15 mil venezolanos en la frontera colombo-venezolana, esperando para entrar a su país, son la mejor y dolorosa muestra del odio y el castigo de la dictadura que hoy rige en Venezuela de la mano de Nicolás Maduro.
Hoy, estos compatriotas están expuestos por el cierre de frontera del Táchira, Arauca y La Guajira, al contagio del Covid-19 y otras enfermedades, estigmatizados por el régimen de “armas biológicas”, “golpistas”, “fascistas”, términos a los que el violador serial de Derechos Humanos nos tiene acostumbrados, desde su predecesor Hugo Chávez.
Como si fuera poco el sufrimiento de más de dos millones setecientos mil connacionales venezolanos, que han pasado por esa frontera buscando nuevas oportunidades en Colombia, ahora que intentan volver a casa por la cuarentena estricta, una vez pisan su tierra son internados en campos de concentración similares a los que, en su momento, implementó Adolf Hitler en la Alemania Nazi.
Nuestros hermanos son perseguidos, castigados, mal alimentados, marcados como animales y estigmatizados. Esta situación inhumana en los campos de concentración está documentada por muchos medios del mundo y organizaciones sociales que no salen de su asombro e indignación. Pero el colmo de la ilegalidad es que los venezolanos no puedan entrar a su patria, violando uno de los derechos más fundamentales de cualquier ser humano: el derecho a volver a su país.
«Mis hermanos venezolanos: nunca perdamos la fe, las ganas, la fuerza y ese empuje único que nos caracteriza. Yo creo en ustedes; y ustedes cuentan conmigo»
¿Quién los usa como arma?
Evitar que entren a Venezuela, exponiéndolos al contagio del covid-19; o el tratamiento de prisioneros que se les da en instalaciones inadecuadas, convierten a nuestros hermanos en factores de contagio, un acto criminal para doblegar a nuestro pueblo.
AGRADEZCO AL PRESIDENTE DUQUE
Hoy no puedo más que agradecer al Presidente de Colombia Iván Duque, a su gobierno, a los cientos de trabajadores y voluntarios de ACNUR, a la Organización Mundial de las Migraciones (OIM), que están dedicados a la atención de estas 15 mil personas, seres humanos que tienen el derecho de migrar y regresar a casa; que hoy son más vulnerados y que solo cuentan con nosotros para hacerlos visibles ante el crimen de lesa humanidad, que la dictadura narco-chavista de Nicolás Maduro y sus representantes locales y mundiales los someten.
Mis hermanos venezolanos: nunca perdamos la fe, las ganas, la fuerza y ese empuje único que nos caracteriza. Yo creo en ustedes; y ustedes cuentan conmigo.