Por: El Venezolano Colombia | Europa Press
Más de 1,7 millones de personas, tanto venezolanos como colombianos retornados, han llegado a Colombia en los últimos años para escapar de la crisis en Venezuela, tras la mala gestión del chavismo en 20 años. Crisis que se ha agudizado desde la llegada del dictador Nicolás Maduro al poder.
Ahora, con la pandemia del nuevo coronavirus, los migrantes sin estatus legal se encuentran entre los colectivos más vulnerables porque no tienen acceso al sistema sanitario, muchos dependen de su trabajo diario y algunos son «habitantes de calle».
Colombia, como la mayoría de los países latinoamericanos, adoptó medidas extraordinarias para evitar la propagación del Covid-19, a pesar de que las cifras que registra son mucho menores que en otras latitudes, con seis muertos y más de 500 casos.
«Estamos viviendo una situación inédita que desborda la comprensión de todos nosotros», dice John Orlando, director nacional de Acción contra el Hambre (ACH) en Colombia.
En estos momentos «es difícil determinar los impactos sociales a mediano y largo plazo» para los migrantes venezolanos porque «la crisis del Covid-19 afecta al conjunto de la población que reside en Colombia».
Sin embargo, advierte de que «la condición de los migrantes en situación de irregularidad aumenta la vulnerabilidad» porque la falta de un estatus legal les impide acceder a servicios básicos.
«El desafío es por consecuencia mayor y es aquí donde la coordinación y la complementariedad de Naciones Unidas y ONG internacionales con las respuestas de la institucionalidad (colombiana) son vitales», señala.
El primer reto al que se enfrentan los migrantes irregulares es cumplir las medidas preventivas dictadas por el Gobierno de Iván Duque, que se reducen básicamente a permanecer aislados en casa. «El cumplimento de la cuarentena obligatoria va a ser complejo si tenemos en cuenta que mucha gente depende de su trabajo diario para poder responder a sus necesidades cotidianas», explica Orlando.
Particularmente «difícil» va a ser para quienes viven de la economía informal. Según cálculos de ACH, ocupa al 48% de la población trabajadora, aunque lo asumen principalmente las personas más vulnerables, entre las que se cuentan los migrantes de Venezuela en el país cafetero.
Además, hay «mucha población que no dispone de vivienda regular, entre ella población migrante proveniente de Venezuela». Para los «habitantes de calle», «el cumplimiento ‘stricto sensu’ de la medida que supone quedarse en casa será difícil» igualmente, subraya.
Los actores humanitarios en Colombia han puesto en marcha «programas de transferencia monetaria», que implican la entrega de dinero en efectivo, la distribución de alimentos y kits de higiene y campañas informativas sobre el coronavirus.
En el caso concreto de los «habitantes de calle», «los programas de transferencia monetaria tienen toda su importancia» porque les permiten alquilar viviendas. Con ello, no solo encuentran refugio para protegerse del Covid-19, sino que además «se contribuye a la medida de aislamiento preventivo».
Venezolanos cruzan hacia Colombia a buscar alimentos pese al cierra realizado para evitar la propagación del coronavirus.AFP
UN VIRUS SIN NACIONALIDAD
Un problema particular al que se enfrentan la población migrante de Venezuela en Colombia, así como en otros países, son «las manifestaciones de xenofobia», que «han ido creciendo en el último semestre», aunque «sigue más fuerte la postura de solidaridad del pueblo colombiano frente al pueblo vecino y hermano de Venezuela, que hace algunos años era quien acogía a los colombianos».
El responsable de ACH ha querido subrayar que «no es una cuestión de nacionalidad». «El virus no respeta nacionalidades y afecta indiscriminadamente tanto a población colombiana como venezolana», recalca.
En este contexto, se han lanzado campañas de prevención de la xenofobia que «en estos momentos son particularmente importantes», por lo que Orlando aboga por «reforzarlas para prevenir de manera contundente cualquier estigmatización irresponsable que se pudiera hacer entre el Covid-19 y la población migrante».
Lo cierto es que la crisis en Venezuela no se ha detenido. El cierre de la frontera por parte de Colombia y «la presencia de cuerpos de Policía y militares en los puestos fronterizos oficiales y las ‘trochas’ cercanas a ellos impide fuertemente el paso», por lo que «el flujo de entrada a Colombia es mucho menor».
Pese a ello, las ‘trochas’ que están más alejadas de los pasos oficiales siguen en uso, lo cual «aumenta los riesgos para las personas que en ellas se aventuran, ya que muchos de estos caminos irregulares están controlados por actores ilegales que piden dinero, bienes o servicios en el paso y donde es imposible realizar medidas de control sanitario».
Además, alerta Orlando, «las necesidades diarias de las personas, y principalmente para el acceso a la alimentación, son un problema de primera magnitud y, por ende, los migrantes no van a parar de entrar mientras estas necesidades persistan» en Venezuela.