», señaló.
Finalmente, la artista se quedó dormida y, cuando despertó, a las 6 de la mañana, ya había desaparecido.
«El domingo fue imposible sentarme a trabajar en la computadora, fue horrible, no podía concentrarme en nada. Anoche [la madrugada del lunes] no escuché el ruido y ya hoy me siento un poquito mejor, aunque aún tengo dolor en un oído», dijo ayer a este diario.
La artista comparó el ruido que sintió en su vivienda con el audio difundido en octubre de 2017 por la agencia Associated Press en el que supuestamente se reproducía el extraño sonido escuchado por el personal de la embajada estadounidense y asegura que le pareció «idéntico».
Hasta ahora, el episodio solo ha ocurrido una vez, aunque la artista teme que sea un paso más en la campaña de las autoridades en su contra.