Bruselas acogió esta semana a 120 delegaciones internacionales en una conferencia de solidaridad con los refugiados y migrantes venezolanos. Aunque no era una conferencia de donantes, un apoyo de 120 millones de euros fue uno de los resultados. Otro fue la promesa de la creación de un Grupo internacional de Amigos del Proceso de Quito y la organización de una pronta conferencia de donantes.
Durante el encuentro -patrocinado por la Unión Europea, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados- se subrayó la generosidad de los países de la región y su política de brazos abiertos. El foco fue puesto especialmente en Colombia, Ecuador y Perú, los países que más migrantes y refugiados venezolanos registran.
¿Por qué no hablamos de Aruba?
«¿Pero por qué no hablamos de mi país, Aruba, de Santo Domingo y las otras islas?”, se pregunta Guillfred Besaril, ministro plenipotenciario ante el Reino de los Países Bajos. Aruba, país autónomo que forma parte de los Países Bajos, en este momento registra 16.000 venezolanos.
En términos absolutos, esta cifra es ínfima comparada con los 1,7 millones de venezolanos que se encuentran en este momento en territorio colombiano. No obstante, en una isla de 180 kilómetros cuadrados, con una población de 120.000 habitantes, «esta inmigración pone una presión muy grande sobre Aruba”, sigue Besaril.
En esta isla neerlandófona, a sólo 25 kilómetros de la costa occidental venezolana, el flujo masivo comenzó hace tres años. Entretanto, son el 13% de la población. «Hasta hora hemos podido absorber el flujo. Pero si no hacemos algo, dentro de un año vamos a estar en serios problemas”, subraya.
¿Problemas? «Sí. En la construcción de viviendas, por ejemplo. Somos una isla, estamos rodeados de agua, no podemos sacar más terrenos. Tenemos un solo centro médico, no podemos asegurar el cuidado médico de más población”, responde Besaril.
«Nuestro mercado laboral también es muy limitado”, sigue el político caribeño. «Siempre hemos acogido a la comunidad latina –de Colombia, de Perú, de Santo Domingo. En el ramo de la construcción y la hotelería había cupo. Hoy, todos esos puestos están copados por venezolanos”, agrega.
Por ser miembro de los Países Bajos, Aruba ha tenido otras fuentes de asistencia, tanto técnica como de seguridad. No obstante, la situación para la isla puede volverse insostenible. La imposición de visados -para controlar si quien entra como turista no se queda en el país- es una de la medidas que se tendrían que tomar pronto. «Necesitamos más asistencia”, reclama Besaril.
«No podemos más»
Que Perú anuncie que tiene capacidad para incorporar a 18.000 médicos venezolanos –una vez equiparados los títulos- es para Besaril una buena medida. Lamentablemente, ese no es el caso en su país.
«El primer flujo migratorio de la gente más preparada lo han recibido los países vecinos, muy en especial, Colombia, Panamá, Miami, y Nueva York y Texas en EE. UU. A nosotros nos ha tocado la segunda fase: estamos ante gente desesperada –no necesariamente no preparada- que pide ayuda a gritos. Y hasta ahora los hemos acogido, pero estamos llegando a un punto en que no podemos más”, apunta.
¿En la coordinación regional se tiene en cuenta la desproporción en las capacidades de los países de acogida? «El ‘Proceso de Quito’ tiene una mirada holística del proceso de desplazamiento venezolano”, responde a DW Osmar Alza, director de Asuntos Internacionales de la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina.
Si bien sí se tienen en cuenta estos aspectos, es difícil tener una visión a mediano plazo, teniendo urgencias como las de Colombia, Ecuador y Perú”, comenta Alza. Su país fue la sede del último encuentro regional. Con su tradición de migración, Argentina tiene mucha capacidad técnica. «Los últimos tres años concedimos 800.000 nacionalizaciones con plenos derechos; de ellas, 170.000 fueron a venezolanos”, agrega Alza.
No obstante, aunque estén mejor preparados para enfrentar la crisis migratoria, Alza subraya la necesidad de aumentar la ayuda y la cooperación internacional. «La crisis es muy grande”, dice Alza. «La relocalización de los refugiados es una de las tantas opciones que vemos como posible salida”, comenta Besaril. «Pero para eso y para muchas cosas necesitamos ayuda internacional. Estamos a punto de apretar el botón rojo”, concluye.
Fuente: DW