Al ver cómo no hay control sobre el territorio y sobre la delincuencia, no queda la menor duda que somos actualmente un estado fallido.
Tampoco hay dudas de que nos hemos convertido en un estado mafioso. Las evidencias señalan que existen fuertes vínculos entre las autoridades del régimen, a todos los niveles, no sólo con el narcotráfico, sino con otras modalidades de la delincuencia organizada.
¿Que Venezuela actúa al margen de las leyes internas e internacionales? Eso se ha evidenciado en los diversos informes de la Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Lo que es peculiar a nuestra actual situación es combinar lo peor del régimen de Corea del Norte, en lo que se refiere a violación de derechos humanos, y auspiciar y financiar el terrorismo mundial junto a la fragmentación de un país, como en el caso de Somalia, país en el que son las bandas criminales las que imponen el orden en los diversos espacios que estas controlan.
Pero que definamos lo que tenemos como estado Fallido, estado Mafioso o estado narcoterrorista no es lo importante. Aquí lo esencial es conocer que está dispuesta hacer la parte sana de nuestra nación para unirse en la lucha, junto a nuestros aliados internacionales, para ponerle un alto a esta dramática y devastadora circunstancia.
Por eso, cuando escuchamos a algún dirigente opositor oponerse a las sanciones y llamar a votar en este fraudulento engaño que son las supuestas elecciones parlamentarias de diciembre, nos preguntamos si es que acaso él cree que vivimos en un estado funcional que se puede corregir con métodos tradicionales, o simplemente se deja llevar por su infantil personalismo.
La verdad es que, o nos unimos de una buena vez en el esfuerzo y en la estrategia para intentar derrumbar el muro del estado criminal, o simplemente seguiremos la senda de lo que existe en Corea del Norte y Somalia.
Si no lo entendemos y no hacemos un esfuerzo por superar el personalismo, la historia no nos lo perdonará.