La perversidad como forma de gobernar | Editorial Analítica

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Si algo puede decirse de las medidas adoptadas, supuestamente para la contención de la epidemia del Covid-19, salvo en lo que se refiere a la cuarentena obligatoria, que es necesaria siempre y cuando sea bien planificada, es que adolecen de las estrategias complementarias que han sido puestas en marcha por la inmensa mayoría de los países afectados por la pandemia.

En primer lugar, hasta los países con pocos recursos han hecho lo imposible para repatriar a sus nacionales que se encuentren varados en algún lugar del mundo. El régimen en esto ha sido negligente y hasta diríamos indiferente en auspiciar o promover vuelos que traigan a sus ciudadanos, muchos pasando trabajo, de regreso a Venezuela.

La mayoría de los países, en mayor o menor medida, han instrumentado medidas económicas para compensar a las empresas que no pueden operar debido al confinamiento, y que a través de ese apoyo puedan seguirle pagando a sus empleados. Aquí, ya sea por ceguera ideológica o por falta de voluntad política, no ha ocurrido ninguna asistencia efectiva que permita palear, por lo menos en parte, el daño que está causando la pandemia. A eso, a diferencia del resto del planeta, debemos agregar la carencia, cada día más grave, de combustible, que paradójicamente ocurre en el país con las reservas del petróleo más grandes del mundo.

En casi todas las naciones hay múltiples sitios para detectar si la población está infectada o no y no se manipula la información, salvo en contados casos, sobre el número de personas que padecen la enfermedad. Ese no parece ser el caso en nuestro país y es la percepción de sectores científicos reconocidos que señalan que el manejo de la información es inadecuado.

En otros lugares los médicos y el personal de salud son considerados héroes anónimos que brindan desinteresadamente su apoyo a la población y se benefician de diversas medidas oficiales que les facilitan su labor. Aquí, muy por el contrario, son vigilados y amenazados con sanciones si difunden información o noticias que no se correspondan con la verdad oficial.

Como vemos la Venezuela de hoy va en contracorriente y pareciera que lo importante es el manejo político de la crisis, de manera que el régimen pueda aprovechar la circunstancia para mantener un control férreo sobre la población.

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