El término de la reciente visita oficial del Fondo Monetario Internacional (FMI), las declaraciones se centraron en varios aspectos claves del estado de la economía nacional. Uno de los más llamativos que destacó la misión del FMI fue que “los encomiables esfuerzos de Colombia para integrar a los inmigrantes venezolanos continúan estimulando la actividad económica”.
Para el ente internacional, el flujo de los migrantes provenientes del vecino país aportó al crecimiento de la economía colombiana un 0,25 por ciento durante el año pasado. Si bien el FMI reconoce el costo fiscal de 0,5 por ciento del PIB que ha significado la llegada de 1.6 millones de venezolanos en un lapso corto de tiempo, igualmente declara que ese mismo fenómeno migratorio seguirá siendo un “motor de crecimiento para Colombia”.
El Fondo Monetario no es el único organismo que ha ponderado la contribución positiva de los venezolanos a las dinámicas de consumo interno del país que han sostenido el crecimiento de la economía nacional. El Dane ha reportado que, por ejemplo en el sector de los alimentos, los gustos de los migrantes han impulsado la demanda.
El FMI reconoce, al igual que muchos otros entes multilaterales, que la sociedad y el Estado colombianos han hecho esfuerzos para la recepción e integración de los venezolanos vulnerables.
No obstante, sería ingenuo desconocer que están creciendo las manifestaciones de xenofobia contra los migrantes en distintas partes del territorio nacional. Aunque la mayoría de los venezolanos hayan entrado al mercado laboral informal, muchos colombianos los acusan de quitarles puestos de trabajo en momentos en que el desempleo está en dos dígitos.
La política migratoria del gobierno Duque está construida sobre los principios de solidaridad y fraternidad. La migración tiene esas dos caras: un innegable impacto fiscal y un positivo impacto económico. La clave está en mitigar el primero y dinamizar el segundo.
Fuente: Portafolio